escondida

miércoles, 18 agosto 2021. Pinto el suelo del que fue mi cuarto en la casa de mis padres de azul con una fregona. Salgo y al volver a entrar veo cómo la pintura se la levantado en algunas zonas formando olas quietas. Empieza a llegar gente a casa. Mi cuarto se transforma en mi dormitorio de ahora. Yo me pego a la pared y me cubro con una cortina para que no em vean. Entra una madre con tres niñas vestidas igual (un vestido con delantal muy cursi). Pisan el suelo recién pintado (que ahora tiene muebles). Las niñas tocan todo. Una de ellas coge una caja y una figurita de cerámica. Pienso que la madre le dirá que suelte lo que no es suyo, pero se hace la tonta rebuscando en su bolso y las niñas se llevan varias cosas. Después entran tres o cuatro operarios, miran la puerta que da a la terraza. ¡Han puesto la manilla de plástico!, dice el que parece el jefe. Todos comentan horrorizados. Me fijo que de la pared sobresalen unos tornillos del grosor de un dedo.