superpoderes

viernes, 11 junio 2010. El escritor Chivite está vaciando unos frascos en el lavabo. Me fijo en que es el tinte del pelo que acabo de comprar. Le pido una explicación con la mirada. Te ataré las mano si hace falta para que no te tiñas el pelo, dice. Pienso que si no me tiño las canas pareceré una bruja. Como si pudiera leer mis pensamientos, Chivite sonríe. Pienso que si me ata, podré desatarme usando mis superpoderes.
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Camino a cuatro patas por un campo recién segado. Es suficiente, me dice Alberto al cabo de un rato, ya se te ha secado el pelo.
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Los amigos de la peña de quinielas de Alberto han montado una coreografía en la piscina. Unos van vestidos de azul marino y otros con la camiseta del Barça. Forman posturas con balones de Nivea. Después se sientan a desayunar en una mesa larguísima. Les oigo decir que se quedarán a vivir en casa para siempre. Voy a desayunar a la cocina porque en la mesa no hay sitio para mí. En la cocina está todo desordenado. En la bolsa del pan de molde, por ejemplo, no hay rebanadas, hay pequeños croissantes tostados y fríos, incluso algunos mordidos. La mantequilla se derrite sobre la encimera. Ordeno cacharros, pero la cocina se ha convertido en la cocina de la casa de mis padres. Hay botellas vacías en la encimera, se caen. Temo que crean que estoy bebiendo a escondidas. Mi padre sale de un armario y me dice que apile bien las cosas. Primero las tapaderas rojas, después las demás, dice.
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(siesta). Me levanto de la cama para ir la baño. Para que Alberto no me eche en falta le dejo un pato verde de tela de toalla. El cuarto de baño tiene las paredes forradas de espejos. En algunos mis piernas parecen estalactitas o velas derretidas.
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Entramos en el restaurante de un hotel para robar tenedores. Al parecer, el tenedor es la moneda que hay que pagar a los taxistas.
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Álvaro conduce a pesar de tener diecisiete años. Cada vez que me habla, suelta el volante y se vuelve hacia mí. Le digo que no se mueva, que si quiere le canto algo. Una de los ochenta, dice. Hago que toco la guitarra. Le canto una canción de los Smiths.