sábado, 23 noviembre 2024. Parece una casa rural y es hora de irse. Oigo como todos van saliendo de sus habitaciones con sus cosas. Pienso que no tardaré nada porque siempre viajo con lo imprescindible. Voy al baño, tiene moqueta y, en la moqueta, cacas de perro que alguien ha pisado. Salgo para que no crean que he sido yo. Al entrar en otro Andrés se me adelanta y cierra la puerta. No pienso orinar delante de ti, le digo. Me pregunta qué me pasa en la boca. No noto el labio superior, como si fuera de goma. No sé qué decirle. Me abraza y se va. Por fin llego a mi cuarto y hago la maleta. Empiezan a aparecer cosas que no recuerdo haber llevado por todos los cajones, el armario está lleno de ropa, incluso hay copas de vino y de champán. Por más maletas y bolsas que lleno, a toda velocidad y sin orden, no termino nunca. Me planteo dejar allí la mitad de mis cosas.
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Alberto y yo llevamos a su madre del brazo. Cruzamos el parque. Para bajar al Paseo de los curas hay una escalera y una rampa. Mientras Alberto tantea el terreno veo fotos de Marilyn y fotogramas de sus películas entre los setos. Cojo una. Veo que también hay libros, comics y cuentos para niños. Un chico me dice que la exposición ha terminado y puedo llevarme todo lo que quiera. Hay un mostrador con una tarrito de perfume, una bola amarilla luminosa y una figurita del alemán de la cerveza Victoria. El perfume no puedes llevártelo, lo demás sí. Precisamente ayer, Antonio Soler me contó que le tiraste una bola luminosa como esa a los ojos, dice el chico. No sé de qué me habla. Prefiero seguir mi camino. Veo que la madre de Alberto entra en un autocar. Corro tras ella, le grito a Alberto que la están secuestrando. Consigo sacarla aunque ella insiste en quedarse porque le han prometido una merendola. ¿Merendola? no te das cuenta de que te tratan como a una niña para engañarte?, le digo y se me escapa del brazo. En vez de bolso ahora lleva una copa de vino tinto. Corre hacia una escalera sin barandilla, se cae. Mientras me acerco a ella deseo que la mancha sea de vino y no de sangre por haberse cortado la mano.