lunes, 25 noviembre 2024. Se supone que estamos en Nueva York. Alberto tiene que ir a dar una clase y yo tengo la mañana libre. Al salir del hotel, al borde de la acera, hay cientos de gusanos (parecen gusanos de seda, pero del tamaño de un dedo). Los hay blancos amarillos y verde claro. Alberto los pisa. Le diga que tenga cuidado, que estarán ahí por algo. Mientras se aleja, pienso dónde podré pasar la mañana, si encontraré un café que me guste, y recuerdola foto del café parisino que me envió Virginia. Me dispongo a buscar unos igual.