el chico de las muletas y las chicas furry

miércoles, 10 julio 2024. Estoy en la terraza de un bar (en realidad no es más que una calle estrecha con mesas muy apiñadas). A mi alrededor todos parecen extranjeros. Un chico muy joven se sienta en mi mesa y me cuenta cosas (no recuerdo de qué habla). Todo el bar lo atiende porque lo que dice parece ser interesantísimo. Le digo que quizá no entiendan nada porque son extranjeros, que si quiere lo voy traduciendo. En ocasiones habla de alguien que se llama Bono. Le digo que si es su apellido quizá seamos familia. No dice nada. Le pregunto si es un mote como el del cantante de U2. Se levanta y se va. Me fijo en que lleva muletas, tiene una pierna arqueada y más corta. De espaldas está extremadamente delgado. De repente me da mucha pena y lo sigo. Aparece David con dos chicas muy modernas, maquilladas estilo años 80, con gafas de sol enormes a juego con abrigos tipo furry (una en fucsia y otra en naranja). Parece que hayan viajado en el tiempo. Quieren ir a un bar. Miro la hora, las 21.30 (aunque el reloj que llevo en la muñeca es en realidad el envoltorio arrugado de una chocolatina). Pienso que tengo que avisar a Alberto, decirle que estoy bien pero llegaré un poco tarde. Les digo que no vayamos muy lejos, que conozco un par de bares allí mismo (en el callejón trasero a la plaza de la Merced). Los bares han cambiado, tienen distintos nombres y son luminosos, no son los antros con los que yo esperaba sorprenderlos. David dice que conoce uno tropical. Es enorme y colorido, tiene un jardín al fondo. Hay chicas preciosas bailando en bikini y tipos con traje y corbata mirándolas embobados. Las chicas furry levantan los brazos y bailan. El chico de las muletas, que antes parecía tan seguro, se siente avergonzado. Señalo al chico con la mirada y le hago un gesto a David de, mejor nos vamos.
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Llego a casa. No hay nadie. Llamo a mi sobrino, lo consuelo (no sé de qué). Mientras hablo, voy recorriendo la casa a oscuras. Él asiente a todo lo que le digo. Al cabo de un buen rato oigo el ascensor. Ya llegan, no estés mal, le digo. Vale, dice él y colgamos.