psicosis

martes, 3 marzo 2020. Estoy esperando algo/alguien en la acera, apoyada en una barandilla de rayas roja y blanca. Una chica en patinete frena y me pregunta si ya ha sido la lectura. Sé que pregunta por mi lectura pero me da vergüenza decirle que soy yo. Le digo que se ha anulado porque todo está vacío, la sala, el centro comercial y las calles. Las dos miramos la calle como si fuera la primera vez que las vemos. Hay que irse, dice. Tira el patinete y corre. Corro tras ella. Un chico y un niño nos llaman desde un hueco en un muro. El hueco tiene forma de puerta pero no hay puerta. La imagen se ve desde arriba: es una habitación perfectamente cuadrada sin techo, con dos huecos sin puerta y el suelo de tierra. Tenemos que esperar, dice el chico. Tenemos que huir, dice la chica. Salimos por el otro hueco y llegamos a una habitación "blanda" donde sólo hay una salida: un agujero pequeño por donde no creo que quepamos. Todos salen porque el agujero también es blando. Temo que mis hombros no quepan, así que meto primero los pies. Consigo salir medio descoyuntándome. En la calle hay grupos en fila que rocían con esas manqueras finas y metálicas que se usan para fumigar. Volvamos atrás, les grito, conozco una peluquería donde nos dejarán escondernos.