sábado, 26 abril 2025. Estamos en un bar de una plaza porticada. Carmen tiene una niña sentada en sus rodillas, pero no es suya. También está David (pero no se le parece en nada). Alguien me dice le pregunté a si de verdad Franco estuvo en su clase. Qué tontería, podría ser su bisabuelo, le digo. Le pregunto de todos modos. David se echa llorar, dice que está harto de que le hagan a misma pregunta. Que sí, que es verdad, que estaba en su clase y que no puede decir nada malo de él. Que era un niño normal y corriente, que incluso ayudaba a los demás a hacer los deberes. Mientras habla, en segundo plano, hay una tele en la que se ve una clase dónde las niñas están boca abajo debajo del agua. Carmen se levanta y echa a andar, me agarro de su brazo. Noto un tacto raro y es que lleva un abrigo de visón hasta los pies. Salimos a la plaza. Hay dos grúas enormes. Casi nos atropellan. Le digo que nos va a pasar lo mismo que cuando nos marchamos los zapatos de graba. Nos reímos.