fórmula

martes, 2 septiembre 2025. Estoy en un hotel que se parece mucho al Miramar. Me asomo a la terraza y se me cae un papel que va directamente a la piscina. No sé lo que hay escrito pero temo perder algo muy valioso. Veo como un chico rubio lo lee y se ríe. Mi madre dice que baje rápidamente a por él. Voy en camisón y calcetines. Mi madre dice que no me arregle, que baje tal y como estoy. Me pongo unas chanclas de plástico muy feas que no sé de dónde han salido. Voy hecha un fantoche. Hay dos puertas de ascensor y en el sueño consta que una es falsa y no puedo equivocarme. Pulso el botón que no es, se hunde y suena una alarma. Pulso inmediatamente el otro y la puerta se abre. Bajo al jardín. No encuentro al chico, miro entre los setos, pregunto si alguien lo ha visto. Una chica que vende bebidas señala hacia un macetero. Detrás hay una especie de pecera esférica con varias bolas gelatinosas. Le pregunto a las bolas cuál de ellas es el chico rubio. Las bolas se ríen, se empujan entre ellas. Casi me echo a llorar, les explico que ese papel era muy importante para mí. Una de las bolas sale a la superficie y me habla (tiene una bola más pequeña dentro). Dice que entregó el papel a un señor con barba, que en el papel había una fórmula secreta que salvaría a la humanidad y el señor de las barbas ha escrito un libro y ahora es multimillonario. Podrías ser tú si no hubieras dejado caer el papel, dice. Me vuelvo y en una de las ventanas del hotel hay una pila de ejemplares del libro con la foto del señor de las barbas en la portada. Me da igual que se haya hecho millonario. Me da igual que sea él o yo quien haya salvado al mundo. Mi madre me pregunta con gestos desde la terraza si he conseguido el papel. Le digo que sí.

muchos ceros

lunes, 1 septiembre 2025. Aunque ya estoy en casa de mis padres, tengo que ir a casa de mis padres. Decido ir cruzando el garaje para probar una llave que me ha dado la presidenta. Pulso el menos uno, abro la puerta y en vez de garaje hay un loft improvisado, amueblado precariamente. Hay gente joven, desde los diez años hasta los cuarenta. Cruzo entre ellos, ni me miran (unos sentados en sofás, otros alrededor de una mesa, otros preparando café en una barra de bar de obra). Mis padres están en un apartado oscuro, en la cama. Les digo que hay que levantarse, que ya son las tres de la tarde. Se asombran muchísimo. Oigo a lo lejos la voz de mi hermana. La veo con una especie de megáfono, dando instrucciones. Todos la miran con ilusión. Les dice que habrá para todos. No sé de qué habla. Me acerco y le pregunto de qué va todo eso y quiénes son esas personas. Se sienta en un sofá apartado y me dice con gesto triste y asustado: muchos ceros. No te entiendo. Ceros, muchos ceros, y tres. Explícate mejor. Les he prometido tres millones de euros a cada uno por ser mis amigos. Me enfado muchísimo pero me contengo, le digo serenamente que los amigos no se compran, que ya se lo he advertido muchas veces. No te preocupes (la calmo), no pasa nada, no te habrán creído, sabrán que es broma. De repente se ha convertido en una niña y se echa a llorar. No, no es broma, están esperando al notario para cobrar, pensaba pagarles con el dinero de mamá y papá, dice. ¿De verdad crees que tienen tres millones de euros? Mi hermana al oírme se desmaya (como hacía de niña cuando no quería hacer algo). Paso con ella en los brazos (pesa muy poco) entre la gente, que nos grita y abuchea reclamando el dinero prometido. Les digo que ha habido un malentendido, que no hay ningún dinero. Algunos se van, otros nos siguen e insultan mientras voy con ella inconsciente por la calle, sorteando varios andamios que hay en la acera. No sé bien dónde llevarla porque no reconozco las calles. Pienso en cómo estarán mis padres, si se habrán levantado solos de la cama, temo que se caigan o que los que han quedado en casa los insulten o agredan. (Me despierto sudando con el corazón a mil).

