dificultades

jueves, 18 septiembre 2025. Estoy en casa de mis padres y llego tarde al colegio. Busco mi ropa pero está toda tirada por el suelo del que fue mi cuarto. Tengo que llevar la comida, huevos duros, pero no encuentro un cazo para cocerlos. Mi hermana intenta ayudar pero me da un táper. Le explico que si pones un táper al fuego o sobre la vitrocerámica se quema. Me mira con cara de no entender. Voy de un lado a otro a toda velocidad metiendo libros y cosas en la mochila. Me va persiguiendo por toda la casa leyéndome las instrucciones de algo. Mi madre, que ya estaba levantada, se ha vuelto a acostar vestida (incluso lleva un collar de perlas). Veo que mi padre se ha levantado e intenta subir la persiana. Ha dejado el andador a un lado y temo que se caiga. ¡Que alguien ayude a papá!, grito. Entro en el cuarto de mi hermana. Detrás de la puerta, en el suelo, hay dos mochilas con llaves. Como no me da tiempo a buscar las mías me las llevo todas. Algo se mueve dentro de la cama de mi hermana. Es mi tía M (no sé qué hace allí), y me dice que no haga tanto ruido, que quiere dormir hasta el medio día. Miro el reloj, tenía que haber salido de casa a las 08:30 y son las 8:45. Dudo si abandonar y quedarme en casa, pero pienso que hace mucho que no voy al colegio. Salgo al descansillo, hay cola para el ascensor. Bajo las escaleras de tres en tres. Voy pensando que como hace tanto que no voy quizá hoy haya examen o vayan por una lección de la que no sé nada. Aprendo rápido, pienso. Al llegar al portal me doy cuenta de que llevo un perro pequeño blanco. El perro corre delante de mí y se aleja (la correa va extendiéndose). Pienso en si sería mejor parar un taxi para llegar a tiempo, pero creo que no llevo ni dinero ni tarjeta. Pienso en a quién le podré dejar el perro mientras estoy en clase, porque lo veo demasiado nervioso para que se quede quieto durante tantas horas bajo el pupitre.

cortinas de cretona

miércoles, 17 septiembre 2025. Estoy en una habitación que recuerda a la casa de la vecina de mi abuela, con muebles y cortinas de cretona. La supuesta dueña de la casa está a mi lado, saca algo del bolso y me lo enseña. Lo vuelve a guardar inmediatamente. A mi izquierda está Sonia. Me hace gestos de que tenemos que largarnos de allí cuanto antes. Dicho y hecho. Sonia se levanta y se va. La señora me dice que desde donde está no puede ver bien la tele, que corra el sofá. No hay ninguna tele pero empujo el sofá que se ha convertido en una cama enorme y pesada. Sonia vuelve. La señora la echa a gritos. Salgo detrás de ella con la excusa de pedirle disculpas (le digo a la señora), pero con intención de no volver. Sonia dice que la peluquera me está esperando. Abro la puerta de un local muy moderno. La peluquera está tumbada en el suelo con postura de pasar de todo. Me mira con desgana y rencor. Sé quien eres, pero no te he reconocido, dice. Pienso que está molesta porque hace mucho que no voy a cortarme el pelo.

clase de hipocresía

martes, 16 de septiembre de 2025. Llego a una clase. Se supone que soy la profesora. Hay sillas, sillones y sofás. Alumnas en su mayoría (entre ellas, personajes de la tele, como Terelu Campos). Subo a la tarima, no sé qué decir. Lo digo abiertamente: no sé de qué voy a daros clase durante todo un curso. Podemos hablar de nuestras cosas, dicen. Tenemos que buscar un tema, digo y les pregunto: ¿alguien puede definir la hipocresía?
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Vamos en el C1. Un tipo nos pregunta dónde esta la parada del C2 y si falta mucho. Le digo que justo en la esquina, que solo debe bajar y subir porque el C2 viene justo detrás, y además es gratis porque no ha pasado una hora entre uno y otro. Al llegar a la parada vemos a un señor en el suelo. Alberto me dice que le va a tocar atenderlo. El tipo que quería tomar el C2, al ver tanto alboroto, empuja a los demás viajeros para salir, se baja y para un taxi a pesar de que el C2 está justo detrás. Este hombre es tonto, le digo a Alberto, que todavía está dudando si va a bajar a ayudar o no.

