entradas y telefono góndola

viernes, 23 mayo 2025. Estoy en una plaza enorme con Alberto y Salvatore. Se supone que queremos ir a un concierto, pero no hemos conseguido entradas. Alberto y salva van a intentar comprarle a algún reventa. Aparecen unos hombres negros enormes. Uno de ellos se sienta delante de mí. Creo reconocer al cantante del grupo. Me pregunta en inglés si voy a ir al concierto y le digo que no conseguí entradas. Hace un gesto y unas chicas me tienden una. Me da vergüenza decirle que somos tres.
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Alberto y yo estamos en una habitación decorada en tonos sobrios, en penumbra, sentados en unos sillones muy cómodos delante de una mesa camilla, un espacio sereno. Hablamos de apuntarnos a un curso de dos días sobre cómo hacer documentales profesionales. En ese momento aparece un teléfono góndola sobre la mesa y suena. Es mi hermana. Dice que lo ha pensado mejor y ha cambiado los días que va a salir, dice fechas al tuntún, como si estuviera en un bingo. Le digo que no me entero de nada. Mejor ven, dice y asoma la cabeza por la puerta. Le digo que no, que me lo diga claramente. De lunes a jueves, dice. Me sienta muy mal porque el miércoles y el jueves eran los días del curso. Alberto me consuela. Le grito a mi hermana que estoy harta de cambios, que si sigue así no volveré nunca más. Mientras lo digo sé que es mentira porque no puedo dejar de ir a cuidar a mis padres. De repente, estoy en casa de mis padres, mi hermana se va con sus amigas pero antes me dice que me perdona por haberle gritado, que ya le ha contado a Alberto los problemas que tuve con la caca. No sé de qué me habla. ir a un concierto, pero no hemos conseguido entradas. Alberto y salva van a intentar comprarle a algún reventa. Aparecen unos hombres negros enormes. Uno de ellos se sienta delante de mí. Creo reconocer al cantante del grupo. Me pregunta en inglés si voy a ir al concierto y le digo que no conseguí entradas. Hace un gesto y unas chicas me tienden una. Me da vergüenza decirle que somos tres.+Alberto y yo estamos en una habitación decorada en tonos sobrios, en penumbra, sentados en unos sillones muy cómodos delante de una mesa camilla, un espacio sereno. Hablamos de apuntarnos a un curso de dos días sobre cómo hacer documentales profesionales. En ese momento aparece un teléfono góndola sobre la mesa y suena. Es mi hermana. Dice que lo ha pensado mejor y ha cambiado los días que va a salir, dice fechas al tuntún, como si estuviera en un bingo. Le digo que no me entero de nada. Mejor ven, dice y asoma la cabeza por la puerta. Le digo que no, que me lo diga claramente. De lunes a jueves, dice. Me sienta muy mal porque el miércoles y el jueves eran los días del curso. Alberto me consuela. Le grito a mi hermana que estoy harta de cambios, que si sigue así no volveré nunca más. Mientras lo digo sé que es mentira porque no puedo dejar de ir a cuidar a mis padres. De repente, estoy en casa de mis padres, mi hermana se va con sus amigas pero antes me dice que me perdona por haberle gritado, que ya le ha contado a Alberto los problemas que tuve con la caca. No sé de qué me habla.

nokia

miércoles, 21 mayo 2025. Tengo que enseñarle alguien un álbum de fotos. Es un álbum antiguo con hojas de papel donde las fotos están pegadas con esquinas adhesivas. Segun voy pasando paginas, voy tachando las fotos con una brocha muy ancha y cola semi transparente.
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Alberto y yo nos despedimos cerca de Fuente Olletas. Empiezo a subir pero decido volver a casa en bus. Ya dentro de autobús le pregunto al conductor si es el C1, dice que es el C5, que mejor me baje y tome el 92 (como si supiera donde esta mi casa). Unos pasos mas alla veo a Albero salir de una tienda donde arreglan móviles. Dice que el tipo que los arregla, cuando lo ha abierto, se ha echado a llorar y ha llamado a su madre para que lo consolara.
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Salvatore me llama por teléfono. Dice que no entiende cómo en su ordenador le ha salido el mío, que él solo quería sacar un billete de avión. Dice que ha visto que yo tengo uno guardado en descargas y que se puede usarlo.

