ducha imposible

miércoles, 9 junio 2025. Estoy en una habitación de hotel, es enorme, el cuarto de baño sin pared ni puerta. Tengo que darme prisa porque debo dejar la habitación. Cada vez que intento ducharme aparece alguien: Juano con una novia (se asoman por la ventana, se ríen, intentan entrar, me hacen bromas), les digo que tengo prisa y que no hagan el tonto; Juan y su hija (se sientan en uno de los sofás y leen revistas), no les digo nada; tres chicas (una de ellas les enseña cómo llevarse cosas del hotel sin que nadie lo note), tú no eres una influencer, eres una ladrona, le digo me voy. Doy una vuelta a la manzana a ver si se van todos. Detrás del hotel veo un perro boca arriba con la barriga abierta. Me da pena y asco. Cuando intento volver al hotel no está, toda esa zona de ha convertido en un decorado. Pienso en dónde estarán mis cosas. En un rincón veo un montón de sandalias con tiras, pero son de goma. Me las pruebo, pienso en si sería capaz de llevarlas (no me gusta ir con los pies desnudos). De repente estoy en una terraza de una especie de venta (aunque se supone que es mi casa). Recibo a algunos amigos que han venido a celebrar un homenaje a Cumpián. Cuan veo que llega Jacinto me acerco y lo abrazo. Poneos cómodos que ahora vuelvo, les digo y cruzo una explanada por donde pasan coches que parecen de juguete. Una chica me da un resguardo y dice que vaya a por sus maletas. Pienso que quizá también encuentre la mía, la que dejé en el hotel. Llego a una cola, entramos por unos pasillos muy largos (tienen las paredes de baldosas blancas, parece un psiquiátrico). Junto a mí va un actor que se supone es argentino. ¿No te han llamado nunca el Ewan McGregor argentino?, le pregunto. Como me pone mala cara le digo que a lo mejor no es argentino, es uruguayo. Me pone peor cara todavía. Me dice, soy gallego soy de Toledo, Cantabria. No estoy segura de si allí hay una región que se llame así o bien se está riendo de mí. Una chica con carpetas se le acerca (pienso que es su secretaria), él se queja de que por ser famoso la gente se cree que es idiota (la chica lo consuela). Sigo por el pasillo feo, pero no da a una sala para recoger maletas sino a un vagón de tren donde la gente va apilada en literas (una madre le da de comer un yogur enorme a su hija). Desde una de las ventanillas veo al actor Ernesto Alterio en el andén, en una hamaca (pesa como 200 kilos), pienso que ha tenido que engordar para un personaje. Quiero preguntarle cómo va a hacer para adelgazar, pero el tren se pone en marcha. Junto a la señora con su hija reconozco a una amiga de mi hermana (me alegra ver a alguien conocido). Le pregunto si ella también ha perdido su maleta. Dice que no, que las envían a casa. Miro por la ventanilla, no reconozco las calles. ¿Tú no te mudaste? Piensa un poco y responde que da igual, que confía en que la maleta llegará a su destino. Pienso que, como se ha mudado cerca de casa de mis padres, mi maleta lleva el mismo camino que la suya. Un