red de sueños y la chica bebé

domingo, 14 septiembre 2025. Al lado de la cama he puesto una bolsa de red para que los sueños se vayan guardando solos y no tener que apuntarlos a la mañana siguiente.
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Estoy en una clase bastante vetusta con asientos de madera y terciopelo rojo. Justo antes de que entre el profesor me suena el móvil (el móvil es un billete de tren; lo desdoblo y respondo). Un tipo me pregunta si soy fulanita nosequé Gil (solo recuerdo el segundo apellido). Se ha equivocado, le digo, pero él insiste. ¿Seguro que no eres tú?, porque estoy buscándola para algo muy interesante. Lo dejo hablar porque tiene la voz muy bonita. Habla de otras chicas, todas pintoras, también, dice. Pensé que preguntabas por escritoras, le digo. Su voz me suena, me recuerda a la de Sergio Gaspar. Le pregunto si conoce a una tal Isabel Bono. No la conoce (me río). De repente estoy en un vagón de tren. La revisora me pide el billete (qué es el móvil por el que estoy hablando), me lo quita, lo mira y dice que está equivocado, lo arruga y lo tira al suelo. ¡Oiga, que estaba hablando por teléfono!, le digo y recojo el billete, lo estilo y me lo vuelvo a poner en la oreja, pero ya no se oye nada. Los demás pasajeros me miran como si estuviera loca. Me obligan a bajar en la siguiente parada. Estoy en un andén de un pueblo que no conozco. Llega a una chica que me recuerda a Jessa de la serie Girls. Pelea con un camarero porque ha pedido un menú pero a la hora de pagar no tiene dinero. Me hace gracia y me uno a ella. Dice que tenga cuidado con mi maleta, que me la ate a la pierna (lo intento, pero me es imposible andar, desisto). Llegan tres tipos muy guapos, parecen sacados de un casting de Hair. Una chica muy bajita y no precisamente guapa (aunque no es fea, es que tiene cara de bebé) llora porque está enamorada de uno de los tres melenudos y no es correspondida. La consuelo acariciandole la cara y la cabeza, exactamente como haría con un bebé. Se queda dormida. Los chicos se despiden y se van en moto. Nosotras nos vamos por las callejuelas del pueblo. Le digo a la falsa Jessa que uno de los chicos le ha metido algo en el bolsillo trasero del pantalón. Pienso que pueden ser drogas, pero es una lata con huevos de pascua. Por si acaso, los deja en el alféizar de una ventana. Una niña viene corriendo a traérnosla. Os habéis dejado esto, dice sonriente. Le damos las gracias y volvemos a deshacernos de ella, esta vez tirándola a una papelera.

mi mascota era un robot

viernes, 12 septiembre 2025. Estoy en una habitacióncon luz macilenta. Tengo que leer unos poemas. Empiezo de memoria, pero no recuerdo el final del texto. Cojo un libro y empiezo de nuevo. El libro es de texto, de 1°EGB. Incluso tiene anotaciones con letra de niña. En vez de leer le voy contando al público lo que voy encontrando. Aquí preguntaban el nombre de mi mascota y escribí: T12-M2.

seguro

jueves, 11 septiembre 2025. Estamos en la planta de arriba de la librería Traficantes de sueños, aunque parece un restaurante. Nos han servido un vino blanco muy turbio. Un cocinero desde detrás del mostrador pregunta si nos gusta porque tiene un sabor muy peculiar. Aparece Araceli (trabaja en la librería) y bajamos con ella al patio. El patio es un autobús. Hablamos de los seguros de decesos. Le digo que siempre me han parecido absurdos, que mis padres me apuntaron nada más nacer, que todo ese dinero se lo podrían haber gastado en viajar, que de todas formas si te mueres y no tienes dinero, en la calle no te van a dejar, te entierran de todos modos. Nadie en el autobús me da la razón.

