sinsorga

domingo, 20 julio 2025. Entro en una tienda donde vender piedras y barras de labios. Hay varias chicas jóvenes sentadas en un banco bajo que recorre el perímetro de la tienda. Están probándose distintos colores con purpurina. La dueña me pregunta si he visto la serie Sexo en Nueva York. Le digo que la vi hace poco porque siempre voy con retraso, del tirón, y que no me gustó nada. Después me pregunta qué me parece Harrison Como decís en tu tierra, es un sinsorga. Se ríe. Pone una silla alta a modo de mesa y sirve lo que parecen canapés. Me fijo en que quien come con ella es Eduardo. Me acerco sin que ella me vea, le hago señas, le digo que no coma, que son pastelitos de piedras venenosas. La tienda se ha convertido en un bar oscuro. Estoy en una mesa larga con Alberto y Andrés. Cuando por fin viene el camarero y vamos a pedir algo, Andrés dice que acaban de decirle que hay una mesa libre en un bar de su barrio. Alberto le responde que propuso ese bar hace un rato y (Andrés) le dijo que no le gustaba. Nos levantamos, nos ponemos nuestros sombreros vaqueros y salimos. Cruzamos la plaza de la Merced (que es como antiguamente, con adoquines y tráfico). Es de noche, ha llovido y los adoquines brillan. Pienso que debemos de tener una pinta extraña. Me parece reconocer a Caína. Me vuelvo, me quito el sombrero y lo agito en el aire para saludarla. Pienso que si se viniera con nosotros se le ocurrirían un montón de cosas divertidas y lo pasaríamos mejor. Llegamos al bar. El bar no es más que una sala con las paredes color crema, desconchadas, y un tablao al fondo. La luz es mala (un par de fluorescentes en el techo). Javi entra muy animado, dice que bailemos. Se ha dejado el flequillo largo, lo mueve a soplidos mientras baila (me recuerda a un personaje de las leliculas de Rocío Durcal). Me gusta verlo feliz. Veo a Inma con una mini Inma a la espalda, como si fuera una mochila. Está muy delgada. Le pregunto si se está cuidando, que si sigue sin comer pronto su "mini yo" será más grande que ella. Me da igual, dice. Vale, pero si te mueres ven a contarme cómo es el otro lado, le digo.