documental

jueves, 31 octubre 2019. Entro a un salón de actos donde se proyecta un documental. No estoy muy atenta. Me siento cerca de la puerta para poder escapar llegado el caso. Alguien nombra en pantalla a Eduardo Laporte. Aparecen en pantalla unos textos suyos. Pienso que tengo que contárselo, que se pondrá muy contento. Se encienden las luces. Una chica s acerca como si me conociera. me cuenta que ha venido expresamente a ver ese documental, aunque después de caminar juntas hacia un rato descubro que ha venido a conocer a alguien. Ha estado tonteando con una chica por internet y ha venido a conocerla, pasará el fin de semana en su casa. Como si yo fuera una experta, después de escuchar su historia, le digo que mi conclusión es que esa chica es sólo un capricho, mientras que la chica está enamorada de verdad. Se encoge de hombros. Entramos en un restaurante donde cenan los poetas del salón de actos. Afortunadamente no conozco a nadie. Le digo a la chica que lo ha hecho muy mal, que tenía que haber tensado un poco más, que quizá si hubiera esperado un par de meses, se habría enamorado de esa pobre chica. Ella come con los ojos en blanco, haciendo gestos teatrales. No me gusta, no sé qué hago allí. Sólo quiero largarme y contarle a Eduardo que sus poemas salían en un documental.