punset y askildsen

sábado, 2 agosto 2008. Entro en clase de física. Sólo quedan sitios libres al fondo. Cuando voy a sacar la libreta para coger apuntes, veo que sólo llevo tres folios que ya están escritos. Los saco de todos modos para que el profesor no me diga nada. El profesor es Eduardo Punset. Después de explicar algo en la pizarra, se acerca a mi mesa, lee mis folios escritos y me dice que seré una gran física.
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Alberto, David González, un chico que dice ser rociero y yo, hablamos en una cafetería con un escritor mayor. David le dice que tendría que leer mi novela. Yo le digo que no tiene mérito, que sólo he aprendido a escribir leyendo a Askildsen. El escritor mayor sonríe, como si Askildsen fuera él. Se levanta y se acerca a pagara la barra. Desde allí nos dice adiós con la mano. Alberto le pregunta al chico rociero por qué lo es. El chico dice que es igual que ser otra cosa. No es lo mismo, le respondo, los rocieros hace mucho ruido por donde pasan. Justo en ese momento pasa un grupo por la calle cantando y bailando. El chico dice que está borracho porque no se ha duchado. Querrás decir porque no has comido, le digo. No me he duchado hoy porque no había agua fría, ¿tú sí?, me dice. No tengo problemas con el agua fría, le digo y le cuento cuando estuve en Marruecos en pleno invierno y tenía que bajar medio desnuda al piso de abajo a ducharme con agua fría. Todos se ríen como si la historia fuese graciocísima.