diputados y ángel de la guarda

viernes, 19 septiembre 2008. En el Congreso de los diputados todos van vestidos con anoraks verde caqui. Cuando los de un partido hablan, los del otro se suben la capucha para no escuchar. Pienso que tengo un anorak igual y que si se pone de moda por culpa de los diputados, no podré ponérmelo cuando llegue el frío.
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Llego a casa de mis padres muy tarde y cansada. Mi madre dice que no me relaje demasiado porque tengo clase de historia y matemáticas. Cena rápido y te vas, dice. Me cambio de zapatos, me pongo unas botas de boxeador.
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Una chica sube por calle María. Es de noche y todas las farolas están apagadas. Camino unos pasos atrás como si fuera su ángel de la guarda. La chica ve llegar un coche y se detiene delante de la puerta de Rosamari. Le digo telepáticamente que no tenga miedo, que sólo es el padre y el hermano de Rosamari. La chica los saluda y entran todos a casa. Juanito, el hermano, me ve y me abraza. Cuánto tiempo sin verte, dice, por lo menos tres años. Tres no, treinta, le respondo.
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Entro a casa de mis padres por una ventana. Todos están alrededor de una mesa. Parece el día de Navidad. Me recibe un niño, me abraza, me cuenta que se ha pasado el día jugando con el maquillaje de mi madre. Todos se escandalizan. ¿Es que existe alguien a quien no le guste jugar?, les pregunto. Mi padre levanta la mano el primero, después toda la familia.