red de sueños y la chica bebé

domingo, 14 septiembre 2025. Al lado de la cama he puesto una bolsa de red para que los sueños se vayan guardando solos y no tener que apuntarlos a la mañana siguiente.
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Estoy en una clase bastante vetusta con asientos de madera y terciopelo rojo. Justo antes de que entre el profesor me suena el móvil (el móvil es un billete de tren; lo desdoblo y respondo). Un tipo me pregunta si soy fulanita nosequé Gil (solo recuerdo el segundo apellido). Se ha equivocado, le digo, pero él insiste. ¿Seguro que no eres tú?, porque estoy buscándola para algo muy interesante. Lo dejo hablar porque tiene la voz muy bonita. Habla de otras chicas, todas pintoras, también, dice. Pensé que preguntabas por escritoras, le digo. Su voz me suena, me recuerda a la de Sergio Gaspar. Le pregunto si conoce a una tal Isabel Bono. No la conoce (me río). De repente estoy en un vagón de tren. La revisora me pide el billete (qué es el móvil por el que estoy hablando), me lo quita, lo mira y dice que está equivocado, lo arruga y lo tira al suelo. ¡Oiga, que estaba hablando por teléfono!, le digo y recojo el billete, lo estilo y me lo vuelvo a poner en la oreja, pero ya no se oye nada. Los demás pasajeros me miran como si estuviera loca. Me obligan a bajar en la siguiente parada. Estoy en un andén de un pueblo que no conozco. Llega a una chica que me recuerda a Jessa de la serie Girls. Pelea con un camarero porque ha pedido un menú pero a la hora de pagar no tiene dinero. Me hace gracia y me uno a ella. Dice que tenga cuidado con mi maleta, que me la ate a la pierna (lo intento, pero me es imposible andar, desisto). Llegan tres tipos muy guapos, parecen sacados de un casting de Hair. Una chica muy bajita y no precisamente guapa (aunque no es fea, es que tiene cara de bebé) llora porque está enamorada de uno de los tres melenudos y no es correspondida. La consuelo acariciandole la cara y la cabeza, exactamente como haría con un bebé. Se queda dormida. Los chicos se despiden y se van en moto. Nosotras nos vamos por las callejuelas del pueblo. Le digo a la falsa Jessa que uno de los chicos le ha metido algo en el bolsillo trasero del pantalón. Pienso que pueden ser drogas, pero es una lata con huevos de pascua. Por si acaso, los deja en el alféizar de una ventana. Una niña viene corriendo a traérnosla. Os habéis dejado esto, dice sonriente. Le damos las gracias y volvemos a deshacernos de ella, esta vez tirándola a una papelera.