autoconfinamiento

miércoles, 6 mayo 2020. Hay una fiesta popular en la playa para celebrar que acabó el confinamiento. Todo el pueblo va disfrazado y están subidos de cuatro en cuatro en unas plataformas de madera muy inestables. Cada uno dice una frase, todos se ríen, aplauden y le dan la palabra a otro grupo. Uno de ellos se burla de otro grupo, hacen intento de bajar de las plataformas para pelear, pero justo en ese momento alguien grita ¡La ola! y todos corren hacia el mar. Yo voy a con Alberto y dos niñas. No sabemos qué hacer con nuestras cosas y las escondo debajo de una silla de playa. Una vez en el mar todos cantan y bailan felices. Una de las niñas llora, dice que borró sin querer todas mis cintas de casete. Me da igual, le digo (aunque no me da igual). Vuelvo al hotel donde se supone que estamos alojados. La puerta no se cierra, mi móvil está roto. Estoy hasta las narices de todo. Hago la maleta para largarme. Llegan los de la habitación de al lado. Como la puerta está abierta de par en par, oigo y veo que una se burla poniendo los ojos en blanco: Claro, a ella le han dado la suite. La llamo para que vea mi habitación. Es igual que la tuya pero tiene tres camas. La chica, que se parece mucho a Lidia Lozano, se vuelva a su cuarto avergonzada. Cuando por fin llego a la calle hay otra fiesta. Todo el pueblo va disfrazado de una mezcla de Alaska y Frida Kahlo. Espero a que pase un desfile mientras pienso que no vuelvo a salir de casa nunca más.