líquido fucsia

domingo, 31 agosto 2025. Vamos a cruzar hacia ollerías pero pasan muchos coches. Un autobús casi embiste a Alberto, le pasa a menos de cinco centímetros. Le grito que tenga cuidado. Cuando miro ya no está.
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Llegó a casa de mis padres. En el descansillo, junto a la puerta, mi hermana está poniendo botellas vacías. Una se le derrama y deja una mancha fucsia hasta el ascensor. Le digo que hay que limpiarlo antes de que llegue alguien y se caiga. Me da un estropajo de aluminio. Me tira una toalla de playa para que yo me encargue. Cuando lo tengo todo limpio aparece con más botellas y basura. Le digo que no puede dejar eso ahí, que lo meta en casa. Llegan dos vecinas y me ven arrodillada en el suelo limpiando. Me miran con decepción.
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Estamos en sevilla. He dejado Alberto en el hotel porque está enfermo y busco una farmacia. Todas las calles están vacías y a oscuras. Una señora explica a otra desde un balcón que están en fiestas. Le digo a la señora que me gusta más Sevilla así, vacía. La señora cierra el balcón enfadada. Tengo sed, entro en un bar, pido una caña. A la hora de pagar me dicen que son nueve con cuarenta euros. Pienso que se han equivocado, pero no digo nada. Les sienta muy mal cuando digo que quiero pagar con tarjeta. A mi lado una chica muy borracha le dice a sus amigos que va a robar la copa en la que bebe porque es muy bonita. Los amigos se apartan de ella. Temo que se caiga. Salgo del bar, las calles siguen muy oscuras, no sé si sabré volver al hotel.

bebida verde

sábado, 30 agosto 2025. El corte inglés ha organizado una semana de la moda. Solo pueden asistir diez personas. Sonia y yo logramos entrar. Nos meten en una habitación pequeña y en penumbra con sofás alrededor. Los hay de dos y tres plazas. Entramos a trompicones, Sonia se sienta en uno de dos y yo en uno de tres. Alguien nos da una bebida a cada una. A mí me toca un vaso alto de cerveza (casi de un metro), pero tiene agua. A Sonia le dan un vaso bajo y ancho con un líquido verde. Me hace señas desde lejos, como diciendo: qué asco. Nos reímos. De repente alguien dice que me toca. Hay dos puertas con dos funcionarios para renovar el carnet de conducir. Me dicen que elija bien, que como me toque el malo no me lo da. Entro en el de la derecha. Es un señor mayor muy afable (me recuerda a mi profesor de Derecho Civil). Me pregunta si me han advertido de algo, que hay gente muy supersticiosa que cree que si le toca él  es un hueso, o que hay que entrar con el pie derecho en su oficina. Nos reímos. Me renueva el carnet sin preguntar nada ni hacerme ninguna prueba. Una chica entra y le pregunta donde está nosequé cosa. Los tres nos agachamos a mirar por debajo de todos los muebles sin saber bien qué buscamos.
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Elisa ha organizado una cena para darme una sorpresa. Es una especie de entreplanta abierta con más de cien mesas. Todas están preparadas con manteles blancos y muchas copas.Todas están vacías menos una, en la que está Francis. No va a venir nadie, le dijo. Veo a mi madre a lo lejos, a la sombra de un árbol. Le digo que se acerque para hacer una foto de grupo, pero se limita a saludar con la mano sin cruzar la calle.
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Se supone que estoy en casa de Sonia. Es una casa enorme y destartalada tipo años 70. Está en la cocina preparando la cena. Dice que ha tenido una gran idea. Le digo que ya sé cuál, que lo soñé esa misma noche. Vas a incluir poemas en tu novela, le digo. Eso es, dice y se ríe. La veo muy feliz. Sobre la mesa del salon hay una libreta negra que, se supone, regalé a Míchel. Al pasar las paginas, algunas estan escritas, en otras hay fotos de revistas pegadas y en otras hasta se ven películas. Me alegra que le hayas dado buen uso, le digo. Dice que no es nada y que no me fije en su letra, que es muy fea. Nos reímos. Cuando salgo al jardín veo a mi madre en una silla de playa. Parece tranquila y feliz. De repente, de debajo de la manguera salen unas serpientes sin cuerpo, solo las cabezas, y se le acercan. Las espanto con las manos a pesar del asco que me dan.

