cejas

lunes, 21 julio 2008. Estoy con Ayllón en la puerta de la casa de Picasso y veo en la acera de enfrente a Begoña y Graciela. Begoña lleva un vestido estilo La casa de la pradera. Nos damos un abrazo enorme. Ayllón dice que como he encontrado a dos amigas vayamos a buscar a Muñoz Quintana para que ellos también sean dos. Hay varios escritores en una esquina. Discuten sobre sus edades. Uno de ellos, se parece a Cela, me dice que los escritores de verdad tienen la ceja izquierda más arqueada y más alta que la derecha. Me señala varios retratos en la pared. Después hace que me mire en un espejo. Tus cejas son normales, dice. Subimos por calle Carrión a buscar a Muñoz Quintana. La plaza es ahora casi un bosque. Entro en el que fue mi instituto porque hay una lectura en la que participo. Como si fuera un hotel, busco la habitación donde he dormido la noche anterior para coger los poemas que debo leer, pero ahora hay clases. Sólo una es una habitación, pero no es la mía. Hay dos personas durmiendo, todo está sucio y desordenado. Vuelvo a la sala de la lectura. Está abarrotada y todos los poetas van vestidos con monos amarillos. Le digo a Joan que me preste su libro porque no he encontrado el mío. Me da un libro amarillo donde tampoco encuentro mis poemas. Me siento en el suelo a su lado esperando que no tenga que leer nada. En el escenario, un grupo vestidos con monos blancos toca canciones sin sentido, sólo hacen ruido.