alfombra de césped

miércoles, 10 septiembre 2025. Parece un vídeo musical. Estoy con cuatro personas más, tumbados boca arriba en el césped. Una chica canta y nosotros repetimos el estribillo. Cantamos en inglés. La letra dice algo así como "recuerda que estás aquí y ahora, agárrate bien al suelo, recuerda este momento los días grises". Me agarró al césped (parece una alfombra muy mullida). La chica nos pide que repetimos el estrinbillo más y más fuerte.
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Mi tía E dice que tendría que cortarse el pelo, pero no puede ir a la peluquería. Me ofrezco a acortárselo. Empiezo por los lados, pero alguien me llama y tengo que salir urgentemente. Cuándo vuelvo veo a mi padre con los brazos cruzados delante del horno. Le pregunto si está preparando la cena. Asiente. Le pregunto desde cuándo sabe usar el horno, pero no dice nada, esta enfadado, le pido disculpas por llegar tan tarde. Se le ve joven y fuerte. Mi tía aparece como si se hubiese hecho una permanente, pero lo tiene blanco. Se parece mucho a mi abuela. Estoy sorprendida de que ella misma se lo haya peinado. Pienso si mi tia M se enfadará con ella y conmigo por cortárselo. Mi hermana quiere enseñarme lo que ha hecho con el que fue en mi cuarto en casa de mis padres. Lo ha ordenado, parece enorme, hasta hay una mesa camilla. Quiero hacerle una foto para enseñársela a Alberto y vea lo bien que ha quedado, pero cada vez que disparo mi hermana aparece en ropa interior y tengo que borrarla.

examen

martes, 9 septiembre 2025. Estamos en calle Cuarteles, en la acera delante de la panadería El burrito. Me entretengo jugando con el broche de estrella que me regaló Alberto. Es tan pequeño que se me escapa de las manos, cae en la acera. Los busco por todas partes, entre el bordillo, en el asfalto... Nada. No quiero perderlo porque me lo trajo de la URSS en 1984 y ya es una reliquia. Aparecen una madre y una hija.Ya estamos aquí, dicen (como si las hubiéramos estado esperando a ellas), podemos irnos. Empujan un coche que comienza a rodar solo. Hay tráfico, les digo que tengan cuidado y corro detrás del coche para intentar montarme en marcha y reconducirlo. De repente estamos en el rellano de la casa de mis padres esperando el ascensor. Entramos. La madre  se queda fuera y oímos que cae. Salimos. Tiene una pierna rota. De la pierna le salen tripas. Otra vez estamos en la acera y varias personas llaman al 112. Os dejo en buenas manos, les digo y me voy a toda prisa porque tengo un examen. Llego tarde a clase. Las puertas ya están cerradas. Abro con cuidado y busco un asiento libre. Qué bien, dice un chico cuando me siento a su lado. No te creas, no vas a poder copiar mucho porque no he estudiado. Los profesores empiezan a repartir fuentes de comida (no platos, fuentes) como si fueran folios en blanco. Nos ponen primer y segundo plato. También un plato con unas tortas de pasas prensadas. Pienso que va a sobrar más de la mitad, que es un despilfarro. Un profesor mayor vuelca otro plato de tortas dentro de mi bolsa. Para después, dice. Podéis empezar el examen, dice una profesora. En mi mesa no hay espacio para escribir ni tampoco tengo papel. Pongo las fuentes en el suelo y me levanto a pedir un folio. La profesora me tiende una servilleta de papel La servilleta es de cuadros celestes y blancos. No hay preguntas así que improviso. Decido escribir una carta de amor a la comida. Escribo: "Nada como una servilleta de Vichy celeste para expresar mi amor". Cuando voy a arrugarla, porque me parece una chorrada, la profesora me la quita de las manos y me dice que he terminado. Te vamos a aprobar de todos modos, dice y me guiña.

