anillos y barro comestibles

viernes, 10 septiembre 2010. Estoy en un bar con Ela la mujer del poeta Jaime Siles. Al abrir el bolso se le cae al suelo un anillo de plástico amarillo transparente. Se ríe. Para que no coma entre horas le doy anillos. Siles se sienta a mi lado en un taburete, Ela le tiende un anillo idéntico al otro, pero azul, y Siles se lo come.
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Al pasar por delante de la terraza e un bar, veo sobre la mesa un cuenco con un niño de barro dentro. De repente recuerdo que es el hijo de Francis, que me lo dejó el día anterior para que lo cuidara y lo olvidé sobre la mesa del bar. Me acerco, está dormido. El camarero me dice que no se han atrevido a tocarlo ni a darle de comer. Tomo al niño, que en realidad sólo es un bloque de barro fresco y blando, y con una cucharilla voy rebañando el barro de la base y se lo meto en la boca. El niño come sin ganas.
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Un ruido en la puerta me hace huir de la casa de mis padres por la terraza. Salto el cristal que separa las terrazas y entro en la casa de los vecinos. No hay nadie. Me encierro en el último cuarto para que nadie me encuentre. Al cabo de un rato, algo se mueve sobre la cama. Es Iker. Me alegra mucho verlo, lo saco de la cama y lo llevo de la mano a otra habitación. Me tienes que contar tantas cosas, le digo.
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Estoy en un bar, en una mesa con unas diez personas. Sólo conozco a David Leo. Los oigo hablar. La puerta me queda justo enfrente y me sorprende ver entrar a mi madre con Juan Maldonado. Mi madre saluda con la mano y me dice que va a pedirse una pizza. Juan se acerca a mi mesa y me pregunta algo. Le digo que David leo escribe muy bien así que no necesita llevar sombrero. Cuando levanto la vista y miro a Juan, veo que también lleva. Todos en el bar, excepto mi madre, llevan sombrero.