juano y daniel

miércoles, 25 febrero 2009. Juano conduce. Yo voy en el asiento de atrás. Dice que tiene una cámara nueva que hace fotos en sepia sin necesidad de virarlas en el laboratorio. Y no sólo eso, dice entusiasmado, también sales ya disfrazado de época. Le digo que podemos hacernos fotos en la playa y seguro que salímos vestidos con bañadores antiguos. Se ríe tanto que suelta las manos del volante.
+
Al llegar a casa veo que en el pasillo hay una grieta en el techo por donde sale un chorro de agua. Daniel ha puesto un cubo debajo. No me saluda siquiera. Siento una tristeza enorme y salgo a llorar a la terraza. Si él supiera el trabajo que me ha costado llegar hasta aquí, pienso. Subo a hablar con las vecinas, le digo. Una familia enseña el piso para venderlo. Pregunto por las dos ancianas que vivían allí. Murieron. Todos bajan a ver la grieta, pero mi casa se ha convertido en un huerto enorme. Daniel cierra la puerta de su cuarto y pide que no lo molestemos porque tiene que estudiar. Recuerdo entonces que yo también me examino de Macroeconomía y ni siquiera tengo los apuntes.