mercurio y pétalos amarillos

martes, 2 agosto 2011. Me asomo al borde de la cama y veo cientos de esferas diminutas de mercurio, como si un termómetro se hubiera estrellado en el suelo. Bajo con cuidado e intento unirlas, pero cuando al fin consigo formar una bola de mercurio del tamaño de una nuez, ésta comienza a rodar a una velocidad supersónica y cada vez que se estrella contra la pata de un mueble o con la pared, vuelve a convertirse en cientos de esferas diminutas que tengo que volver a unir.
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Camino hacia Ferran por la diagonal de una habitación enorme y cuadrada que no tiene techo. El cielo tiene un color tan raro que pienso que se trata de un decorado. El suelo está cubierto de pétalos amarillos muy pequeños. Ferran me entrega un par de cuartillas. Se ríe, me las quita. Me he equivocado de carpeta y te he dado dos billetes en vez de dos poemas, dice. Le digo que nunca había visto unos billetes tan grandes. Es que son de 201 euros, dice.