miércoles, 5 noviembre 2014. El poeta Parreño se sienta a mi lado sin decir nada. Tengo un lápiz en la mano. Toma mis dedos y juega con ellos. Juega con el lápiz como si fuera un dedo más.
mi nombre
lunes, 3 noviembre 2014. Una chica, a la que se supone conozco mucho, se acerca con su hija en los brazos. Se llama como tú, dice. Me alegro mucho, la abrazo, beso a la niña y a la madre, las zarandeo de alegría. Está tan feliz que no me atrevo a decirle que no tengo ni la menos idea de quién es.
deseo cumplido
sábado, 1 noviembre 2014. Miro a la calle desde arriba. Hay un camión. Un coche intenta aparcar sobre el camión. Avanza muy despacio. Le digo mentalmente que pare. Por otra parte, deseo que caiga para ver qué ocurre. El coche cae hacia delante en vertical y se empotra en la cabina del camión. Deseo que el conductor salga ileso. Pienso que eso es imposible. Deseo que sólo se haya hecho una pequeña brecha en la frente. Salen tres personas. Sólo una lleva una pequeña brecha en la frente.
sentido contrario
jueves, 30 octubre 2014. Sora y yo vamos en taxi. Se supone que hemos quedado en recoger a Juan Cabezas. Lo vemos a lo lejos tomando un café en la terraza de su casa. El taxista da una vuelta y pasa de largo. Vamos en sentido contrario, todas las calles están en obras, hay muchísimo tráfico. El coche que va delante del nuestro da dos vueltas en el aire, caer en la calzada y continua su camino. Pienso en si será una maniobra nueva para adelantar.
+
Jurdi me explica la nueva táctica que ha inventado para conquistar mujeres y vivir a su costa. Me da mucha pena que hable así. Lo dejo desayunando en el comedor de la casa de mi abuela. Yo voy hasta la habitación del fondo y me tumbo a los pies de la cama a mirar la pared que miraba de niña para buscar caras dibujadas por la humedad.
sopa
miércoles, 22 octubre 2014. Mi padre ha usado una camiseta amarilla que claramente no es suya para usarla como trapo para hacer bricolaje. También ha volcado una lata de cola sobre la mesa que yo acababa de barnizar. Me voy a la cocina por no pelear con él. Hago sopa con unas bolitas verdes que vienen en racimo. No sé qué son, pero hago sopa de todos modos con tal de no pelear con nadie.
ver, oír, callar
martes, 21 octubre 2014. Chivite conduce un coche con volante a la derecha. Voy en el asiento de atrás. Me fijo en que lleva un jersey de mezcla rojo y negro. Se supone que lo he tricotado yo. No le digo nada. Se supone a ha venido a verme y ya se marcha. Pasamos de largo por mi calle. No le digo nada.
los días sin sombras
viernes, 10 octubre 2014. He comprado algunas cosas y a la hora de pagar no llevo suficientes monedas. Las que le voy poniendo sobre el mostrador resultan ser fichas plástico, botones o antiguas pesetas. Mientras meto las cosas en la bolsa de Beckett se me rompe.
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Llego a lo que parece un cine. Mientras espero a que empiece la película los asientos se van convirtiendo en camas. Sólo hay chicas, charlan. Me levanto para irme. Una me pregunta si me acuerdo de ella. No. Otra pregunta por mi familia (al hacerlo tengo la visión del jardín de la casa de mi abuela en una reunión de verano). No sé cómo acabo explicándole que los días blancos me entristecen. ¿Los días nublados? No, los días blancos, los días sin sombras.
el adolescente menguante y la niña huevo
jueves, 8 octubre 2014. Camino con un adolescente por la calle. Al cruzarnos con sus amigos quita mi mano de su hombro. Le digo que no se avergüence, que podría ser su madre. Nos reímos. Al cruzar, un banco de listones de madera nos impide llegar a la acera. Le propongo que nos sentemos sobre el respaldo y alcemos el cuerpo. Él lo hace sin esfuerzo y yo rompo dos listones. Se forma un corro de transeúntes. Alguien dice que hay que llamar a la policía. Ahí hay uno, dicen, pero cuando se acerca es un cura vestido para dar misa. Le explico que la culpa es sólo mía. El adolescente, mientras tanto, ha ido menguando y no es más que un pequeño niño de barro o plastilina en la palma de mi mano.