muro fácil

martes, 20 mayo 2025. Voy por el paseo marítimo, no sé si voy andando o en un vehículo invisible. Llevo un carrito de supermercado, hay una fila de mujeres con carritos de dos supermercados distintos. Una chica vestida de azafata va dejando pasar según el carrito que lleven. Le digo que mi carrito es de un supermercado con una etiqueta azul y me manda hacia la derecha, pero hacia la derecha lo que hay es un muro que tengo que escalar con una cuerda. Curiosamente me resulta muy fácil. Cuando llego arriba no hay supermercado, lo que hay son muchos servicios uno al lado del otro. Dejo el carrito fuera y entro en uno de los servicios. Voy buscando uno que esté limpio. Todos están asquerosos.

llaveros

lunes, 19 mayo 2025. Mi hermana tiene una colección de llaveros de ranas. Los tiene colgados de una viga que ha colocado en el techo de su cuarto. La viga sale por el marcó de la puerta y recorre todo el pasillo. Algunos llaveros son de goma y están medio derretidos. Me dan un poco de asco.

gusarapos

domingo, 18 mayo 2025. Paseo con Daniel por una calle estrecha y encalada, adornada con arriates de plantas y flores muy bien cuidadas. Es como si estuviéramos de viaje, le digo. Le cuento cómo arreglé un reloj, desmontándolo e imantando un destornillador para no perder los tornillos que eran del tamaño de las patas de una hormiga. Me enseña el suyo, dice que no es bonito pero se lo regaló su hija y tiene que llevarlo (un reloj de colores, con dibujos infantiles). La calle no es más que un arco que acaba en la misma plaza. Hay una fuente. Nos mojamos las manos. Las sacamos a la vez porque nos da asco (está llena de gusarapos). Nos miramos y nos reímos. Alberto nos espera leyendo el periódico.

los idiotas de la piscina

sábado, 17 mayo 2025. Estoy en una especie de chalet destartalado. Todo el mundo anda de un lado para otro preparándose para ir al funeral de Cumpián. Cada vez que intento salir me encuentro a alguien que me para para preguntarme o contarme algo. Cuando por fin consigo escabullirme y al salir al jardín, en la piscina hay un montón de gente bañándose con ropa. Al parecer empujan al agua a quien pase cerca. Me ven, me persiguen, intentó escapar por la parte de atrás. En la parte de atrás hay una plaza de toros pequeña (a ratos es plaza de toros y a ratos laberinto). Desde la terraza de un edificio que hay muy cerca, una señorame dice que tenga cuidado porque hay un toro suelto. Decido volver a la casa y esconderme en un armario a esperar que los idiotas de la piscina se vayan.