cuadro de barro

viernes, 29 agosto 2025. Ami ha organizado una fiesta en honor a su hermano. Estamos en un patio con balcón corrido de madera en el primer piso. Cada cual ha hecho algo conmemorativo. Un tipo con pelo largo me enseña un retrato en tonos marrones que parece estar hecho con barro. ¿A que lo he clavado? No sé cómo decirle que no se parece en nada a Cumpián, que ha pintado a Jim Morrison. Pon tu fima también, me dice sonriendo de oreja a oreja. Sorprendentemente, veo pasar a Paco que lo mira y sonríe. ¿Cómo negarme? Lo firmo con tinta amarilla. 

ola de arena

jueves, 28 agosto 2025. Paseo por una playa de arena muy fina y muy blanca con Salud y Elisa. Aparece una ola de arena que no acaba de caer. Remuevo con el pie. Elisa dice que tenga cuidado. Le digo a Salud que estoy segura de que debajo hay piedras negras. Aparecen. No podemos llevarnos ninguna porque la ola de arena cae. Huimos.

gorra vs chistera

miércoles, 27 agosto 2025. Le cuento a Alberto que Inglada se compró una chistera y cuando llegó a casa no le quedaba. De repente aparece Inglada con una gorra de capitán de la marina, tan grande, que le tapa los ojos y hasta la nariz.

bolso de red

martes, 26 agosto 2025. Paseo con Carmen por una calle de tiendas turísticas. Me fijo en que nos siguen dos chicas. Le digo a Carmen que tenga cuidado con el bolso, que vienen a por nosotras. Yo llevo el bolso de red. Temo que lo corten con unas tijeras y se lleven lo que llevo dentro. Hago un repaso y pienso que no llevo nada de valor. Sigo mirando suvenires tan tranquila.

ganga

lunes, 25 agosto 2025. Espero al C1 para ir a casa de mis padres. Mí hermana se va a Londres y tengo que sustituirla. El C1 para, pero no abre las puertas. Una chica con un carrito rojo y yo las golpeamos para que nos deje entrar. Arranca y se va. Cruzo el puente a toda velocidad. Recibo un mensaje de mi hermana. Me envía fotos con su amiga mostrando los billetes de avión con pegatinas de corazones. Dice que ya no hay prisa, que vaya por la tarde.
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No se bien donde estoy, si es el pasillo de una casa, un bar, un tren o un barco. Una chica me dice que adivine cuánto le ha costado la ropa que lleva (un chándal pijamero color granate muy feo). Antes de que me dé tiempo a responder dice, ¡un euro cada pieza! Pienso que para lo feo que es me parece caro, pero la felicito. Su marido la mira orgulloso. Salgo a una terraza donde señores mayores muy elegantes toman el aperitivo al sol. Entre ellos está Jacinto. Me enseña un libro que le presté y está leyendo. Me hace un gesto de que esta muy gastado. Le digo que lo he prestado mucho, que incluso una vez me devolvieron lleno de arena.

balby

domingo, 24 agosto 2025. Estoy junto a un castillo hinchable con tobogán. Baja con mucho estilo una chica rubia muy guapa. Es Balbina del Rosario. Al llegar abajo me saluda efusivamente. Me sorprende que me reconozca porque solo nos vimos una vez hace muchos años en uno de sus conciertos, cuando se llamaba Balby. Le digo que está guapísima, tan delgada y elegante, que la encuentro incluso más joven. De repente dice que tiene que irse porque ahí llega su pasado. Desaparece a toda velocidad y aparece la antigua Balby con un vestido de leopardo rodando a trompicones por el tobogán.

