bungalow

jueves, 5 febrero 2009. Varios amigos se hospedan en bungalows. Voy recorriendo cada uno de ellos recogiendo mis cosas. Cuando llego al último, al de Pablo, me dice que me lleve también las sábanas. Esa falda tan corta no te pega nada, me dice antes de que salga por la puerta. Su comentario me entristece desproporcionadamente. Salgo con un montón de ropa en los brazos, tanta que me impide ver el camino. Cuando me quiero dar cuenta no sé dónde estoy. Ni rastro de los bungalows, sólo un camino de gravilla suelta que, al caminar, salta y se me mete en los zapatos.