suegra

lunes, 8 septiembre 2025. Estoy sentada (hacia dentro) en el poyete de la ventana de un bar. Una chica entra y toca la flauta. Se pone delante de mí y dice que son 16,38 euros. Le digo que no voy a dar nada y menos así, con una tarifa. La chica me amenaza con algo que lleva escondido en el pelo.
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Subo (entre niñas de uniforme) el Camino Nuevo hacia el que fue mi colegio. Al ir acercándome a la puerta noto cierto revuelo. Las aceras están como entonces, sin losas, de tierra y piedras, pero esta vez embarradas. Hay tipos muy raros en coches muy raros (tipo Mad Max). Se oyen hasta disparos. Las niñas siguen apiñándose delante de la verja del colegio que sigue cerrada. Pienso que son tontas, que aprovechen y se vayan a casa, que se alegren de que hoy no haya clases. El ambiente es cada vez más peligroso. Veo un camión aparcado y me meto en la cubeta, bajo una lona, esperando a que todo pase.
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Estamos en una habitación con las paredes verde pito, en silencio, comiendo fideos chinos. Cada uno come de su caja, ni siquiera los volcamos en un plato. Las cajas son tan grandes y profundas como las de palomitas que ponen en los cines. Veo como los demás las rebañan metiendo las manos o la cara dentro. Yo intento sacar lo que hay e el fondo con unos palillos. Solo conozco a Alberto que, sentado a mi lado, es el único que no come con ganas. Raúl Cimas aparece de repente (se supone que es el dueño de la casa) y dice que necesita papel higiénico. Su mujer le da un rollo y desaparece. Aparece de nuevo haciendo la V de victoria, feliz, gritando que ni quiero lo ha necesitado. Abraza por detrás a una señora que estira masa con un rodillo sobre la mesa de la cocina. ¡Esa es mi suegra!, grita. Necesito ir al cuarto de baño, pero la puerta tiene una ventana de cristal redonda (pueden verme desde fuera), además no hay pestillo y el váter está demasiado lejos de la puerta como para aguantarla. No sé qué hacer, si arriesgarme. Antes que nada busco papel y no hay. Sobre el lavabo hay toallitas húmedas, pero al coger una se deshace entre los dedos como si fueran espuma.
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Alguien ha subido a Facebook unas fotos en las que salgo con Nené, Ángeles y otra chica en un balancín. Todas llevamos jerséis verdes tirando a turquesa. En otra sale el erizo César (con su pantalón verde). A pie de foto han escrito: ¿Qué pasa con el verde? Todo el mundo pone comentarios jocosos. No entiendo de qué se ríen.

circo

domingo, 7 septiembre 2025. Estoy en la entrada de un circo. Van llegando algunos amigos. Primero Enrique y Lucas (Enrique ha adelgazado mucho), después Andres y Daniel, finalmente Juano (me llevo una gran sorpresa y alegría porque hacía mucho tiempo que no nos veíamos). No hablamos, no les digo nada. Solo, según llegan, voy agarrándoles las caras entre las manos y dándoles un beso. Se van sentando en una grada que hay a mi izquierda.
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Llego a la que fue la casa de mi abuela. Le explico a alguien que antes el jardín era de césped, no de losas, y lo felices que fuimos en esa casa. Según hablo la luz va cambiando, haciendo el jardín y la casa más y más bonitos.

kimono

viernes, 5 septiembre 2025. Llego a la que era mi casa de calle Salitre. El portal es distinto, tiene varias zonas de buzones, algunas escondidas. Los buzones pueden abrirse sin llave. Eso no me gusta nada. Afortunadamente en el mío no hay nada. Cuando subo, la casa tiene un patio andaluz lleno de macetas. Me recibe Mario Virgilio en kimono. Lo encuentro muy guapo y de buen humor. Pone música que sale por unos altavoces gigantes que hay junto a una barra de obra. Bailamos.

basura

jueves, 4 septiembre 2025. Me despierto en el suelo de la cocina de casa. Todo está manga por hombro. Una chica, que no sé de dónde ha salido, me dice que observe las pistas, y se desvanece. Por las pistas, pienso que me han secuestrado en mi propia casa. Un chico muy macarra (no tendrá más de veinte años) me lo confirma, se ríe orgulloso. Le digo que me da igual lo que haya hecho conmigo, que no quiero saberlo, pero que ya podría haber sido más ordenado y no dejar, por ejemplo, los yogures fuera del frigorífico. Meto restos de comida en bolsas de basura. Aparece un tipo que, al parecer, dormía en el pasillo. Le hago señas para que busque ayuda, le señalo las bolsas de basura, le digo con gestos que con la excusa de bajarlas avise a la policía. No me entiende , desisto.
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Mi hermana y yo hemos salido, cada una por nuestro lado, a comprar un regalo para el cumpleaños de mi madre. Me pierdo por las calles, me encuentro a Marina (lleva andador, me entretiene), intento llamar a mi hermana pero el móvil no funciona (es un móvil diminuto, del tamaño de un mechero y no veo las teclas). Pienso que me mate lleva demasiado tiempo sola y vuelvo a casa. Llamo por fin a mi hermana desde el fijo. Le dijo que ya sé l que podemos comprarle, una mantelería bonita. Dice que me encargue yo, que ella ya está en casa desde hace mucho. Te estoy llamando desde casa y no estás aquí, le dijo. Me cuelga.

