bombero pirómano

viernes, 24 octubre 2008. Mientras tiendo ropa que mi hermana se ha dejado chorreando en un cubo, Javier me dice que ya tiene los libros. Me enseña dos folios verdes impresos. Uno es de Héctor y el otro mío. Héctor no comprende cómo dos libros ocupan sólo dos folios. Indignado, le quita a Javier el suyo y desaparece. Las luces se apagan y Paco Cumpián se sube a una máquina gigante. Javier me explica que es la más antigua del mundo. La sombra de Cumpián subido a la máquina es preciosa y pido permiso a Javier para sacar unas fotos.
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Ayudo a mi suegra a pasar por un camino de barro. A la puerta de un restaurante hay un puesto de cosas viejas que la lluvia ha mojado. Entre ellas álbumes de fotos antiguas. Le pregunto al dueño cuánto cuestan. Dice que no sirven para nada, que sólo me cobrará 12 euros. Mientras hablo con él, mi suegra se ha subido a una mesa camarera y patina sobre ella como si tuviera cinco años. Junto a los álbumes hay figuritas de monos muy feas que cuando las miro cambian de postura y me ponen caras.
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Llegamos a un bar. Se sientan con nosotros Muñoz Quintana e Isa. Nos traen una cerveza a cada uno, menos a Alberto que le ponen delante cuatro copas pequeñas con hielo rosa y un Martini. De los cubitos saca cuatro muñecos Kinder y me da uno. Ya sabes que siempre he odiado a los búhos, le digo. Reparte otra vez los muñecos y me da el último, un fantasma que en mis manos se convierte en una figurita Disney. Ya sabes que siempre he odiado a Disney, le digo.
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Carmen y Enrique están muy serios en la puerta de un bar, esperando a que abran. Los saludo desde lejos pero no responden, parecen dos figuras de cera. Una vez dentro, los veo sentados en una mesa muy larga que preside Lucas, el koala puesto. Lucas lleva unas gafas rojas de pasta muy exageradas. Actúan como si yo fuera invisible. Una de las chicas de esa mesa, le da una patada a una salamanquesa pequeña que hay a la entrada de los servicios. Le digo que es más animal que la salamanquesa. La chica me insulta. Lucas me hace un gesto como diciendo que está de mi parte. Después les dice a todos que sólo a mí se me podía ocurrir escribir una novela sobre un bombero pirómano. Un chico me da un single, pero dentro de la funda sólo hay una caja de cerillas. Pienso que se están burlando de mí, pero me da igual, porque al menos ya no soy invisible.