hormigas

martes, 29 agosto 2023. Llegamos con mi cuñada y mis sobrinas a lo que parecen unas ruinas griegas. Están al borde de la playa. Tapo los ojos a Marisa para que se lleve una sorpresa, pero no parece que le gusten. Pienso que han cambiado. Bajamos, pisoteando unas estatuas policromadas que no había antes (se supone que yo ya había estado). Pisad sin miedo que son de escayola, les digo.
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Voy en autobús. Desde la ventanilla veo a mi tía Mari correr entre los coches de la Alameda. Pienso que está actuando, que imita a Meryl Streep. Se lleva la mano al pecho y cae entre los coches. Le digo al conductor que pare. Dice que eso es imposible. Le grito que quizá mi tía esté muerta entre los coches. Pues te vas a perder el viaje a Italia, dice.
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Veo pasar a Jurdi con sus padres. Van muy sonrientes, como si alguno acabara de contar un chiste. Pienso que van muy guapos. Jurdi con traje y corbata, y la barba recortada. Los sigo para saludarlos porque no me han visto. Llegamos a un descampado lleno de escombros que en algún momento fue un jardín. Jurdi, su hermano Marcos y Javi no llevan camiseta, compiten a ver quién está más moreno. Me preguntan. Les digo que eso no puede llamarse bronceado, que parecen quemados que acaban de salir de la UCI.
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Alberto y yo vamos de tienda en tienda con dos vestidos de gitana, cada uno en su percha. Al parecer, Alberto se los ha comprado a nuestra sobrina Elena para su cumpleaños, pero se ha dado cuenta de que son muy pequeños. ¿Para qué compraste dos?, le digo. La señora que le vendió el vestido rojo le devuelve el dinero. la señora del vestido azul no le da nada, ni siquiera otra prenda. Le reprochó que nunca me cuenta nada, que si me hubiera dicho que quería regalarle un vestido de gitana se lo hubiera hecho yo a medida.
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Al llegar a casa de mis padres veo una fila anchísima de hormigas. Las sigo, llegan hasta el cuarto de baño (que en el sueño está donde estaba mi cuarto). Mis padres están allí refugiados. Mi padre dice que las mate. Mi madre que las deje en paz.