móvil

sábado, 23 agosto 2025. Intento llamar por teléfono, pero solo salen anuncios.

perro de fibra óptica

viernes, 22 agosto 2025. Estoy en una clase que se parece mucho a la que fue mi clase de 1°BUP. Los pupitres están desordenados y faltan algunas sillas. Me siento en el suelo, pero acabo tumbándome porque me duele mucho la espalda. Un chico se tumba a mi lado y dice que hagamos ejercicio, que él de joven sabía hacer el puntal y el clavo. Yo también, le digo muy contenta e intento hacerlo pero no tengo fuerza para levantar las piernas. Nos reímos. Animo a que las demás hagan ejercicio, todas lo hacen menos una chica con gafas, muy seria, sentada al fondo de la clase (me recuerda a mí de joven). Voy a una clase que hay al lado. Parece una cocina. Veo a mi prima Elisa llorando. Tres chicas la consuelan. Le pregunto qué le pasa, pero niega con la cabeza. De repente la cocina tiene barandilla y da al puerto. Llegan dos coches grandes y brillantes. Salen dos señoras mayores con dos hijas y cada hija con dos niñas mellizas. Cada una trae un perro. Uno de los perros parece una lámpara de fibra óptica. De repente empezamos a movernos como si estuviéramos dentro de un barco y tengo que agarrarme a la barandilla para no caer.

destino bilbao

jueves, 21 agosto 2025. Se supone que estoy en Bilbao. Voy por la calle, delante de mí van Jonás y unos amigos. Se supone que vamos a un festival de poesía. De repente estoy en un camión que conduce Tesán. No te vas a creer lo que acabo de ver, le digo, una chica en patinete pintando un colgante que lleva al cuello. Tesán frena, me bajo del camión y le digo que Google se ha equivocado, que estamos en una calle sin salida que da a un río. Tesán da la vuelta y desaparece. Para separar el borde de la calle del río hay una maceta con una planta que da flores de tres colores (tipo limpiatubos, en rojo, rosa y azul). Le pregunto a un tipo que está vendiendo bocadillos cómo se llama la planta. Es extranjero, dice un nombre muy raro y se va. Alguien que pasa por allí me dice que la planta se llama Lavandera. Pienso que eso es un ave, pero no le digo nada. De repente estoy en un bar muy pequeño con tres señoras que no conozco (se supone que son familia de Alberto). Alberto ha ido a recoger un abrigo a una tintorería y lo veo venir a lo lejos. Dos de las señoras pelean por pagar. Les digo que pago yo, que para eso soy la que ha ido a leer poemas. La tercera señora, al oírlo, dice que entonces pedirá también la merienda. La camarera le dice que hasta las seis no sirven meriendas. Son las seis y cuarto, dice la señora gorrona. Alberto llega, pero en vez de un abrigo trae una capa en una funda. De repente voy con mi abuela y Tesán por una especie de castillo en ruinas. El vigilante los para, dice que no han pagado las entradas y tiene que detenerlos. Yo tengo prisa por volver a Bilbao y le pregunto si la estación de autobús o de tren están cerca. Me da unas explicaciones muy complicadas. Antes de irme le digo que no los detenga, que son mi abuela y un amigo y yo pago lo que deban. El vigilante se ríe y los suelta. Salgo corriendo. Me pregunta porque tengo tanta prisa y le digo, sin parar de correr, que me han dado un premio y llego tarde a recogerlo. Bajo las escaleras a toda velocidad (se van estrechando y volviendo oscuras; pienso que acabaré en el sótano y no llegaré nunca a Bilbao). Salgo por fin a una calle empedrada. Es de noche. Llego a una plaza. Veo una chica que también corre y le preguntó si sabe dónde está la estación. Dice que viene de allí pero no recuerda el camino. Sin venir a cuento dice que escribe poemas. Dudo si decirle que yo también. Nos sentamos sobre unas jardineras sin flores y le enseño un cómic que he hecho pegando folios doblados a una cartulina. La chica no sabe abrir el libro y lo rompe (pienso que si no sabe abrir un libro menos va a saber escribir). De repente tenemos delante una mesa con cervezas enormes. Allí están Alberto, Tesán y Fernando. Aparece Begoña y recompone lo que la chica ha roto. Me legro muchísimo de verla, aunque ella hace su trabajo y desaparece. La chica me pregunta a qué edad conocí la música de Los planetas. Le digo que muy mayor, con diecinueve, por lo menos. Me dice que es imposible porque el grupo todavía no existía. Voy a cumplir sesenta y un años, le digo y paso de ella. En ese momento aparece Jota y le dice algo al oído a Tesán. Tesán dice que Jota invita. Le enseñó a Fernando una Moleskine con dibujos y textos (parecidos a los que hace Manuel del Barrio y que estuve viendo ayer). Fernando está muy raro porque no lleva barba. Me fijo en que Alberto lleva puesta la capa y unos colmillos de plástico tipo Drácula. Cuanto más me fijo en cada uno más raros me parecen. Dudo si serán dobles. Pienso que ya no llegamos a tiempo a Bilbao y siento una tristeza enorme.