nido

viernes, 16 mayo 2025. A ratos parece un restaurante a ratos una playa improvisada junto a un pantano donde ha bajado el nivel del agua. Hay una familia descansando bajo una sábana atada a cuatro cañas. Llama la atención, eso tan rústico, con ropa blanca y elegante, las señoras parecen sacadas de un cuadro de Sorolla. Me invitan a sentarme con ellas. Le digo que me salen manchas en la piel. Unas niñas dicen que es bonito estar morena. Les digo que hay quien se pone morena y a quién le salen manchas. Hablamos de banalidades, pero se está bien. De repente de nuevo en el restaurante, un camarero le da un puntapié a un perro pequeño. Le pregunto a la dueña si lo ha visto. Me explica que no pueden echarlo, que tiene un contrato de por vida. De repente de nuevo con las hijas de las señoras de blanco haciendo montones de arena que parecen termiteros.
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Hay un espejo antiguo junto a la puerta de una casa. Delante están Sonia y Míchel. Van vestidos con ropa oscura de paño y están muy serios, parecen el matrimonio Curie. Intento hacerles una foto, pero aparecen reflejadas unas chicas muy modernas que están sentadas en una escalinata (llevan chándal fluorescente y chaquetones furry en rosa chicle y naranja). Imposible, les digo. Se abre la puerta. Aparece Miguel Ángel en batín, nos invita a pasar. Nos explica que su madre está cambiando toda la casa (el espejo era suyo; no entiendo que lo tiren, es precioso y antiguo). Donde estaba la cocina ahora hay un espacio enorme vacío. En una habitación muy pequeña, que quizá usaban para la plancha, ha montado una mesa para jugar al risk. Le digo que podría montarla en la nueva cocina, en el suelo, y podría hacer batallas de verdad. ¡Claro, qué buena idea!, dice pero no mueve nada. Nos enseña un salón sin ganas (no parece muy conforme con los cambios de su madre). Casi piso a un pájaro pequeño y muy rojo. Dice que su madre los tiene sueltos por la casa, que tengamos cuidado. Intento hacerle una foto, pero no se deja. Llegamos a un dormitorio con una cama enorme. Allí están sus hermanos y otros amigos. Hoy jugaremos desde la cama, dice. ¿Sois cinco hermanos y una hermana, no? ¡Cómo te acuerdas!, dice (todo lo dice con  exclamaciones; creo que exagera; en la vida real no es así ni tiene cinco hermanos). ¡Mi hermana es idéntica a ti, tiene muchas ganas de conocerte!, dice. Llega su hermana. Es idéntica a él, con los ojos igual de azules, pero con el pelo oscuro. Todos se meten en la cama para empezar a jugar. Todos llevan papel y boli. Les digo que prefiero jugar fuera, en una silla. Jugamos por grupos. Tenemos que dibujar algo y que el otro grupo lo adivine. Dibujo la cabeza de un viejo con unos puntitos cerca de la nariz. No lo acertarán nunca, le digo a la hermana (que es de mi equipo). Me fijo que en un rincón, a un metro del suelo hay un nido. ¡De ahí salen los pájaros rojos!, dice Miguel Ángel. De repente veo lo tarde que es, debo volver a casa. Miguel Ángel llama a un taxi. Aparece un coche antiguo negro (parece el coche de un gánster). ¡Llévela!, dice. Me despido con la mano pensando que no creo que vuelva. Llego a la casa de mi bisabuela en Estepona. Desde la calle puedo ver el piso de arriba porque las ventanas están abiertas. Me extraña verlas a todas, incluso a mi bisabuela, porque ya murieron todas. Salgo directamente del taxi por una escala metálica que apoya en la fachada. Detrás de mí sube alguien. Es mi tía Pepa (que también murió). Espera, le digo, será mejor que yo suba detrás de ti por si te caes.

escabechina

jueves, 15 mayo 2025. Se supone que hemos comprado una casa en la playa con otra pareja y vivimos allí los cuatro. Es una casa enorme con salones inmensos con muebles muy modernos. Parece sacada de una película de Hollywood. De repente empieza a entrar y salir gente, no sé quiénes son, le pregunto a la otra pareja si son sus invitados. Dicen que no, que debe de ser que hay una fiesta en el hotel de al lado, piensan que somos parte del hotel, y entran a usar mi cuarto de baño. Lo dicen muy tranquilos, sentados en el sofá tomando una copa. Soy yo la que tiene que explicarles todo y echarlos. Algunos se ponen violentos, otras olisquean toda la casa. No puedo más. Le digo a Alberto que no quiero vivir allí. De repente vamos por la calle los cuatro. Alberto y la pareja caen en una zanja. Me asomo y Alberto dice, esto ha sido una escabechina, enseñándome un brazo amputado de alguien. Llamo al 112, llegan inmediatamente, se llevan los cuerpos del chico y la chica. De repente volvemos a estar en la casa. Alberto parece muy triste, corre las cortinas. Le digo que la casa hay que venderla ya. Unos niños se bañan en la piscina. Cuando me acerco me piden perdón. Les digo que pueden bañarse todo lo que quieran, que la piscina es suya para siempre, y si conocen a alguien que quiera comprar la casa se la vendo muy barata o se la regalo.

