la fiesta final

domingo, 5 octubre 2025. Descampado cerca del mar. Oeste está apoyado en un coche grande blanco (un modelo de los años 70) como si estuviera esperando a alguien. Paso con dos niñas de la mano para dejarlas en un edificio bajo que hay detrás. Lo saludo con la cabeza. Después te voy a ver, dice.
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Bajo al portal de la casa de mis padres. Los buzones están cambiados de sitio. No tengo llave e intento sacar lo que hay dentro metiendo los dedos. Cada vez que lo hago aparece alguien y disimulo, vayan a creer que estoy robando el correo.
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Estoy en una especie de chiringuito decorado como si fuera Hawaii. Hay muchas mesas largas de madera. Se supone que estamos en un congreso de poetas. Desayunamos cada uno en una mesa y hablamos a gritos entre nosotros. Una chica me tira los tejos (a gritos) y el resto se ríe. Le digo que quién sabe, que habrá que esperar a la fiesta final. Después alguien hace un comentario, y yo le respondo algo tan gracioso (no recuerdo qué) que acabamos todos en el suelo a carcajadas.