sumo

lunes, 4 agosto 2008. Bajo por el jardín de la Victoria junto a un hombre chino con aspecto de luchador de sumo. Vamos discutiendo. Al llegar a la iglesia, le digo que lo dejo para siempre. Me insulta en chino y, sin detenerme ni volver la cabeza, me alegro de no entenderlo. Llego a la casa de mis padres. Están sentados en el sofá viendo algo en la tele. Por sus caras debe de resultarles muy divertido. Pienso que dejaré para más tarde decirles que me vuelvo a vivir con ellos.