+
Parece una fiesta. Una chica debe conseguir pétalos para un concurso y golpea un ramo contra una mesa enorme de madera. Mientras una niña bebe a escondidas vino y cerveza, y se abanica con un fajo de billetes. Quiero irme de allí. Me despido de todos uno a uno, eligiendo a quién dejaré para el final. La niña es ahora un muñeco con forma de huevo en su caja. Según cambia de expresión, la etiqueta de caja cambia también y describe lo que la niña huevo siente. "Sonrisa enorme, duerme", leo y dejo la caja sobre una silla.
ladrillos
martes, 7 octubre 2014. Salgo a la calle a través de una tapia encalada. No la salto ni paso por una puerta, la atravieso. Afuera veo a Juan apilando ladrillos de barro aún sin cocer. Los coloca pegados al muro, como si ordenara libros en una estantería. Le pregunto si puedo ayudarle. No dice nada. Cojo ladrillos por mi cuenta e intento colocarlos al lado de los suyos, pero los ladrillos atraviesan mis manos como yo atravesé la tapia.
pulsera
viernes, 3 octubre 2014. ¿Por qué llevas esa pulsera?, me pregunta una chica. Me fijo entonces en que llevo una pulsera que no había visto antes. Le cuento que me la regalaron para que al mirarla recordara que no debo beber alcohol. Pero no es fácil que te vendan alcohol ni cigarrillos, dice. Me fijo en que la chica es muy joven y cree que yo soy de su edad. La chica se pone a recoger ropa de un enorme tendedero plegable. Al fondo construyen el esqueleto de un armario. La ayudo. Un chico, carpeta en mano, nos pregunta si iremos a la excursión o nos quedaremos en la hora de estudio. No sé de qué habla, pero por lo que veo a mi alrededor deduzco que estamos en una cárcel o un reformatorio. Nos quedamos, dice la chica. Recogemos la ropa del tendedero y la metemos en cestos. Después los que construían el armario hacen una coreografía.
cortinas
lunes, 29 septiembre 2014. Acompaño a mi madre por la calle, pero no puedo seguir su ritmo, las piernas se me doblan, me duelen las rodillas, se me cae todo lo que llevo entre los brazos (carpetas, papeles). Me encuentro a mi prima Elisa con sus hijos. No sé de qué me habla, pierdo a mi madre de vista. Entro en una casa que parece abandonada a buscarla. Alguien me pregunta si busco el coche que me han robado. ¿Me han robado el coche? Me indican que entre en una habitación donde hay más de cincuenta niñas. Parecen refugiadas de guerra. Una me dice que son polacas, que están esperando que alguien las lleve a casa. Me han robado el coche, le digo. Me señala un pasillo. Las puertas son cortinas. Cada vez que me acerco a abrir alguna alguien desde detrás me agarra las manos y los brazos.
quesito
jueves, 25 septiembre 2014. Salgo de la casa de la abuela de Odila (y que ya no existe) comiéndome un quesito. En los escalones de la puerta hay varios hombres armados. Llevan turbantes. Mientras me alejo de ellos me como el quesito de manera que lo vean, como si ese quesito fuera mi salvoconducto.
cierra los ojos, ¿qué ves?
a ratos eras un niño
y cruzabas la calle
y yo te seguía con la mirada
como si así pudiera protegerte
de la velocidad
a ratos eras un hombre
y me amabas
y yo te seguía con las manos
como si así pudiera protegerte
del dolor
(domingo, 21 septiembre 2014)
y cruzabas la calle
y yo te seguía con la mirada
como si así pudiera protegerte
de la velocidad
a ratos eras un hombre
y me amabas
y yo te seguía con las manos
como si así pudiera protegerte
del dolor
(domingo, 21 septiembre 2014)
no hacemos nada más que hacer
sábado, 20 septiembre 2014. Playa. La han cubierto de piedras. No una playa de piedras, una playa con piedras que alguien ha colocado sobre la arena. David leo se sienta a mi lado y apoya la cabeza en mis piernas. Le digo que me ha encantado cómo termina uno de sus poemas: "No hacemos nada más que hacer". Le pregunto si vale la pena vivir. ¡Vivir, siempre! Dice y se queda dormido.
pasta flora
martes, 16 septiembre 2014. Entro en la casa de mis padres. Miro el buzón, hay dos Pasta Flora y ninguna carta. Al entrar, la casa se convierte en la de mi abuela. Todo está oscuro y en silencio. Alguien llega. Me escondo en el cuarto de baño. La bañera está llena de pelos largos como si hubiesen esquilado a Chewbacca.
la habitación de los sensatos
lunes. 15 septiembre 2014. Varios vecinos llegan a casa y se dividen en dos grupos. Cada grupo se encierra en una habitación. En la que me toca hay varios niños que empiezan a tocarlo todo. Deseo que estemos en otra casa y así ocurre. Ahora todos estamos en una habitación con poca luz y los niños saltan sobre el sofá. Mayores y niños saltan, incluso un bebé desaparece por uno de los agujeros que han hecho en el forro de la tapicería. Rompen los cojines y todo se llena de plumas. Me asomo a la habitación de los sensatos, discuten en voz baja cómo arreglar la puerta del ascensor, que tiene un leve arañazo.
