toritos

sábado, 28 junio 2025. Pasamos por unos pasillos que se parecen al que fue mi colegio. Un grupo de catequesis toma refrescos en una de las clases. Alberto asoma la cabeza y dice que tomemos algo. Me asomo, no me gusta nada el ambiente. Ni loca, le digo y me voy. Subo unas escaleras, llevo un abrigo hasta los pies (no sé de dónde ha salido) y debo recogerlo para no pisarlo. Al llegar arriba pasamos por el jardín de la Victoria. Una señora muy arreglada (lleva incluso un collar de perlas) vende pescado. ¿Son toritos?, pregunto. Son. Hacía mucho que no los veía, ¿a cuánto está el kilo? Depende. Una señora llega y pide dos kilos. Se forma una cola detrás de mí. La señora de las perlas no nos hace caso y se pone a hablar con otras. Es usted una maleducada, le digo y me voy. Laura dice que ojalá ella fuera capaz de ser así, que ella se hubiese quedado allí todo el tiempo sin decirle nada. Llegamos a un coche destartalado. Laura es ahora Puri, nos despedimos. Un niño pequeño (hijo de Puri, se supone), me ofrece una goma de borrar del gato Doraemon. No gracias, ya no colecciono nada, le digo. Al llegar a casa (se parece a nuestra antigua casa) dejo la mochila en el suelo. Suena el timbre. Le digo a Alberto que no haga ruido, que no quiero que nadie sepa que hemos vuelto. Suena el móvil, lo busco en la mochila. Es Andrés, dice que quedemos para comer. Le digo que estoy en la cama, muy cansada, que mejor otro día. Te estoy oyendo, estoy en el descansillo, acabo de llamar a la puerta, dice.

cuentas

miércoles, 26 junio 2025. Voy con Salud por calles encaladas. Salud ve unas ramas que salen de un muro y tira. Como si la planta fuera una tragaperras, comienzan a caer cuentas de collar. Pongo las manos en forma de cuenco para que no se pierdan calle abajo.

residencia

lunes, 23 junio 2025. Acompaño a dos chicas por la calle. Llegamos a una residencia donde la más joven y alta se va a quedar. Le enseñamos las instalaciones. En una de las habitaciones está Diego Medina. Está sentado en el suelo junto a la mesita de noche. Escribe compulsivamente en hojas sueltas. Tiene abierta una caja de bombones y una botella de algún licor. Le propongo que venga con nosotras. Niega con la cabeza. Miro a las chicas a ver qué opinan. Temo que vuelva a morirse, les digo. Se encogen de hombros. Decido dejarlo solo, pero le digo que volveré en un rato por si necesita algo. Por allí también anda Nacho Escuín (parece que es el organizador). Nos abrazamos, nos alegramos mucho de vernos. Le presento a las dos chicas. Una de ellas dice que le envió caramelos. En la pared hay un póster con distintas clases de dulces, ella señala los que le envió (dónuts con glaseado rosa y virutas de colores). Esta es tonta, pienso. Ya en el bar, las dos chicas hablan en la barra. Les digo que voy a ver cómo sigue Diego, que ya que voy, me den sus bragas para que las lave. Se las quitan y las ponen en un barreño de plástico que llevo en la mano.

galgos

domingo, 22 junio 2025. Entro a un servicio público. Hay dos sillones grandes. Una chica sale y le pido que me vigile el bolso (un Kelly que no parece mío). El váter es muy alto, tiene varios asientos uno encima del otro y un tenedor adosado a un lado. Orino como puedo intentando no rozarme con nada, pero es difícil. Al salir, veo a Alberto en un bar. Entro y me siento a su lado para contarle lo del tenedor. No lo entiende. Se lo dibujo en una servilleta de papel. Dice que seguramente Salva sepa para qué sirve. Le digo (en serio) que podría ser un método de limpieza de la época de Napoleón. De repente estamos fuera del bar, en una plaza amplia y vacía con adoquines color albero. Dos galgos se acercan, parecen muy cariñosos, les acaricio las cabezas, cierran los ojos. Dos señoras se acercan, dicen que los perros se llaman Tristán y (no recuerdo el nombre; macho y hembra). Yo soy de gatos, dice una de ellas y se aleja. La otra la sigue. Temo que los abandonen y tengamos que adoptarlos. Yo también soy de gatos, pienso.