sick of myself

miércoles, 20 agosto 2025. Alguien me dice que tengo algo en la cara. Me la toco y noto, sin tener que mirarme al espejo, que unas rayas azules me la recorren. (Vi esa película ayer).

vuelo

martes, 19 agosto 2025. Tengo que coger un avión y llego tarde (es el mismo avión que en otros sueños, una especie de habitación metálica con varios asientos en el centro como si fuera un cine). Otra chica también llega tarde, lleva una sillita de bebé pero el bebé es una sandía. Mientras la registran, bajo corriendo las escaleras (son escaleras de obra, como en un edificio normal) y me siento en primera fila. Delante hay unas cortinas rojo oscuro muy gastadas (parece una sala cutre de teatro alternativo). Salen auxiliares de vuelo para dar instrucciones, lo hacen con desgana. Un chico habla en inglés (no se le entiende nada), su compañera se supone que debería ir traduciendo, pero lo repite en inglés aunque cambia algunas palabras y hace gestos de "no le hagan caso que este no sabe lo que dice".

cejas de tinta

lunes, 18 agosto 2025. Mi madre me cuenta que mi hermana está obsesionada con operarse el pecho porque tiene demasiado. Cuando un día vea que tu madre lo tiene mejor puesto que ella le va a dar algo, dice como si hablara de otra persona. Me lo cuenta tumbada en la cama mientras se pinta las cejas con un pincel mojado en un líquido muy negro. ¿Te pintas sin mirar? Me sé mis cejas de memoria, dice.

con cáscara

domingo, 17 agosto 2025. La casa está desordenada, llena de cosas tanto buenas como inservibles (tapones de botella, restos de papel, fotos y pedazos de fotos, relojes y plumas en sus estuches, etc). También hay mucha gente (personas que conozco y otras que no). Me pongo a ordenar haciendo varios montones, separo las cosas que son de plástico de las de papel para reciclar en distintos contenedores. Las cosas que sirven las voy colocando sobre una de las sillas del comedor. Alberto dice que me dé prisa, que tenemos que irnos. No quiero irme dejando la casa así. Todos empiezan a bajar de cuatro en cuatro en el ascensor, se ríen, hablan muy fuerte. Javi se acerca a despedirse, me abraza. Ahí va un beso de huevo con cáscara, dice y me da un beso en el cuello que en realidad es una pedorreta de las que se le dan en la barriga a los bebés. Le pregunto cómo sería un beso de huevo sin cáscara. Repite la pedorreta al otro lado del cuello. Todos se van, me quedo ordenando, hay también ropa y paraguas rotos. Cuando voy a cerrar la cancela de la terraza veo pasar una sombra. Llega Alberto, le digo que hay alguien en la terraza, pero cuando nos asomamos no hay nadie. Justo antes de irnos me vuelvo a mirar, y veo dos sombras.

