jueves, 11 septiembre 2025. Estamos en la planta de arriba de la librería Traficantes de sueños, aunque parece un restaurante. Nos han servido un vino blanco muy turbio. Un cocinero desde detrás del mostrador pregunta si nos gusta porque tiene un sabor muy peculiar. Aparece Araceli (trabaja en la librería) y bajamos con ella al patio. El patio es un autobús. Hablamos de los seguros de decesos. Le digo que siempre me han parecido absurdos, que mis padres me apuntaron nada más nacer, que todo ese dinero se lo podrían haber gastado en viajar, que de todas formas si te mueres y no tienes dinero, en la calle no te van a dejar, te entierran de todos modos. Nadie en el autobús me da la razón.