conga

sábado, 25 septiembre 2021. Un grupo heterogéneo, jóvenes y viejos (sobre todo viejas) en una especie de encuentro en un crucero quieto (es un barco enorme pero no navega). Julián López (lo vi en la Feria del Libro) se me acerca y comienza a contarme algo. Al notar en mi gesto que no me interesa nada de lo que dice, se para y me pregunta: ¿Es que no te interesa? No, respondo. Se sorprender de mi sinceridad, dice que desde que es famoso nadie se atreve a decirle la verdad. Me abraza. Dos señoras, desde un sofá Luis XV, me preguntan dónde podrían hacerse un seguro. Les digo que Julián es el mejor asegurador. Quieren abrirse una póliza de un millón de euros. Ahí los dejo hablando y aprovecho para escabullirme. Entro en una habitación (que parece un todo a cien) donde un montón de gente hace una conga alrededor de las estanterías. Me uno a ellos para no llamar la atención. Pienso que nada tiene sentido, que en realidad me gustaría estar en casa. De repente camino por un sendero embarrado. Pienso en lo bien que me vendrían las botas de soldado que llevé hace poco a que les pegaran las suelas. De repente las llevo puestas, pero las suelas se despegan. Vuelvo a caminar sobre barro. Pienso en que ojalá se hiciera de noche para no ver dónde piso. Se hace de noche, todo está tan negro como si tuviera los ojos cerrados.