botines de goma

sábado, 26 julio 2025. Mi madre dice que la gata está preñada. La miro y tiene la barriga floja, pero nada más porque nunca sale de casa. Mi madre dice que la niña de la vecina juega con la gata y, como tiene un perro, quizá haya traído "algo" en los dedos y al tocarla, ya sabes. No sé si habla en serio. No creo que la gata esté preñada, le digo. Tú hermana también lo está, dice.
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Bajo por Fernando el Católico. A la altura de Gordón, un coche aparca, calcula mal y queda sobre dos coches. La chica que conduce le dice a su madre que baje inmediatamente y entré en la tienda a comprar algo. Después la chica baja el coche a la calzada. me sorprende lo rápida que ha sido. Veo a su madre muy despistada y entro a ayudarla. Me doy cuenta de que voy descalza. Salgo y entro en una zapatería que hay justo al lado. Hay botines de goma con botones colgados en ristras como si fuesen ajos. Pregunto si tienen el 38. Solo lo que hay colgado. Me pruebo un 36 y me queda enorme. Pienso que las tallas están mal y me llevo unos rojos. Pienso que son del estilo de mi prima Cristina. Cristina aparece en la tienda. Mira, los he comprado por solo cuatro euros, le digo. Le encantan. Se los regalo.
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Vamos por la calle. De repente todo se vuelve sombra. Miramos hacia arriba y vemos que es un árbol que da distintos frutos. Aguacates, ciruelas, uvas, cebollas, incluso algunas que no conocemos. Alberto prueba una fruta morada. Dice que está muy buena. Las cebollas tienen forma de pera. Me pregunto si serán dulces. Alberto se sienta en un sofá bajo el árbol. Qué suerte tener esto dentro de casa, dice. Miro a mi alrededor y, efectivamente, estamos en casa.