cuadrícula sweet home

martes, 7 septiembre 2010. Sobre la mesa de la terraza de la casa de mis padres hay dos billetes muy verdes, tanto que no sé si serán auténticos. Miro el cielo y pienso que va a levantarse viento y los dos billetes se volarán. Inmediatamente ocurre. Los dos billetes vuelan haciendo piruetas. Pienso que mi madre se va a enfadar muchísimo. Recorto dos papeles del mismo color y los dejo sobre la mesa con un cenicero encima para que no se vuelen.
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Salgo a la carrera de la casa de la abuela de Odila, bajo la escalera en cuatro zancadas, bajo la cuesta, giro por calle María, llego hasta el final entre unos niños que juegan a la pelota. Corro como nadie y me siento completamente feliz. Al llegar al final de la calle encuentro una escalinata que nunca ha estado allí, pero me da igual, la bajo también a toda carrera. Desemboco en una habitación enorme donde viven unas cien personas ordenadas en cuadrículas. Cada uno tiene un vaso de palomitas grande lleno de comida y un ordenador portátil. Pienso que es la solución a la superpoblación y que es perfecto. Le pregunto a un tipo si me puedo quedar a vivir allí. Me dicen que hable con el jefe. El jefe es el poeta Juan Marqués. Juan se alegra mucho de verme y me pregunta en qué cuadrícula quiero vivir. Quiero una pegada a la pared, le digo. ¿No prefieres una al lado de Chivite?, dice. No, mejor una alejada para poder escribirle. Juan me acompaña a mi nueva vida. Para agradecérselo, saco un libro del bolso y se lo doy. El libro se titula "Libro de faros".