volcán, pollo tikka y cocodrilos

martes, 1 febrero 2011. Un tipo y yo llegamos a una explanada en forma de círculo rodeada por unos montes de tierra. Al caminar sobre ella noto que se mueve, como si camináramos sobre la piel tensa de un tambor. Pongo la palma de la mano sobre ese suelo y noto que está caliente, que late. ¡Es un volcán, corre!, le grito. Corremos hacia donde están nuestras cosas. Nos ponemos las mochilas y una ola gigante de lava nos revuelca como si estuviésemos jugando en la orilla de la playa. ¡Agárrate a mí, aguanta la respiración y pase lo que pase, despierta!, le grito mientras la lava nos lleva.
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Mi hermana y yo leemos unos tebeos en el escalón de una librería. Mi hermana es muy pequeña, le enseño los dibujos. Una chica sale y dice que va a cerrar, pero que podemos llevarnos lo que queramos y devolverlo al día siguiente. Mi hermana corre por la acera y cruza sin mirar. Todas las calles están en obras. De repente todo está oscuro. Le pregunto a mi hermana si es de noche. Me temo que te has quedado ciega, me dice y me da la mano. Llévame a "Luces", le digo ("Luces" es una librería). No sé cómo, de repente, estamos sobre la alfombra de un restaurante indio comiendo pollo tikka.
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Oigo gritos en el garaje, bajo a ver qué pasa. Los veo correr por la rampa. Alberto está dentro del coche y me hace señas. En una escalera muy estrecha que no había visto nunca hay varios cocodrilos. Parecen de tela. Me acerco y me atacan. Me defiendo como puedo a patadas.