kleenex y apagones

martes, 1 enero 2008. Estoy con Purranki, Maribel, Iker y Joan alrededor de una mesa plegable de playa que hemos colocado en un aparcamiento vacío entre dos coches. Hay mucha comida sobre la mesa, sin embargo saco del bolsillo un paquete de kleenex, lo mojo en mermelada y me lo meto en la boca. Purranki me agarra por detrás, como haríamos con alguien que se atraganta, y hace que escupa los kleenex. No debes hacer eso nunca más, me dice. Es que Alberto no me deja comer kleenex en casa, le respondo. Iker nos enseña unos poemas que ha escrito. Todos sacan poemas y los cantan a coro. Al ver tantos folios vuelven a entrarme ganas de comer papel.
+
Estoy en un centro comercial donde hace demasiado calor. Encuentro una manguera a mi paso, la abro y me riego. Llego hasta las escaleras mecánicas y veo como el agua que chorrea de mi ropa se mete por las rendijas de los escalones. Pienso que va a producirse un cortocircuito de un momento a otro. Efectivamente, la iluminación del centro comercial empieza a fallar. Todo queda a oscuras. Una familia me dice que no tenga miedo y me una a ellos para poder salir de allí. Les hago caso para que no sospechen que soy la causante del apagón.