recepcionista contorsionista

lunes, 12 diciembre 2022. Mi hermana dice que le han hackeado el móvil. Lo ha puesto en un rincón del dormitorio de mis padres. Llega un técnico con varias maletas, y comienza a enchufarle cables como si fuera a hacerle una operación a corazón abierto. Me voy alejando de la escena como si fuera un dron. La habitación, desde lejos, es ahora la casita donde se reunían los scouts en Maristas.
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Estamos en el que fue nuestro piso de calle Salitre. Alberto nos enseña (a Emilio y a mí) unas camisetas de la selección española que le ha conseguido una amiga. No son camisetas, son petos de entrenamiento, le digo. Se enfada muchísimo. Emilio no dice nada. Pienso que debería apoyarme, pero se pone a hablar de unas funciones matemáticas que acaba de estudiar.
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Llegamos a un hotel. El recepcionista dice que, por ser la última noche, nos ha cambiado a una habitación mejor. El recepcionista hace el pinopuente y abre la puerta con los dedos de los pies. La habitación es mucho peor, es estrecha y tiene la puerta de entrada rota. El recepcionista se marcha en la postura del puente, deslizándose hacia atrás, como la niña del exorcista.