atar

lunes, 15 agosto 2016. Alberto quiere acordonar una calle. Lleva un rollo de cinta roja y blanca como la que usa la policía. La ata a una farola y me dice que cruce la calle. Un coche pasa a toda velocidad, pero en vez de romper la cinta, se le queda enganchada. La cinta estira doscientos metros sin romperse. La corto con los dientes. Cuando voy a atarla a otra farola, en realidad estoy atando bolsas de plástico a una cortina de una cristalera en un primer piso. Hay que unir las cortinas para que no pase luz, dice Alberto. Las bolsas son ahora muestras de tapicería. Las cortinas han quedado muy bien, a pesar de todo. Parece una casa nueva, por habitar. No hay muebles. Desde la cristalera veo una jardín donde juegan unas niñas. Me gusta esto, pienso.