pan de madera

miércoles, 4 diciembre 2024. Busco una tienda de alpargatas. Las veo amontonadas a través del escaparate. Al entrar no están. Parece un taller de un carpintero, con virutas y tacos de madera por el suelo. También hay animales del tamaño de una nuez hechos de madera. Cojo una tortuga para regalársela a Gallero, pero cuando la tengo en la mano parece un pájaro y al devolverla al suelo parece solo un trozo de pan. También hay suelas de zuecos y trozos de cuero. Pienso que tal vez están ahí para que cada cual pueda hacerse el suyo a su gusto.
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Estoy en casa de mis padres alrededor de la mesa camilla. Francis come una rebanada enorme de pan como si fuera un niño hambriento. Va en pijama. Alguien me pasa el teléfono, es Salvatore. Me cuenta algo sobre un partido de fútbol. No sé qué decirle y le paso el teléfono a Alberto. Alberto si decir nada se lo pasa a Francis, que mastica con prisa para poder hablar.
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Voy con alguien parecido a Alberto por una calle empedrada. De repente decide bajar por un hueco que parece lleno de harina. El supuesto Alberto lleva un traje de ante marrón. Te pondrás perdido, le digo. Se revuelca por la supuesta harina como lo haría un niño que acaba de descubrir la nieve. Mientras baja, me pregunta por qué cuando jugaban al fútbol se llamaba unos a otros "perra", que eso solo pasaba en su colegio. Pienso que me pega que lo inventara Héctor, pero no digo nada y sigo bajando, tratando de no mancharme demasiado. El hueco desemboca en una especie de sala donde se supone que trabaja un practicante, pero quien está es un chico arreglándose para salir. Alberto es ahora otra persona y se pone muy contento al comprobar que el chico y él llevan los mismos calzoncillos (una especie de mallas rosas hasta mitad del muslo). El chico dice que como es viernes lleva dos, una sobre otra. Se ríen. Llegan dos amigos del chico, le dicen que se dé prisa. Él habla con una chica a través de la puerta. Dice que si no se quedó satisfecha puede intentarlo otra vez, pero solo para ella. Mientras los oigo hablar, pienso en cuánto han cambiado las cosas, que cuando yo era joven ningún chico me hubiera propuesto nada parecido.