con todas mis fuerzas
sábado, 13 septiembre 2014. Camino junto a un niño por una calle mal iluminada. Caminamos detrás de alguien que nos guía. El niño cae por un agujero enorme que hay en acera. Al intentar agarrarlo caigo con él. Intento gritar para que los que caminaban delante nos ayuden, pero en el agujero no hay oxígeno y, mientras seguimos cayendo y llevo la boca abierta y grito con todas mis fuerzas, no sale ningún sonido. Mientras caigo pienso que va a ser una manera muy fea de morir.
manchas de café
lunes, 8 septiembre 2014. Estoy en un bar de carretera con un grupo de poetas. Tenemos una lectura en unos minutos. Un chico dice que ha escrito un poema en una servilleta de papel, que le diga qué tal está. Retuerce la servilleta hasta convertirla en una flor. La abro, sólo hay manchas de café. Aparece Luciano de la mano de un niño. Lo oigo hablar con Pepe sobre la salud de su padre. Todos se van a la lectura. Alberto y yo salimos con retraso, los perdemos de vista. Me doy cuenta de que voy descalza y llevo un vestido que nunca he visto. La lectura ha comenzado. Busco al chico para devolverle la servilleta, ya sin forma, pero no está. Me toca leer. He olvidado los poemas en el bar. Saco unas cuartillas en blanco e improviso unos poemas. El último es una canción, digo al público. La canto en francés. Mientras canto, pienso que me he vuelto loca, que es imposible que yo esté haciendo todo eso.
tres tirantes y una melé
viernes, 5 septiembre 2014. Vivo frente a la casa de Sora, entre los dos edificios hay una plaza pequeña. Llega, le hago señas, se acerca. Estaré toda la tarde escribiendo, le digo y señalo una mesa y una silla muy pequeñas que hay junto a mi ventana. ¡Siete años!, dice muy contenta. Imagino que se refiere a un aniversario. Llega Daniel con un grupo de amigos, celebran algo, hacen una melé y se dan puñetazos. No sé bien si están de broma o van en serio. Bajo a ayudarlo, pero ya no hay nadie. En el portal me cruzo con Sora. Lleva un vestido a cuadros con cancán, le pregunto si se lo ha hecho ella. ¿Llevas tres tirantes?, me pregunta. Parece que vayamos disfrazadas de los años 50. Al llegar a casa veo que me dejé las llaves puestas en la puerta. Daniel está sentado en la cocina jugando con harina y agua. Le doy un trozo de tarta de manzana y le acaricio la cabeza. Me cuenta que en la pelea le han cambiado su ropa por la de otro. Me hace gracia mirarlo comer porque parece un niño pequeño con barba.
tarta
jueves, 4 septiembre 2014. Una ciudad entera hace cola para que les den un trozo de tarta. Alguien me empuja y entro en la cola. Todos llevan su trozo en la mano. También regalan revistas y nubes de caramelo. A mí nadie me ha dado nada.
espigas
miércoles, 3 septiembre 2014. Sobre la mesa hay espigas. Tienen vida propia, se mueven, se entrelazan, se hacen una bola, se estiran, aparecen otras espigas más pequeñas. Pienso que se aman. Las envidio.
g
martes, 2 septiembre 2014. Alguien ha robado la letra G. Doy vueltas en la cama intentando dormir. Se que no podré hacerlo hasta que componga algunas palabras, pero sin la G no puedo hacerlo.
caer
lunes, 1 septiembre 2014. Parece que estamos en China y hemos ido a visitar la muralla. Al fondo de se ven unos montes rojos iluminados por el sol. Quiero que nos hagamos una foto. Salvatore pierde pie y cae al vacío. Lo veo caer a cámara lenta. ¡Te quiero!, le grito mientras cae. Veo que cae a cuatro patas, como lo haría un gato. Me hace una seña con la mano y se levanta. A los pocos segundos aparece intacto. Lo abrazo.
tres gatos
jueves, 21 agosto 2014. Helena tenía tres gatos y los había enseñado a abrazar. A la hora de despedirse me abrazaba. Después les hacía una leve seña a los gatos. Los tres se acercaban y me rodeaban con sus patas. Enrique bajaba mi maleta porque pesaba mucho y decía que la escalera no tenía luz. Yo, en el último momento, recordaba que le había comprado a Carmen un pañuelo azul. Abría la maleta en la acera y lo buscaba. Carmen, desde el balcón, le gritaba a Enrique que el color de su barra de labios era el 26.
