viernes, 18 abril 2025. En calle Cristo, a las puertas de Maskom, han puesto unas escaleras mecánicas en forma de L, la primera en el mundo, dicen. Incluso han venido de la tele para dar la noticia. Los hermanos Ordóñez suben y bajan dando piruetas. La gente enloquece y aplaude. Uno de ellos tira naranjas y tomates para que rueden calle abajo. No comprendo el funcionamiento de la escalera, cómo da la curva (que no es curva, es esquina de noventa grados). En esas estoy cuando uno de los hermanos cae rodando y al llegar a la acera se convierte en tomate. Arriba, donde comienzan a salir los escalones, hay un tendedero plegable. Me fijo y no es ropa lo que cuelga, son niñas muy pequeñas. Me acerco por si puedo ayudarlas. Intento quitar las pinzas de una de ellas, pero dice que le duele mucho, que la deje como está. Le digo que aguante lo que pueda, que en cuanto terminen de inaugurar la chorrada de escalera todo volverá a la normalidad.
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Me encuentro a Lucas por la calle y me alegro mucho de verlo. Va en un segway. Dice que puedo montar con él. Entramos en un edificio y hasta subimos la escalera sin problema a toda velocidad. le digo que lo maneja de maravilla, que estoy soprendidísima. En el último piso hay una escuela. Un niño nos insulta, dice que va a contárselo todo a sus profesores. Le digo al niño que siendo tan impertinente nadie va a quererlo y pasará la vida solo y morirá solo. El niño se echa a llorar. Me doy cuenta de lo desproporcionada que ha sido mi reprimenda. Le cojo la cara entre las manos, le digo que era broma, que quién no iba a querer a un niño tan encantador.
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Estoy en una boda. En mi mesa hay cinco mujeres a las que no conozco y Jesús Gea (a quien no veo desde hace más de 40 años). En el centro de la mesa hay un plato de queso con unas hojas verdes por encima. Todas comen en silencio. Este queso es dulce y no pega nada con estas hojas, digo y de repente todas se animan a opinar. A nadie le gusta. Les propongo comerlo con mermelada, que voy a robarla de la cocina. Se ríen, aplauden (me parecen muy infantiles). Llevo varias mermeladas distintas. Jesús va probando los distintos sabores. Antes de volver a meter la cucharilla en una mermelada distinta la limpia en el jersey de la chica que está a su lado. No estoy segura de si la chica no se da cuenta o le da igual.