camisa de lino

martes, 13 mayo 2025. Estoy con Elisa en una cama turca, charlando cómodamente. Dice que he adelgazado mucho, que tenemos la misma talla, nos reímos. Llega mi hermana llorosa y enfadada a la vez. Dice que su amiga Maricarmen le ha dicho que no va a salir más con ella, y que ahora tendrá que quedarse en casa. Inmediatamente se levanta, coge el bolso y se va, porque ha quedado con su amiga Virtudes.
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Estoy en lo que era el hall del cine Alameda. Se supone que ahora el dueño es Ricardo. Está tras la barra ordenándolo todo porque va a haber una actuación. Para no perderme nada, cada vez que voy al servicio orino con la puerta abierta. Entro en la sala, Francisco está actuando, canta muy bien y con mucho desparpajo. Lleva una camisa blanca de lino con bordados en el escote y las bocamangas. Parece feliz, el público lo aclama. Cuando termina se acerca a saludarme. También se acerca Iker, que ha venido expresamente de Asturias para la actuación. Le doy a Ricardo una cámara de fotos. Dice que no es suya, que se la habrá olvidado alguien. Es una cámara analógica. Una chica dice que para saber de quién es lo mejor es abrirla y mirar los negativos. Justo antes de abrirla le grito: ¡Vas a velarlas!

ibuprofeno

lunes, 12 mayo 2025. Mis padres y yo estamos a punto de salir de casa. Mi padre pregunta si ya nos han dado las notas. Le digo que he hablado con la profesora y me ha dicho que no diga nada hasta que no nos den los boletines, pero le adelanto que mi hermana mal todo y yo bien. Bien a secas, recalco. Mi madre protesta de que no entiende la letra de mi hermana, que le deja notas pero nunca se entera de nada. Al abrir la puerta para ir al ascensor, un perro pequeño (que no tenemos; ayer estuve jugando con el perro de Tony) escapa de casa a toda velocidad. Le digo a mis padres que podemos llevarlo si le ponemos la correa. Mi madre acepta no muy convencida. Esperamos el ascensor. me fijo en que mi padre no lleva zapatos ni camisa. Le hago un gesto a mi madre que responde con toro de "deja que vaya como quiera". En el portal hay muchos niños de mi edad (a ratos soy una niña a ratos soy mayor). Cristina presenta a mi padre a los niños como El capitán. Uno le pregunta (no sé si para reírse de él) si la tierra también es redonda en Andalucía. Mi padre responde muy serio que el arco del fragmento que le corresponde, por supuesto es curvo. El niño se ríe a carcajadas, le llama maricón. Mi padre acerca su cara a la del niño y lo amenaza (no llego a oír qué le dice). El niño se queda blanco. Bajo la calle detrás de mi madre. Al entrar en la farmacia, están hablando con la farmacéutica. Los cuatro, incluido el perro, me miran. Dicen que cierre le puerta. En la zona de fuera están Cristina y Jonás. Jonás tiene muy mala cara y está recostado en una hamaca. Cristina le dice que le dé una pastilla, que siempre llevo muchas. Es la reina de las pastillas, dice. Miro en el bolso, no llevo nada, les digo que yo también necesito ibuprofeno. Jonás se ofrece a ir a comprarlo. Dice que comprará la caja más grande y nos la repartiremos. No entiendo dónde va porque ya estamos en una farmacia, pero no digo nada. De repente voy por la calle con el perro. Espero para cruzar, pero un coche frena para dejar cruzar a alguien que parece muy enfermo. Es Marcos. Me acerco a preguntarle qué le pasa. No dice nada. le digo que se vaya directamente a casa y se meta en la cama.

sacarino

domingo, 11 mayo 2015. Estoy con un grupo de personas en un restaurante (se supone que son mis amigos con sus hijos, pero no conozco a nadie). Después de comer alguien quiere ir a felicitar al cocinero. Unos van por un camino; un chico muy alto y yo por otro. Llegamos a un punto en el que hay que pasar por una cornisa curva que parece mojada y resbaladiza. Le digo que no puedo pasar, me echo a llorar. Le digo que le doy todos mis muñecos (los saco, los llevo en el bolso) si no me obliga a ir a felicitar a nadie. No sé cómo llegamos al comedor sin haber pasado por la cornisa ni la cocina. El chico tiene mis muñecos sobre la mesa. Me acerco, cojo uno de ellos y me lo guardo. Lo siento, pero a Sacarino no puedo dártelo, le digo.