hotel y colonoscopia

sábado, 21 junio 2025. Estoy con francis en el hall de un hotel. Se supone que se ha quedado allí por trabajo unos días. Al dejar la llave, la recepcionista le pasa la factura. Él dice que ya pagó su empresa. La chica mira papeles y él me dice que nos vayamos. Le pregunto si no va a esperar a su encuentre los papeles. Seguimos andando. De repente se hace de noche. Le pregunto dónde va a dormir. No lo sabe. Le digo que puede quedarse en casa. Dice que prefiere irse a cualquier otro sitio. Lo dice muy serio. No sé si está enfadado conmigo o con la recepcionista.
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Discutimos por algo. Alberto dice que da igual y sale de la habitación. Le digo que así no se arreglan las cosas, que eso es como esconder cajas bajo la cama. Me doy cuenta de que hace rato que se ha ido.
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Purranki está en la barra de un bar. Me acerco y, sin llegar a saludar siquiera, le digo que cuando te hacen una colonoscopia deberían aprovechar para empastarte o quitarte a una muela, que así aprovecharían la anestesia. Nos reímos a carcajadas cómo si fuera el chiste más gracioso del mundo.

pañales baratos y váter celeste

viernes, 20 junio 2025. Salgo de la casa de mis padres y el ascensor tarda mucho. Al ir a bajar por la escalera, hay un frigorífico que entorpece el paso. Vuelvo al ascensor. Se abren las puertas y una chica está vendiendo pañales para adultos. El ascensor es enorme, la gente se agolpa a comprarlos porque, dicen, son mucho más baratos que en la farmacia. Vuelvo a la escalera e intento meterme por un hueco pequeño que queda entre la pared y el frigorífico. Nada. Vuelvo al ascensor. La chica me da una bolsa sin preguntar. Le digo que ahora vuelvo, que no llevo dinero encima. Salgo del ascensor, vuelvo a intentarlo por las escaleras para escapar. Nada.
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Voy en autobús, como siempre al fondo. Veo a Mariángeles. No me reconoce a pesar de estar a mi lado. En el centro del bus hay alguien que lleva un váter celeste enorme. Le digo a Mariángeles, de broma, que como es el único asiento libre, voy a sentarme en él. Vuelve la cara avergonzada.

eslsp

miércoles, 18 junio 2025. Hay un festival en una plaza yo estoy casa de mi abuela oigo desde allí la música me acerco cinco bailarines y por alguna pista, ya sea la música o algo que lleven en su ropa, hay que adivinar qué letra es cada uno y formar una palabra. Esas Son Las Spice Girls, pienso y me vuelvo a casa.

trabajo

martes, 17 junio 2025. Tengo una entrevista de trabajo. La prueba consiste en meter en un tubo una crema pastelera rosa. Mientras lo hago me preguntan por qué sería buena para ese puesto. Porque no tengo que tratar con humanos, respondo. La chica se ríe (aunque yo lo he dicho en serio). Y se me da muy bien, ¿ves? De repente estoy en una bici estática (no sé si es otra prueba, ahora de resistencia). Otra chica me pasa libros y marcapáginas que ordeno por tamaño mientras pedaleo. Los dejo sobre una cama (la habitación se parece a mi dormitorio) y pienso que guardaré los marcapáginas para Francis y Blanco, y uno con forma de lima de las uñas para mí. No son para ti, me dice la chica como si me leyera el pensamiento, son para enviar a nuestros clientes. De repente estoy en el que fue mi cuarto en casa de mis padres. Todo está manga por hombro. Para dormir coloco dos sillas enfrentadas. Mariángeles entra por la ventana. Dice que al llegar a casa su cama estaba ocupada y que si puede dormir conmigo. ¿Tienes una cama para mí? Le señalo la mía. ¡No puede ser!, dice asombrada.

bandera

lunes, 16 junio 2025. Vamos en el coche con Juan y una niña pequeña. Entre los dos asientos delanteros hay una bandera palestina. Lleváis la bandera del revés, les digo. La niña y yo nos bajamos en una plaza llena de gente. Juan dice que me lleve la bandera por si los para la policía. Solo hemos dado dos pasos y la niña me dice que no puede andar, que les duelen los pies. Me fijo en que lleva zapatos de tacón. Corro al coche (que ya está en marcha) para que se cambie de zapatos. Les hago señas con los brazos para que paren. El me saludan desde lejos. Creen que me estoy despidiendo.

