cajita muy pequeña y bolsa enorme

miércoles, 2 octubre 2019. Estoy en un teatro algo desvencijado donde nos dan clases de algo. He olvidado mis apuntes. Una chica llega con su hijo en un cochecito y se sienta a mi lado, se la ve sofocada. La conozco de algo. Le pregunto al tipo que está mi lado si sabe cómo se llama. Para que vea que no es por cotilleo, que de verdad la conozco, le digo que una vez le di una cajita muy pequeña y no supo abrirla. El tipo me hace un montón de preguntas sobre la cajita. Para quitármelo de encima, me invento que era de madera y dentro llevaba dentro una cinta casete de contestador. Eso hace que se interese aún más. Decido cambiarme de sitio, pero me doy cuenta de que no llevo sujetador. Voy a los servicios, pero el suelo está cubierto de agua y voy descalza, además ningún servicio tiene puertas y son unisex. Intento ponérmelo sin sacarme el jersey. Comienza a llegar gente sin parar.
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Parece una casa de estudiantes. Sobre una mesa hay un papel con mis datos, incluso mi número de cuenta. Me la guardo y decido irme de allí. Una chica me rapea al oído. Ahora con música, le digo en inglés. Responde, en inglés, que no me entiende. Al entrar al ascensor para subir a por mis cosas, hay un montón de ropa sucia y un chico en el suelo. Subo por las escaleras. Le cuento a Alberto todo lo que está pasando abajo. Me manda callar porque está mirando el móvil. Recojo todas mis cosas y le digo que me largo. Mientras lleno una bolsa de deporte enorme, pienso que la próxima vez viajaré con lo puesto. Ni me despido. Alberto baja detrás de mí, lleva papel para reciclar. Le digo que ya lo tiro yo. Se da la vuelta y lo veo subir la escalera alegremente. Al salir veo una fila de turistas que miran el escaparate de una pastelería. Un tipo bajito y calvo con acento francés dice que la gente es idiota por buscar el lujo. Lo miro y nos reímos.