ahá

sábado, 10 mayo 2025. Tengo delante a Jota y a Cova. Están sentados muy juntos al sol. Ella apoya la cabeza en el hombro de él. Parecen dos bebés gigantes. Los miro y pienso que no saben que en un futuro se conocerán por 
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Tengo que hacer comida para muchísima gente. La corina de la casa de mis padres está muy desordenada, tengo todos los fuegos encendidos y ni aun así doy abasto. A través de la puerta oigo hablar a mi hermana con Andrés. Él le da consejos. Ella solo dice ahí, de vez en cuando.

la risa de mi madre

viernes, 9 mayo 2025. Tengo que ir a algún sitio y llego tarde. Busco por todas partes (en la casa de mis padres) mi trenka verde (que llevé a Cudeca hace años). Mi madre dice que me ponga otra cosa. Le explico que en el bolsillo de la trenka hay algo muy importante, por eso debo encontrarla. Mi madre me ayuda sosteniendo una escalera plegable para que mire si está en el altillo del que fue mi cuarto. Por fin aparece hecha un gurruño. No hay nada en los bolsillos. Mi madre y yo nos miramos y nos encogemos de hombros. Mi madre se ríe y hace un gesto de "qué más da".

calendarios de bolsillo

jueves, 8 mayo 2025. Quiero comprar una batería externa para el móvil. Le he dicho a Francisco que venga conmigo para que me aconseje. La tienda parece un chiringuito de playa, una caseta de madera con el mostrador muy alto. Hay mucha gente. Cuando por fin puedo acercarme, le digo al dependiente lo que quiero. Mira mi móvil con asco, lo sostiene en el aire con dos dedos como si fuese un kleenex sucio. Aparece con una especie de teclado de un metro. Francisco y yo nos miramos. Saco de la mochila mi batería tipo tarjeta d crédito. Quiero algo así de pequeño pero con más potencia, le digo. El chico niega con la cabeza y se va. Francisco juega con mi móvil. ¿Sabías que no es un móvil, que es una radio?, dice. Los doy a los dos por perdidos. Me entretengo mirando en un mostrador calendarios de bolsillo para llevarle uno a Francis, pero todos están mal cortados.

termitero

miércoles, 7 mayo 2025. Cenamos, con los que se suponen son nuestros vecinos, en un patio encalado con una mesa larga. No conocemos a nadie. Se nota que quieren causar buena impresión, con velas y flores en la mesa. Me sirven unos espaguetis pegajosos. No digo nada. Justo en el momento que voy a empezar a comer, Alberto pone un mi plato un trapo sucio tan pegajoso como la comida. Lo miro asombrada. Come, dice muerto de risa. Los demás no saben si reír, mantienen el tipo. Me levanto y me voy. Para llegar a casa de mis padres tengo que trepar por un montículo de tierra seca color ladrillo (parecido a un termitero), que se me mete en las uñas. Cuando llego arriba, veo que en la calle hay varios coches de policía y varios ladrones tumbados boca abajo sobre el asfalto. Lo veo todo desde arriba como en una película. Me pregunto cuándo podré bajar y, sobre todo, cómo porque la altura es enorme y la pared del otro lado del termitero demasiado vertical.
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Estamos en una sala de cine estrecha que parece un autobús. No recuerdo qué estamos viendo, pero yo me aburro muchísimo. En ese momento la sala se convierte en un autobús de verdad. Una abuela y su nieta suben. El bonobús no tiene viajes. El conductor les dice que se bajen. La señora le pide que deje a su nieta ir hasta la siguiente parada, que allí la espera su madre y ella le pagará. El conductor se niega. Varios pasajeros nos levantamos a pagarle el billete. De repente el autobús se convierte en un patio estrecho con paredes de ladrillo donde dos señoras mayores recitan sus ripios. El público aplaude exageradamente. Después un chico, con la cara pintada de blanco y los labios rojos, se tumba boca arriba en el suelo y recita algo tan flojito que no se oye. Yo llevo unas botas que al mínimo movimiento me hacen botar y elevarme a una cuarta del suelo. Intento no moverme para no llamar la atención, pero el chico se da cuenta y, como si fuera un caracol, se esconde debajo de una de las mesas.