media lechuga
miércoles, 20 agosto 2014. Al parecer tenemos que escapar a México. Sospecho de un amigo que lo ha preparado todo para colarnos en un barco. Le digo a Alberto que huyamos esa misma noche. Meto lo imprescindible en la mochila verde que llevaba a las excursiones del colegio. Lo imprescindible: un bol con agua y media lechuga, ropa interior. Alberto se enfada porque no he metido jerseys. ¡Allí es invierno!, grita. Al gritar se convierte en mi madre. Le digo que jerseys podemos comprar en cualquier sitio, pero que tenemos que irnos inmediatamente. Mi madre vuelca agua en el suelo y dice que no podemos irnos hasta que limpiemos bien toda la casa. Le grito que cuando nos pillen y nos encierren pediré que nos pongan lejos y que no volveré a acercarme a ella. Me pongo la mochila y me largo. Alberto decide escapar por la ventana, pero es un piso alto. Veo como se desliza por la pared hasta llegar al suelo. Parece que se ha hecho daño en un pie. Intento la misma jugada, pero me da miedo y me descuelgo hasta el piso de debajo. Así, piso a piso, voy bajando la fachada hasta llegar a la calle. Alberto se hace fotos delante del camión del amigo que iba a ayudarnos a escapar. Los amigos van a tomar algo, parece que estén de celebración. No veo a Alberto con ellos y pienso que quizá haya ido a robar el camión para huir. Corro hacia el garaje donde está guardado y encuentro a Alberto a punto de marcharse, pero no puede salir porque delante del garaje hay un enorme socavón. Ya sé, le digo, hay que atar esas cinchas rojas. Hago una especie de puente colgante, le pongo unas tablas y el camión pasa, al fin, por encima. Alberto me abre la puerta para que suba.
ataúdes blancos
viernes, 15 agosto 2014. Voy con Cristina por la calle, habla por el móvil. Me lo pasa, quiere que le diga algo a alguien, pero yo llevo una croqueta enorme en la boca que no me deja articular palabra. Llegamos a un puerto donde la gente mira al mar desde arriba, apoyados en una baranda oxidada. Una chica nos da un plano y subimos también a mirar. En el mar flotan, ordenadamente, cientos de ataúdes blancos.
letras para todos
jueves, 14 agosto 2014. Al llegar a casa veo en la calle a un montón de gente alrededor del portero automático. Un técnico les dice que se calmen, que hay letras para todos. Los vecinos le van diciendo qué letra quieren que aparezca como distintivo en su botón. Veo que algunos han elegido el logo de "I love..." y después la inicial de su mujer o sus hijos. Pienso que cuando me toque elegir a mí no sabré qué poner. ¿Algo que me guste o algo que los amigos distingan cuando vengan a visitarme?
careta de poker
domingo, 10 agosto 2014. Micah P Hinson vive en un ático frente a mi casa. Yo pongo sus discos para que los oiga, para que sepa que me gusta. Alguien me cuenta que su madre fue actriz y después enfermera. Una tarde me hace señas para que vaya a su casa, presenta a sus amigos y dice que jugaremos al poker. Antes de echar las cartas todos se ponen la misma careta. Me van a ganar seguro, pienso.
billar
no nos habíamos vuelto a ver
desde niños
tu casa era un bar
con una mesa de billar al fondo
al verme dejabas de jugar
me abrazabas
yo hundía las manos en tu pelo rizado
me parecía de lana
(martes 4 de agosto, 2014)
desde niños
tu casa era un bar
con una mesa de billar al fondo
al verme dejabas de jugar
me abrazabas
yo hundía las manos en tu pelo rizado
me parecía de lana
(martes 4 de agosto, 2014)
cantos redondeados
viernes, 1 agosto 2014. Van llegando distintos grupos de estudiantes y debo presentarlos, pero no recuerdo ningún nombre. Parece una ciudad diseñada para ellos (los bares son silenciosos y tienes salas de estudio). Entro en un sótano con dos mesas de cantos redondeados. Llega un estudiante, dice que siempre quiso tener una mesa de cantos redondeados. Yo también, le digo. Todo es frío. Empiezan a morir estudiantes en situaciones extrañas. Por ejemplo, el más joven se tira desde un primer piso sobre una bandeja con espuma blanca en llamas. Nadie dice ni hace nada. Después tengo que guiarlos para hacer un trabajo, se me van perdiendo por el camino. Consigo hacer una especie de caravana con ellos y les voy diciendo que recuerden el sistema métrico decimal.
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