marrón

martes, 20 diciembre 2022. Llegamos tarde a un festival de poesía. Una azafata nos indica que es en el salón de actos. Es un salón enorme, casi como un estadio de fútbol. Buscamos dos asientos libres en primera fila. Un tipo saluda y se sienta a mi lado. Es Pepe Navarro. Supongo que cree que mi cara de sorpresa es otra cosa e intenta besarme. Lo empujo y le digo que se aleje de mí todo lo que pueda. Empieza a llegar gente, no quedan sitios libres y se colocan de pie delante de nosotros. Justo delante de mí, el Hermano Pepito (fossor del cementerio de San Miguel) que con su anchura me tapa el escenario (solo veo su hábito marrón). De repente estoy entrando en casa de mi abuela. Mi madre me recibe alegremente en el jardín. Tu hermana acaba de llegar, dice contenta. Al entrar, entre la mesa de comedor y el sofá hay un colchón en el suelo y, bajo las mantas, mi hermana con Pepe Navarro Los dos muy sonrientes. Navarro, al reconocerme, me jura que no sabía que era mi hermana (como si a mí me importara). Mi hermana se levanta feliz y comienza a arreglarse porque ha quedado con su amiga Silvia. Las dos llevan vestidos de flores muy llamativos hasta los pies y cintas en el pelo. Parece que vayan disfrazadas.