hojas amarillas

domingo, 15 junio 2025. Estoy en la que fue mi casa en cale Salitre. Me asomo a la cristalera y veo a Francis, Cocó y Víctor. Francis se para justo debajo. Los tres miran hacia arriba y saludan. Justo detrás les crece un árbol frondoso de hojas amarillas.
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Es de noche. Alberto y una chica muy gorda se abrazan sobre un muro. Alberto le dice a la chica que yo había dicho que cuando llevaba el pelo con canas le quedaba muy bien. La chica me da las gracias. Les digo que sigan a lo suyo. Se ríen. Le pego a Alberto con una zapatilla de cuadros (que no sé de dónde ha salido). Se ríen más fuerte. Me alejo llorando.
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Alberto y yo salimos de calle Beatas hacia calle Granada. Hay muchos turistas y todos llevan niños. Pienso que me he dejado atrás al mío. Vuelvo sobre mis pasos, no lo veo, pienso que lo han secuestrado. Entro en un edificio muy antiguo a preguntar. Pienso que quizá el portero lo tenga escondido. El portero es Colombo. Cuando le cuento lo que ha pasado, se echa las manos a la cabeza. Pienso que es inocente. El pobre se lleva tal mal rato que le digo que el niño no era mío, que no hay niño.

dos kilos en dos horas

sábado, 14 junio 2025. Vamos en coche por calles muy estrechas. De repente me acuerdo de Farfán (compañero del instituto al que no veo desde hace años). Por la ventanilla, veo a un tipo ayudando a su padre a echar escombros en una cuba. Es Farfán. Le digo a Alberto que pare, bajo la ventanilla para decirle que me había acordado de él hacía unos segundos. Me mira muy serio, no me reconoce.
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Llego a casa de Juan. El salón es enorme con un gran sofá en el centro. Todo está en penumbra. Lo veo muy quieto vestido de traje y corbata. No sé si sale o se ha vestido así para recibirme. Lo ves, me queda justo, dice. Nos sentamos en el sofá a ver la tele. Su hija trae un álbum de fotos para que vea a sus amigas. No creo que pueda vivir aquí, pienso.
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Tengo que hacer unas copias de fotos, pero he olvidado el camino. Entro en una especie de centro comercial. Está a oscuras. Las tiendas están cerradas. En una primera planta se ve un gran letrero que anuncia con letrar enormes rojas: Pierda 2 kilos en 2 horas. Se ve a un tipo empujando un coche contra una pared (se supone que ese es el ejercicio que adelgaza). Me doy cuenta de que no tengo piernas (o no me funcionan) y voy reptando por el suelo. Intento llegar a un ascensor con una flecha que dice: Cafetería Estación. Mas que un ascensor parece un montacargas gigantesco. Al entrar, se convierte en un autobús. Me lleva junto al paseo marítimo. Reconozco a lo lejos el recinto ferial de Fuengirola, pero no llego a orientarme porque las calles y sus tiendas son distintas. De repente paso andando junto a la terraza de un bar. Una madre da de merendar a sus hijas. A una le da sandía. Me sorprende que la niña la coma entusiasmada porque en la mesa hay dulces y chucherías. La cara de su otra hija es una tortilla de patata (con ojos y boca). ¿Nacería así o será de tanto comer tortilla?, pienso. Sigo andando y ahora voy con un grupo de turistas. Una chica va explicando cada rincón por el que pasamos. Hay zonas del suelo que resbalan, se puede patinar sobre ellas. Le pregunto si son de hielo o de cristal. Me dice que son de (una palabra que no recuerdo). Dos chicas me piden que les haga una foto sentadas junto a esas baldosas transparentes.
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Estoy en casa de mis padres, intento hacerme una foto poniendo el móvil sobre el taquillón. Tengo prisa porque debo enviarla a algún sitio. cada vez que le doy al disparados automático, aparece el gato de mi hermana y mete la cabeza en la foto.

