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viernes, 22 febrero 08. Alberto ha salido y yo lo espero en una habitación de hotel. Acabo de salir de la ducha y oigo voces. En la habitación han entrado dos parejas con maletas enormes. Quiero decirles que es mi habitación, pero no me sale la voz. Les hago una señal con la mano para que esperen y me encierro en el cuarto de baño para vestirme. Cuando salgo, ya han sustituido nuestras cosas por las suyas. Les explico que nosotros no nos marchamos hasta el día siguiente. No me hacen caso. Ni siquiera me miran. Empiezan a llegar amigos de las dos parejas y la habitación se llena de gente que bebe y fuma. Encienden la tele para ver un partido. Les digo que nosotros también hemos ido a ver un partido. No me hacen caso. Empiezo a pensar que no me ven. Uno de los chicos me mira y me dice: Sí te veo, pero me has decepcionado completamente. Salgo a la calle en busca de Alberto, pero no sé en qué ciudad estoy. Entro en un monasterio enorme lleno de habitaciones sin puertas, decoradas estilo chino. En algunas hay gente durmiendo, en otras muñecos disfrazados de chinos.