mosquita amarilla

viernes, 3 de septiembre 2021. Unas chicas vienen a casa de mi madre a hacer un trabajo para clase. Una de ellas tiene un hijo. El hijo quiere ver los pájaros que hay en la terraza. Le digo que salga conmigo pero que tenga cuidado. El niño se convierte en una mosquita amarilla muy pequeña. Aparece una avispa asiática y se lo come. Entro en casa sin el niño y sin saber cómo decirle a su madre lo que ha pasado.
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Estamos durmiendo en una habitación con varias personas. Oigo un ruido, me asomo y le digo a mi madre que hay un hombre sentado en el salón, que salgan todos conmigo para ayudarme por si es peligroso. Hay quien se tapa la cabeza con la sábana y no sale. Salimos únicamente mi madre y yo, dispuestas a darle un garrotazo al hombre. Es el vecino, dice mi madre al verlo. Nos cuenta que mi madre ha aparcado en su plaza y viene a vengarse. Le explico que mi madre no tiene coche ni carnet de conducir. Intento convencerlo para que se vaya, pero dice que no puede bajar por la escalera y que el ascensor está roto. Salgo a comprobarlo. Efectivamente en vez de ascensor hay unas tablas muy frágiles como las de las cajas de frutas.