grifo

martes, 6 mayo 2025. Pablo está esperándome en una estación de metro o algo parecido. Me alegro mucho de verlo, le doy un abrazo. Él deja los brazos colgando a los lados de su cuerpo.
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Marcos y yo estamos fregando platos y cubiertos en casa de mis padres. Llega Sonia y nos pregunta si estamos liados. Marcos y yo nos miramos sorprendidos, como si nos viéramos por primera vez. ¡No!, decimos a la vez. Marcos podría ser mi hijo, le digo. Tampoco te pases, dice Marcos muerto de risa. Marcos se enfada ante la insistencia de Sonia, dice que no se lo cree. Marcos gesticula con restos de jabón n las manos, explicándole que eso es imposible. A mí me da igual lo que piense. Solo me preocupa el grifo que se ha quedado abierto.

chándal beige y camiseta de ovejas

lunes, 5 mayo 2025. Estamos en una habitación de hotel. Tengo que arreglarme  a toda prisa porque es la hora de la cena y tenemos reserva. Suena el teléfono, es Salud y está llorando. Alberto dice que me dé prisa. Mientras la escucho me voy vistiendo con la ropa que encuentro (un chándal beige muy feo que no sé de dónde ha salido). También me pinto los párpados con maquillaje usado que hay en una caja. De repente me doy cuenta de que no hay nadie al otro lado del teléfono, que voy horrible y, sobre todo, que no quiero ir a cenar.
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Estoy en un bar muy grande y destartalado con Marcos. Estamos solos y muy a gusto, sin ruido ni música. Me pregunta qué tal me fue con el hermano de la Miss, si nos besamos al final (en el sueño se supone que el hermano de la Miss es Miquel Barceló). Le digo que nunca me besaría con él porque nuestras bocas no son compatibles, que solo por la forma de una boca ya sabes que el beso no irá bien. Mientras hablamos el bar se va llenando de gente. A nuestra mesa se sienta un grupo que parece no haber comido en años. Piden estofado y magro con tomate, comen como cerdos. Marcos y yo queremos irnos pero no hay sitio ni para ponerse en pie. Al fondo veo a Sr. Chinarro haciendo de camarero. Lleva una bandeja extremadamente grande con una sola mano. Como era de esperar se le cae, todos los vasos y copas se rompen y por fin se hace el silencio.
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Estoy en una tienda mirando ropa por mirar. Veo unas camisetas muy baratas con dibujos de ovejas. Me hacen gracia, pero no sé si me atrevería a ponerme algo así. Una señora me pregunta si hay bragas para su hermana. Le pregunto por la talla. Es que tiene mal la cabeza, se le olvida, dice. ¿Se le olvida la talla? La señora no dice más y se echa a llorar.

fétido

domingo, 4 mayo 2025. Un tipo grande con gabardina (tipo Fétido Adams) dice que quiere entrevistarme. Entramos al hall de un hotel. Dice que busquemos un sitio con menos ruido. Llegamos a una zona de spa donde un montón de chicas están tumbadas con mascarillas blancas de papel en la cara. Todas llevan turbante, todas parecen la misma. El tipo empieza a hacerme preguntas a gritos. Siento muchísima vergüenza. Una de las trabajadoras nos pide que nos marchemos. De repente vamos por la calle, por dentro de un arriate lleno de barro. Llevo los zapatos Gaultier y temo haberlos destrozado. El tipo dice que si pongo los pies en alto durante diez minutos, el barro se secará y con un golpe seco caerá dejando los zapatos como nuevos. De repente estamos en una habitación de hotel, en la cama. El tipo me pregunta qué opino de la economía mundial y de cómo afectará a los países de África. Le digo que pensaba que las preguntas serían sobre poesía. Me levanto, busco mis zapatos para marcharme.