suegra

sábado, 16 agosto 2025. Estoy cuidando del hijo de Pablo. Su abuela (suegra de Pablo) me dice que tengo que irme porque es la hora de comer (Mario tiene en el sueño unos cinco años). Mario corre a su cuarto para traerme un libro. Te lo regalo, dice. Me hace muchísima ilusión. Cuando nos despedimos me fijo (y me extraña) en que su abuela y él tienen la misma nariz que Pablo.

salto

viernes, 15 agosto 2025. Estoy en casa de una chica que se parece mucho a la protagonista de Oh Hell. Me acaba de cortar el pelo. No ha quedado muy bien pero no le digo nada. Dice que es mejor que salga por la ventana. Me asomo, son unos diez metros. Le digo que quizá sea mejor salir por la ventana del lavadero, como la otra vez, que está más cerca del suelo. Me subo a unas secadoras que hay junto a la ventana, me asomo, habrá dos metros hasta la calle. Veo a Alberto esperándome apoyado en el coche. Antes de saltar me quito las sandalias porque creo que cayendo descalza me haré menos daño. Cuando estoy en la acera me despido con la mano y voy hacia el coche, pero ya no está. Doy varias vueltas a la manzana. Nada.

en blanco y negro

jueves, 14 agosto 2025. Me asomo a una barandilla. Veo una grada de piedra (parecida a la de un teatro romano). Veo al padre de Joan y a Joan a su lado, pero es casi un niño y en blanco y negro. Mira mamá, ha venido mi amigo Masip desde el pasado para que vea cómo era de niño, le digo a mi madre que se alegra muchísimo (hasta da palmas de alegría).

luna

miércoles, 13 agosto 2025. Llaman a la puerta de la casa de mis padres, abro y la gata aprovecha para escaparse. La llamo varias veces, me asomo a la escalera (que es distinta, tiene barrotes), nada. Bajo a la calle y la busco. Hay un puesto de feria donde venden coco cortado, turrón y altramuces. También puedes llevar tu mascota para que otra persona la adopte. Una chica me tiene unos impresos, dice que puedo dejar a la gata allí y que otra familia la acogerá. De repente me doy cuenta de que llevo a la gata en brazos. La aprieto contra mi cuerpo y corro hacia casa, feliz de haberla encontrado.
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Voy con Sonia y Mesa Toré por un parque desangelado, de vuelta a casa. Le digo a Mesa que en el homenaje a Manuel Alcántara leí un poema suyo. Eres buena, me dice.
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Alberto y yo vamos por el paseo marítimo sentados en una especie de sillón con motor. Veo a Francis mirando el mar. Pasamos por su lado sin detenernos. Me vuelvo a mirarlo y le hago un gesto como diciéndole: ya te contaré.

gallur

martes, 12 agosto 2025. Estoy esperando para cruzar Muelle Heredia. Se acercan tres chicos. Pienso que acaban de llegar en patera. Me preguntan dónde pueden ir a comer. Uno de ellos dice, calle Bolsa. Le digo que allí todo es muy caro; hacia el este todo muy caro, hacia el oeste más barato. Aparece un coche pequeño amarillo, hace un trompo para entrar en el puerto y los tres chicos salen corriendo. De repente estoy en una habitación anexa a la iglesia de la Victoria. Una de las profesoras pregunta a tres chicas de dónde son. De Zaragoza. Les dice que digan nombres de calles de su ciudad. Dicen nombres muy raros, parecen nombres que yo les pondría a unas cabras. Se lo digo: ¿En vuestra ciudad ponéis a las calles nombres de cabras? Todas ríen como si hubiera contado un chiste. La profesora quiere recordar el nombre de una sierra. Guadarrama, le digo. Me mira con admiración. Le digo que no tiene importancia, que yo todo lo aprendí hasta los siete años, después nada. Vuelve a preguntar a las chicas por pueblos de su tierra, pero no saben ninguno. Gallur, respondo. Todas se miran y cuchichean.

