sábado, 20 septiembre 2025. Estoy en el comedor de la casa de mi abuela. He preparado la mesa con muchos platos distintos porque viene Joan a cenar. Come con ganas. Le digo si quiere postre, pensando que me dirá que no. Hace un gesto de, eso ni sepregunta. Voy a buscar qué hay. En un mueble del pasillo (es la primera vez que lo veo), hay un flan, dos tarrinas muy pequeñas de natillas, un trozo de bizcocho. Lo pongo todo en una bandeja para que pueda elegir. Mi tía Paqui me llama desde el cuarto de estar. En la mesa hay restos de frutas, algunas no las conozco. Me cuenta algo supuestamente divertido y me río por compromiso para irme y no hacer esperar a Joan. De la mesa del cuarto de estar he cogido unas cuantas uvas y unas frutas naranjas con pinta de dátiles, que no sé lo que son. Cuando vuelvo al comedor le pongo la bandeja delante. Ha llegado Jorge. Les digo que elijan, que pueden comer todo lo que quieran. Eligen las frutas naranjas, que de repente se han vuelto muy grandes y me parecen muy jugosas. Pruebo una y no me sabe a nada. Después de las frutas cogen un trozo de pizza como si no hubieran comido en años. No entiendo nada.
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Vamos por lo que parecen los pasillos del metro. Llevo un cómic que he leído y no me ha gustado. Alberto me lo quita de la mano y lo pone en una estantería giratoria que hay en un puesto. La chica le llama la atención, él sigue andando. Le digo a la chica que si se lo quiere quedar y vender está como nuevo. Me dice que las cosas no se hacen así, que si lo quiero donar tengo que ir al piso de abajo. Le pido disculpas. Unos metros más allá Alberto se ha sentado en el suelo (no se parece en nada Alberto). Dice que no le gusta el hotel. Le digo que no tenemos por qué quedarnos, incluso podemos irnos ya a casa y olvidarnos de la lectura que hay por la noche. Dice que a la lectura sí podemos quedarnos. No estás en situación de elegir, le digo, a partir de ahora voy a decidir yo: baja recepción y dile a la chica que no nos podemos quedar, que nos ha surgido un imprevisto, mientras yo voy a recoger nuestras cosas, cogemos el coche y nos vamos a los Picos de Europa. Alberto se levanta del suelo y desaparece. Entro en nuestra habitación. Es una habitación minúscula y está llena de gente porque es una habitación compartida (ayer vimos un documental sobre micropropisos). De repente todos se van, dicen que dejan la habitación solo para nosotros. De todas formas no me quiero quedar allí, los muebles están muy viejos y el cuarto de baño solo tiene un lavabo. Intento recoger nuestras cosas, pero lo unico que hago es ponerme calcetines unos encima de otros. Alberto llega. Le pregunto si ha cancelado la habitación. Se encoge de hombros.