bañera con piedras

lunes, 2 agosto 2021. Parece un patio. Alrededor hay un arriate con plantas que parece que nadie cuide. También una bañera llena de piedras. Hay un grupo de personas desayunando. Hace ruido. Les digo alzando la voz que de hoy no pasa, que vaciaré la bañera de piedras y quedará como nueva, que la casa da vergüenza. Ni se inmutan. Me fijo en que en cada maceta también hay piedras. Algunas me parecen muy bonitas y, en vez de tirarlas, empiezo a pensar en dónde voy a guardarlas. El grupo deja de desayunar a la vez y disfraza a una señora de Isabel II para grabar un vídeo. Le ponen una gabardina, botas de agua, un bolso (que no pega con el atuendo) y un pañuelo a la cabeza. Salgo tras ella. Está subida en una especie de trilladora y se lanza ella misma patatas a la cara mientras un chico la graba.
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Mi madre tiene el pelo muy largo. Va vestida como una quinceañera. Mírala, es igual que Elisa, le digo a mi tía. Mi madre casi llora, dice que no conoce Fuengirola y no sabe dónde podrá ir a cortarse el pelo. Corro hasta la cancela para abrazarla. No te preocupes, busca cualquier peluquería que ponga "de señoras" no en una unisex, y verás qué bien te dejan. Mi tía sale de casa, le digo que tenga cuidado, que no deje que se cierre la puerta que no tengo llave.
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Manuel dice que a pesar de todos lo años que lleva escribiendo no encuentra su voz. Acércate a la mesa, le digo, cuéntaselo a ella. La mesa es de madera maciza con los cantos romos por los años. Manuel apoya la cabeza en la mesa y le habla. Lo que dice se va escribiendo solo en el papel que hay sobre la mesa.
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Voy con Joan por la acera del parque. Me pego mucho a él, lo abrazo y le doy un montón de besos de abuela porque hace mucho que no nos vemos. Mientras caminamos le cuento la película que vi por la noche con música de los Smiths. De repente estamos en la cama de mis padres y Joan es un bebé muy pequeño. Está dormido. Abre los ojos y dice: La bruja ya no tiene hambre.