calle arriba, calle abajo

miércoles, 3 septiembre 2025. Tengo que llevar la pajarita de mi sobrino a casa de mi abuela. Va dando saltitos delante de mí mientras subimos la calle. Cuando veo que está cansado le voy poniendo miguitas de pan delante para que vaya comiendo y avanzando. Al llegar a la puerta Abel me abre con una sonrisa, pero la pajarita ha desaparecido.
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Estoy con un grupo de personas que no conozco, apiñados en una habitación muy pequeña (las paredes y los asientos son color mantequilla y, eso, me inquieta mucho; quiero irme cuanto antes de allí). Se supone que debemos fallar un premio de poesía. Hay tres finalistas. Yo espero que gane Sonia. De repente todos se ponen en pie y dicen: ¡Uno, dos y tres...!, y gritan mi nombre. Me echo a llorar. Pero si no me he presentado, les digo. Tu amiga presentó uno de tus libros, dicen. Todos aplauden, brindan y se ríen. Yo salgo sin que se den cuenta y bajo la calle hacia casa de mi abuela a toda velocidad mientras sigo llorando.

fórmula

martes, 2 septiembre 2025. Estoy en un hotel que se parece mucho al Miramar. Me asomo a la terraza y se me cae un papel que va directamente a la piscina. No sé lo que hay escrito pero temo perder algo muy valioso. Veo como un chico rubio lo lee y se ríe. Mi madre dice que baje rápidamente a por él. Voy en camisón y calcetines. Mi madre dice que no me arregle, que baje tal y como estoy. Me pongo unas chanclas de plástico muy feas que no sé de dónde han salido. Voy hecha un fantoche. Hay dos puertas de ascensor y en el sueño consta que una es falsa y no puedo equivocarme. Pulso el botón que no es, se hunde y suena una alarma. Pulso inmediatamente el otro y la puerta se abre. Bajo al jardín. No encuentro al chico, miro entre los setos, pregunto si alguien lo ha visto. Una chica que vende bebidas señala hacia un macetero. Detrás hay una especie de pecera esférica con varias bolas gelatinosas. Le pregunto a las bolas cuál de ellas es el chico rubio. Las bolas se ríen, se empujan entre ellas. Casi me echo a llorar, les explico que ese papel era muy importante para mí. Una de las bolas sale a la superficie y me habla (tiene una bola más pequeña dentro). Dice que entregó el papel a un señor con barba, que en el papel había una fórmula secreta que salvaría a la humanidad y el señor de las barbas ha escrito un libro y ahora es multimillonario. Podrías ser tú si no hubieras dejado caer el papel, dice. Me vuelvo y en una de las ventanas del hotel hay una pila de ejemplares del libro con la foto del señor de las barbas en la portada. Me da igual que se haya hecho millonario. Me da igual que sea él o yo quien haya salvado al mundo. Mi madre me pregunta con gestos desde la terraza si he conseguido el papel. Le digo que sí.