edredones

lunes, 11 agosto 2025. Estoy preparando el desayuno. Llaman a la puerta. Pienso que siempre miro por la mirilla con el ojo derecho y esta vez voy a hacerlo con el izquierdo. No veo nada. Abro. Mi hermana y mi prima Cristina son niñas. Están acostadas en el descansillo sobre edredones y sábanas revueltas. Hablan de sus cosas. Les pregunto si han llamado. Dicen que no saben, que igual le han dado al timbre por error. Vuelvo a lo mío. Al meter la taza en el microondas, choca y se derrama. La taza es ovalada. No sé de dónde ha salido. Busco mi taza favorita pero no doy con ella. Me paro a pensar: ¿cuál es mi taza favorita?

neopreno

domingo, 10 agosto 2025. Estoy de visita en casa de una chica a la que no conozco. De repente me dice que su hermana acaba de llamarla, tiene que contarle algo muy personal y tengo que irme. Ponte los zapatos y te acompaño, dice. Le digo que puedo irme sola, pero ella insiste. Le digo que solo me acompañe la mitad del camino. A su lado está Oeste que intenta varias veces acercarse a mi mochila. Supongo que quiere meterme de regalo un mechero que le dije que es muy bonito.
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Estoy en la cola de un puesto de helados hecho de madera. Alguien se pone detrás, muy pegado a mí. Me vuelvo y es un chico muy alto, miro hacia arriba y es Paco. Me mira muy serio, me saluda fríamente. Soy yo. Lo sé, responde. Le digo que me alegro muchísimo de verlo. Dice que también, pero actúa mecánicamente. Le digo que justo hace un momento acabo de saludar a José Miguel y a Laura. Miro a ver si están todavía en la playa. Paco entra al patio de un bar. Se sienta en una mesa con una pareja mayor (imagino que son sus suegros). A su lado hay una sillita de bebé. Me dice que la ropa que lleva la ha hecho su hijo (es una especie de vestido muy ancho de lino verde militar; me extraña porque hace un momento llevaba un traje corto de neopreno). Dice que también hace bordados. Miro la sillita y es de bebé de pocos meses, no creo que pueda sostener ni el biberón, mucho menos una aguja, pero no digo nada.
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Estoy en un hotel caótico. Comparto habitación con una señora mayor mal teñida. Está viendo la tele a un volumen exagerado. Cojo la mochila y salgo a buscar un lugar tranquilo. Cuando bajo al patio, una chica aparece con un cuenco de sopa. Se le va cayendo por el camino, se tambalea como si caminara por una pasarela. Me dice que no salga, que el cielo va a explotar. Miro al cielo y está de un color rarísimo y una forma abombada. Le pregunto al dueño del hotel si puedo ir al monte a leer. Dice qe no me lo recomienda, que en los días explosivos todo el mundo va al bar a emborracharse. Es que yo quiero leer y la señora pone la tele muy fuerte. Tenías una habitación para ti sola, pero me pediste que te cambiara. Vuelvo al hotel. Me fijo en que voy vestida de rosa pálido. En el suelo encuentro una tira de tela de cuadros madrás muy bonita en tonos pastel. Al ponérmela veo que los dobladillos están solo hilvanados. Mientras espero el ascensor llega una pareja mayor. Él va de blanco de la cabeza a los pies (incluidos pelo y cara)Pienso que parece un personaje de David Lynch. Al entrar en el ascensor, solo entra ella. Le pregunto a qué piso va. Dice que al 8 pero le da al 2. Bajamos. Frente al ascensor hay una taquilla de cine antiguo. Un chico desde dentro grita: ¡ha llegado la abuela! Y sobre la ventanilla se enciende un luminoso rojo donde puede leerse LA ABUELA. Pienso que ese hotel es una locura. Al ir hacia mi habitación, noto el sueño del pasillo blando. Parece que caminara sobre un colchón de agua. Delante de cada habitación hay un agujero con agua. Pienso que quizá hayan inundado la planta de abajo para conseguir ese efecto. Al llegar donde se supone que estaba mi habitación, pasan del número 13 al 15. Le pregunto al dueño qué ha pasado. Como decías que había mucho ruido la he eliminado, si quieres puedes quedarte con la mía, dice. Siento una tristeza enorme, quiero irme a casa, pero estoy tan cansada que acepto quedarme con su habitación. Sígueme, dice.