clic

viernes, 13 junio 2025. Estamos con un grupo, entre ellos Nacho Escuín. Nos presenta a una chica, Raquel Lanseros (aunque no se parece en nada). Le digo que la conocemos de verla en la tele. De repente estamos en una habitación con otras dos chicas. Una de ellas dice que es actriz y hace un numerito parecido al que hacía Cecilia Roth en Arrebato. Cuando termina le aplaudo entusiasmada, le digo que no sé cómo ha hecho para que la luz tuviera la temperatura de los años 70. De repente nos dicen que tenemos que irnos. Me fijo en que es una habitación de hotel con cuatro camas. Alguien ha colocado un montón de tablones sobre mi bolsa de viaje y me cuesta mucho sacarla. Nadie me ayuda, ya están todos fuera. Cuando consigo salir me doy cuenta de que voy en pijama. Hay poetas haciendo cola para hacerse una foto. Hay que pasar por una taquilla donde apuntas tu nombre para que después puedan mandártela. Escribo mal mi nombre, tengo que repetirlos varias veces en distintos papeles (la cola sigue avanzando). Sobre el mostrador hay marcapáginas y unas cucharillas. Me fijo en que tienen precio y devuelvo los marcapáginas. Alberto ha cogido varios. Le digo que había que pagarlos y se encoge de hombros. Cuando llegamos ya están recogiendo. Le digo al fotógrafo que quedamos nosotros. Dice que posemos y, como si fuéramos dos niños a los que engañar, pone las manos delante de su cara (sin cámara) y dice "clic, ya está".

espumillón y uniforme

lunes, 9 junio 2025. Tengo que hacer la maleta porque se supone que volvemos a casa, pero estamos en el patio de la casa de mi abuela. Al abrir la puerta del lavadero, veo a mi madre haciendo la suya. Ha metido tantas cosas que no cierra. Le digo que podemos repartirlas en dos porque yo no llevo casi nada. Recuerda las medidas, me dice. Al abrir la mía para meter sus cosas aparecen adornos navideños de cuando era niña. Me entra una tristeza enorme al ver espumillón de colores y bolas doradas.
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Mi prima Cristina llega a casa muy contenta. Dice que por fin ha encontrado una tienda donde venden zapatos a su gusto. La tienda se llama Paréntesis. Le digo que no la conozco. Me dice que prefiere comprar allí que en las tiendas que compra mi hermana y sus amigas porque visten todas igual. Llevas un look ochentero que me gusta, le digo. Aparece Carlos, dice que se ha dejado algo entre mis cosas. Busco en una carpeta pero no encuentro nada. Ya vendré otro día, dice y se va. Aparece Antonio. Hace mucho que no nos vemos, dice. Me toma del hombro y nos asomamos  a la calle desde la terraza. La calle se mueve como si estuviéramos en un barco que se aleja del puerto. Le cuento que una vez un niño le pidió a mi abuelo (que iba con el uniforme de marino) chicle y otro le dijo "déjalos, que son ingleses", así, en plural. Nos sentamos. De repente, mi abuela está sentada entre nosotros y le cuenta a Antonio que en otra ocasión (yendo mi abuelo también de uniforme), lo tomaron por un músico de una banda y le preguntaron a qué hora era el concierto. Antonio ríe las dos anécdotas exageradamente.

flanes

domingo, 8 junio 2025. Subo una verja de tela metálica con enorme facilidad. Arriba está Isa. Dice que la acompañe a su casa, quiere enseñarme algo, pero no me apetece encontrarme con Javier. Como si me leyera el pensamiento me dice que Javier no está. Al llegar está su hija Paula, pero son dos paulas iguales que saludan a la vez. Cada una de las paulas lleva un plato con un flan. Los flanes vibran. Quiero irme de allí.

