líquido fucsia

domingo, 31 agosto 2025. Vamos a cruzar hacia ollerías pero pasan muchos coches. Un autobús casi embiste a Alberto, le pasa a menos de cinco centímetros. Le grito que tenga cuidado. Cuando miro ya no está.
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Llegó a casa de mis padres. En el descansillo, junto a la puerta, mi hermana está poniendo botellas vacías. Una se le derrama y deja una mancha fucsia hasta el ascensor. Le digo que hay que limpiarlo antes de que llegue alguien y se caiga. Me da un estropajo de aluminio. Me tira una toalla de playa para que yo me encargue. Cuando lo tengo todo limpio aparece con más botellas y basura. Le digo que no puede dejar eso ahí, que lo meta en casa. Llegan dos vecinas y me ven arrodillada en el suelo limpiando. Me miran con decepción.
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Estamos en sevilla. He dejado Alberto en el hotel porque está enfermo y busco una farmacia. Todas las calles están vacías y a oscuras. Una señora explica a otra desde un balcón que están en fiestas. Le digo a la señora que me gusta más Sevilla así, vacía. La señora cierra el balcón enfadada. Tengo sed, entro en un bar, pido una caña. A la hora de pagar me dicen que son nueve con cuarenta euros. Pienso que se han equivocado, pero no digo nada. Les sienta muy mal cuando digo que quiero pagar con tarjeta. A mi lado una chica muy borracha le dice a sus amigos que va a robar la copa en la que bebe porque es muy bonita. Los amigos se apartan de ella. Temo que se caiga. Salgo del bar, las calles siguen muy oscuras, no sé si sabré volver al hotel.