viernes, 12 diciembre 2025. Estoy en casa de mis padres. Llega mi tía E muy preocupada, no sabe dónde está mi tía M (dice que se fue muy temprano y no ha vuelto). Salgo a buscarla. Voy en el bus mirando desde las tiendas que suele frecuentar. El bus se transforma en una heladería Llaollao. Unas chicas chandaleras mofan de cómo voy vestida (muy normal, vaquero y camisa de lino). Veo a mi tía y a mi hermana del brazo, mirando un escaparate. Me ven. La heladería no tiene puerta, parece una pecera, no puedo salir. Les digo por señas que llamen a casa para decir que están bien. Se ríen y siguen su camino. De repente es de noche y estoy en la calle de mis padres. Veo a lo lejos a mi madre y a mi abuela, con paso diligente, hacia la parada de autobús de calle Fernando el Católico (está como antiguamente, con la tintorería y la mercería). Veo que van a entrar en un autobús equivocado. Corro hacia ellas, pero no llego a tiempo.