merluza, sumidero y zapatos de niña

sábado, 7 junio 2025. Estoy en un restaurante con Perkins y Fernando. Los camareros van y vienen pero no nos traen nada. De repente tengo delante la camisa de uno de ellos. ¿Os habéis fijado que están hechas a mano?, tienen hilos sueltos y hace muy bonito, les digo. De repente estamos en la misma mesa pero en una terraza en la calle, junto a unos árboles. Sobre el restaurante hay habitaciones y se ve una luz encendida. Le digo a Perkins que lo único que importa es la luz, que hace poco estuve en un sitio parecido, con ruido de coches, pero la luz era tan bonita que el resto no me importaba. Un camarero nos trae al fin algo de comer. Una fuente grande de lo que parece rúcula y dos cajas de helado. Lo deja para que nos lo sirvamos nosotros. Bajo la rúcula hay varias merluzas crudas. ¿Os sirvo helado?, pregunto. Al otro extremo de la mesa se ha sentado uno de los camareros y charla con una chica. Me fijo en Fernando y digo en alto: no llevas gafas, luego te has operado los ojos y mañana te vas de viaje, eso solo puede significar una cosa. Antes de seguir hablando, Fernando me dice al oído que no se lo diga a nadie, que se va a Argentina a rodar un documental sobre una chica a la que le desaparecieron a su familia.
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Estoy en la habitación de un hostal. La ventana está abierta pero no se puede cerrar. Desde mi ventana veo otras ventanas. En una de ellas a una chica con una melena muy larga. Está sentada al lado de su cama donde debería ir la mesilla de noche. Tengo prisa, debo ducharme, pero temo que me vean desde fuera. Me ducho con una toalla liada al cuerpo. La ducha sale directamente de la pared. Me coloco sobre un sumidero que hay en el centro de la habitación. Hay dos alfombras. Intento no mojarlas, pero cuando les cae agua sale de ellas mucha suciedad que arrastro hacia el sumidero con el pie. Por más agua que echo, más suciedad 
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Estoy en casa de mis padres. A mi lado está Marina (amiga de la familia). Me enseña unas sandalias que se ha comprado. Se quita una para la que vea bien. Son unas merceditas moradas con tira sobre el empeine adornadas con una línea de perlitas. Si no fuera por el medio tacón parecerían de bebé, pienso. Muy bonitas, pero no son sandalias, le digo. Me cuenta que se está quedando calva y se está pensando ir a Turquía. Le digo que yo empiezo a tener entradas y me pongo las gotas para el glaucoma en las sienes.

rodillo de gomaespuma

miércoles, 4 junio 2025. Estoy con Sonia y Míchel en la Alcazaba, pasamos de un jardín a otro. Míchel dice que tiene que cortarse el pelo. En uno de los jardines hay una peluquería al aire libre.Le digo que podíamos aprovechar para cortárnoslo nosotras también.  Sonia encuentra una butaca libre y se sienta. Dice que busquemos otra más barata fuera, y si la encontramos la avisemos. De repente voy con la silla entre los coches. Aparece un camión enorme. Como no puedo esquivarlo, hago como en la playa cuando viene una ola grande, dejó que me pase por encima. Lo noto sobre mí como un rodillo de goma espuma. Cuando pasa sigo mi camino. Veo a Míchel que baja la calle. Dice que he encontrado una peluquería estupenda y que va a recoger a Sonia.

un sueño cursi

martes, 3 junio 2025. Estoy en la cama, en el dormitorio de la vecina de mi abuela. La habitación da al jardín y entra una luz preciosa. Pienso que es una pena que nadie más pueda disfrutar de ese momento. De repente aparece Marcos entre las sábanas. Me alegro mucho de no estar sola ante tanta belleza. Nos dormimos completamente felices.

lo peor

domingo, 1 junio 2025. No recuerdo cómo empieza el sueño, pero supuestamente hemos llegado a casa de Miki Nadal (nos ha llevado él). Hablo con su madre y su abuela. Son encantadoras. Me piden que convenza a su hijo de que coma menos, que adelgace, porque el médico le ha dicho que si sigue así puede pasar lo peor. Nadal a ratos es él y a ratos mi amigo Jorge. Nada más llegar se sienta a comer un postre enorme de chocolate. la madre y la abuela me hacen una seña para que le diga algo él creo que se da cuenta se levanta y desaparece. La abuela me dice, sé dónde se ha escondido pero no puedes decirle nunca que te lo he dicho. Me lleva a una especie de garaje donde hay una puerta pequeña que da a un cuarto supuestamente secreto. Ahí se escondía de joven para hacer música y se creía que no lo oíamos, dice la abuela. Cuándo vemos que va a salir nos escondemos, me agacho y cierro los ojos. Al abrirlos estoy cruzando un puente de Londres. Hay una estatua metálica enorme, con un hueco debajo, donde la gente entra para hacerse fotos. Oigo disparos, le digo a dos personas que están conmigo que no se muevan, que nos quedemos ahí hasta que pase el tiroteo.