solo

sábado, 9 agosto 2025. Levanto a mi padre de la cama. De repente vamos andando por la calle. Va muy diligente hasta el punto de que lo suelto del brazo y camina solo. ¡Mira mamá, papá vuelve a caminar solo! No te confíes, dice mi madre.

bricolaje

viernes, 8 agosto 2025. Estoy en casa, pero tiene la distribución de la casa de mi abuela, incluso la terraza se parece al patio. Salgo y a la izquierda dos señoras barren. Me preguntan qué es eso tan bonito que hay junto a la ventana del baño. Eso tan bonito es un engendro de bricolaje que, se supone, hicimos entre Alberto y yo para matar el tiempo. Una tabla de aglomerado a la que fuimos pegando piezas rotas de plástico y mármol.

castores

jueves, 7 agosto 2025. Estoy en un bar. Veo a Alberto y Salvatore en otra mesa. Cojo mi vaso y voy con ellos. El camarero pregunta si quiero tomar algo y yo pongo mi vaso sobre la mesa. El camarero se va y apaga la luz. Alberto cuenta que una amiga ha estado de viaje, que el hotel era muy barato, que compartía habitación con una familia con un montón de niños, y lo peor era que los niños tenían cada uno como mascotas castores que se pasaban la noche haciendo ruido. Lo cuenta muerto de risa (yo no le veo ninguna gracia). Pienso que nunca lo había visto reírse tanto de algo.

erizo

miércoles, 6 agosto 2025. Alberto y yo llegamos a un centro comercial. A un lado del pasillo hay una cubeta grande y cuadrada de plástico transparente de la que salta un erizo. Cuándo está a nuestros pies se hace una bola, lo cojo con cuidado y lo devuelvo a su sitio. En la cubeta hay bolas de papel virutas de madera. El erizo vuelve a saltar. Alberto intenta cogerlo pero se pincha. El erizo se me sube a la pierna como si quisiera venirse a casa conmigo.
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Mi padre está metido en la cama. Mira el reloj aunque sé que no puede ver la hora. Están tardando mucho, dice. Es que no he llamado a Urgencias, se reirían de nosotros por llamarlos para una tontería.

música

martes, 5 agosto 2025. Perkins me está esperando tumbado sobre el césped. Me tumbo junto a él. Le cuento que han convertido en música un libro mío, que ha quedado precioso. Miramos el cielo, lo recorren dos estelas paralelas de nubes.

revolución

lunes, 4 agosto 2025. Entro en una tienda (pero entro desde dentro). Paso por delante del mostrador de mármol, donde un tipo coloca lonchas de jamón como si fuera pescado fresco. Pienso que, ya que estoy allí, podría comprar para la fiesta de feria que quiero hacer en casa de mis padres. Una chica me llama desde otra puerta que hay junto a la que da a la calle. Quiere enseñarme algo. Entro. Pasillos y una gran habitación destartalada a modo de almacén. Me recuerda a las imprentas clandestinas. Sobre la mesa hay papeles amontonados y cajas de cartón abiertas. Me enseña un catálogo sin encuadernar con fotos de políticos, entre ellos Alberto Garzón. ¿Qué fue de él?, pregunto. Me manda callar. Me enseña otro catálogo con fotos de pueblos. Eso es Teba, le digo, mi suegro era de allí. ¿Sabías que Teba fue el único pueblo que apoyó la Revolución de Asturias en el 34?, le digo. Me saca del brazo de la habitación, me acompaña hasta la calle. No vuelvas, dice.