saco de piedras

viernes, 2 mayo 2025. Se supone que estamos de vacaciones en Buenos Aires. Nos reúnen a todos los extranjeros en el hall del hotel (que se parece a la casa de mis padres). Pienso que van a secuestrarnos. Veo llegar un caza. Corro a buscar mis cosas (un saquito con mis anillos y algunas chapas que no quiero perder). Veo que Elisa y Andrés se acercan al hotel. Me escabullo y se lo doy, le digo que huyan. Policías armados nos dicen que nos pongamos en fila pegados a la pared y que vayamos entrando en una habitación para meter en una bolsa lo indispensable. En otro descuido, le doy a una camarera una bolsa de tela con piedras. No quiere hacerse cargo. Le digo que si mete una en el monedero le dará suerte, que alguna vez volveré a recuperarlas. Acepta. Meto en una bolsa de deporte algo de ropa. Cuando nos sacan del hotel caminamos en fila por la acera. Javier e Isa están comprando cerveza para celebrar que su equipo ha ganado. Javier no se hace cargo de la situación, se ríe, dice que nuestro equipo ha perdido. Le hago una señal a Isa con la mirada, pero tampoco me entiende. Nos llevan a una especie de óptica para niños. Nos van pasando uno a uno para hacernos unas pruebas. La chica que tengo delante, en vez de preguntarme hace muecas con la cara para hacerme reír. Me río exageradamente, quizá por los nervios. Dice que es la mejor prueba que ha visto nunca y veo como escribe 10 (con una flecha hacia arriba) en su hoja. No tengo claro si en este caso 10 significa vida o muerte. Al fondo de la sala de espera está Momo y otro chico. Momo hace bromas, dice que si las preguntas son en inglés suspenderán todos. Alberto ha colado su móvil pequeño, suena, me lo pasa. Oigo la voz lastimera de mi hermana. Dice que está ingresada en el hospital, pero que no me preocupe, que le han dicho que solo necesita reposo. Le susurro que estamos retenidos, que es posible que estemos en peligro, que no sé cuándo voy a poder volver. Su voz se recompone de repente, pero ya no entiendo lo que dice.

santa rota

jueves, 1 mayo 2025. Estamos en una tienda de juguetes. La dependienta nos enseña un tablero en el que pones un poco de pintura y al pasar el pincel suena la música de la película que elijas. Una señora dice que quiere para su nieto la banda sonora de Harry Potter. Pasa el pincel con mucha agilidad y las notas van sonando al ritmo de cada pincelada. La señora compra el juego contentísima. La dependienta le dice a Alberto que pruebe. Suena la música de Barry Lyndon. Cuando la dependienta desaparece para envolver el regalo de la señora pruebo pasar el pincel, pero no suena nada. Pienso que es un truco, que cuando está la dependienta delante le dará a un botón.
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Estoy sentada frente a la tele y alguien me da una figura de Santa Rita como si se tratara de un bebé. Se me cae, se rompe en varios pedazos, la recompongo.
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Un grupo de amigos quiere ir a comer caracoles. Para eso cogemos un ascensor que nos deja en lo alto de un monte. Después empezamos a bajar por terraplenes. Bajan con mucha facilidad, como si esquiaran. A mí se me cruzan un montón de gallinas. Aparece un perro. Las va matando a todas a bocados. Grito desde arriba que no puedo seguir. Alberto intenta subir para ayudarme. Le digo que no suba, que hay un perro rabioso. Veo un túnel. A la entrada hay una bobina de hilo rojo. Lo sigo para no perderme, pero dentro del túnel hay un montón de gente atrapada, liada como si fueran capullos de seda en otros hilos de otros colores. Los separo y ayudo a salir uno a uno. Cuando por fin llego el restaurante está cerrado. Me alegro porque jamás comería caracoles.
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Vuelvo a estar sentada frente a la tele y vuelven a darme la figura de la misma santa. Se vuelve a caer, se me vuelve a romper. Está vez está tan rota que será imposible recomponerla. (Me despierta una jaqueca explosiva).