sábado, 13 noviembre 2021. Voy de copiloto en un coche rojo. ¡Frena! Un tren pasa a toda velocidad delante de nuestras narices. Pasa dando una curva cerrada. Tan cerrada que se tumba pero sigue su camino en horizontal. Quiero volver a casa, pienso. Salgo del coche y camino. Son senderos de tierra. Llego a un pueblo. Me voy encontrando amigos y a todos les pregunto si pueden llevarme a casa. Mi prima Elisa dice que ella también se queda. Veo pasar a Alberto. Sube por un camino de tierra. ¿Me llevas a casa? Se vuelve con gesto enfadado. Sé que dice algo porque le veo mover los labios, pero ni oigo ni entiendo lo que dice. Después de un rato echándome la bronca le digo: Fin. Me doy la vuelta y bajo de nuevo al pueblo. Veo a Colin Firth en una esquina, sentado en el suelo sobre una toalla. ¿No estará mendigando?, pienso. Lleva bañador de palmeras y tiene heridas en las piernas. Pienso que se las hizo haciendo surf. Intenta consolarme. Todo se arreglará, dice. Yo niego con la cabeza. Dudo si sentarme con él sobre su toalla. Veo a Masip a lo lejos. Lleva el pelo con mechas verdes, pantalón corto y calcetines hasta la rodilla. Se le ve joven y feliz. Cuando me ve, se acerca sin decir nada y me pone un caramelo en la boca. Después cruza la calle bailando. Yo me quedo sentada en el escalón de un portal muy oscuro, viendo como se aleja.