sillas de tijera

sábado, 19 julio 2025. Estoy en casa de mis padres. Me despido hasta el próximo día. Mi tía le pregunta a mi hermana si me lo ha dicho. Mi hermana dice que no. Al parecer, me dijo que dormía tres noches fuera pero ahora serán más. Le digo que ya había hecho planes, que así nunca puedo organizarme ni descansar. Salgo de la habitación conteniendo mi rabia. En el suelo del salón hay varias sillas de tijeras tiradas que no dejan pasar. Voy plegándolas y ordenándolas contra la pared. También cojines planos, de sillas de terraza (que no sé de dónde han salido). Los amontono sobre una butaca. De repente estoy en la calle. Al mirar la hora veo que al reloj  de pulsera (no suelo llevar) se le ha caído la tapa trasera. Al ir a recogerla del suelo (está entre unos adoquines), Antonio la pisa. Se supone que solo está jugando, pero me enfado de verdad. Cuando la cojo se trata de una lámina de papel plateada. Antonio habla con una chica, le cuenta cómo nos conocimos. ¿Te acuerdas de que siempre me ha gustado el mismo tipo de hombre?, le digo. No sabe de qué le hablo. ¿No te acuerdas de que Araceli me dijo que no distinguía a mis amigos porque todos se parecían? No se acuerda. Al ver que no podemos seguir con ese tema le digo que da igual, que ya no tengo tipo de hombre, que a partir de ahora jamás me verá con ninguno.