muchos ceros

lunes, 1 septiembre 2025. Aunque ya estoy en casa de mis padres, tengo que ir a casa de mis padres. Decido ir cruzando el garaje para probar una llave que me ha dado la presidenta. Pulso el menos uno, abro la puerta y en vez de garaje hay un loft improvisado, amueblado precariamente. Hay gente joven, desde los diez años hasta los cuarenta. Cruzo entre ellos, ni me miran (unos sentados en sofás, otros alrededor de una mesa, otros preparando café en una barra de bar de obra). Mis padres están en un apartado oscuro, en la cama. Les digo que hay que levantarse, que ya son las tres de la tarde. Se asombran muchísimo. Oigo a lo lejos la voz de mi hermana. La veo con una especie de megáfono, dando instrucciones. Todos la miran con ilusión. Les dice que habrá para todos. No sé de qué habla. Me acerco y le pregunto de qué va todo eso y quiénes son esas personas. Se sienta en un sofá apartado y me dice con gesto triste y asustado: muchos ceros. No te entiendo. Ceros, muchos ceros, y tres. Explícate mejor. Les he prometido tres millones de euros a cada uno por ser mis amigos. Me enfado muchísimo pero me contengo, le digo serenamente que los amigos no se compran, que ya se lo he advertido muchas veces. No te preocupes (la calmo), no pasa nada, no te habrán creído, sabrán que es broma. De repente se ha convertido en una niña y se echa a llorar. No, no es broma, están esperando al notario para cobrar, pensaba pagarles con el dinero de mamá y papá, dice. ¿De verdad crees que tienen tres millones de euros? Mi hermana al oírme se desmaya (como hacía de niña cuando no quería hacer algo). Paso con ella en los brazos (pesa muy poco) entre la gente, que nos grita y abuchea reclamando el dinero prometido. Les digo que ha habido un malentendido, que no hay ningún dinero. Algunos se van, otros nos siguen e insultan mientras voy con ella inconsciente por la calle, sorteando varios andamios que hay en la acera. No sé bien dónde llevarla porque no reconozco las calles. Pienso en cómo estarán mis padres, si se habrán levantado solos de la cama, temo que se caigan o que los que han quedado en casa los insulten o agredan. (Me despierto sudando con el corazón a mil).

líquido fucsia

domingo, 31 agosto 2025. Vamos a cruzar hacia ollerías pero pasan muchos coches. Un autobús casi embiste a Alberto, le pasa a menos de cinco centímetros. Le grito que tenga cuidado. Cuando miro ya no está.
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Llegó a casa de mis padres. En el descansillo, junto a la puerta, mi hermana está poniendo botellas vacías. Una se le derrama y deja una mancha fucsia hasta el ascensor. Le digo que hay que limpiarlo antes de que llegue alguien y se caiga. Me da un estropajo de aluminio. Me tira una toalla de playa para que yo me encargue. Cuando lo tengo todo limpio aparece con más botellas y basura. Le digo que no puede dejar eso ahí, que lo meta en casa. Llegan dos vecinas y me ven arrodillada en el suelo limpiando. Me miran con decepción.
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Estamos en sevilla. He dejado Alberto en el hotel porque está enfermo y busco una farmacia. Todas las calles están vacías y a oscuras. Una señora explica a otra desde un balcón que están en fiestas. Le digo a la señora que me gusta más Sevilla así, vacía. La señora cierra el balcón enfadada. Tengo sed, entro en un bar, pido una caña. A la hora de pagar me dicen que son nueve con cuarenta euros. Pienso que se han equivocado, pero no digo nada. Les sienta muy mal cuando digo que quiero pagar con tarjeta. A mi lado una chica muy borracha le dice a sus amigos que va a robar la copa en la que bebe porque es muy bonita. Los amigos se apartan de ella. Temo que se caiga. Salgo del bar, las calles siguen muy oscuras, no sé si sabré volver al hotel.

bebida verde

sábado, 30 agosto 2025. El corte inglés ha organizado una semana de la moda. Solo pueden asistir diez personas. Sonia y yo logramos entrar. Nos meten en una habitación pequeña y en penumbra con sofás alrededor. Los hay de dos y tres plazas. Entramos a trompicones, Sonia se sienta en uno de dos y yo en uno de tres. Alguien nos da una bebida a cada una. A mí me toca un vaso alto de cerveza (casi de un metro), pero tiene agua. A Sonia le dan un vaso bajo y ancho con un líquido verde. Me hace señas desde lejos, como diciendo: qué asco. Nos reímos. De repente alguien dice que me toca. Hay dos puertas con dos funcionarios para renovar el carnet de conducir. Me dicen que elija bien, que como me toque el malo no me lo da. Entro en el de la derecha. Es un señor mayor muy afable (me recuerda a mi profesor de Derecho Civil). Me pregunta si me han advertido de algo, que hay gente muy supersticiosa que cree que si le toca él  es un hueso, o que hay que entrar con el pie derecho en su oficina. Nos reímos. Me renueva el carnet sin preguntar nada ni hacerme ninguna prueba. Una chica entra y le pregunta donde está nosequé cosa. Los tres nos agachamos a mirar por debajo de todos los muebles sin saber bien qué buscamos.
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Elisa ha organizado una cena para darme una sorpresa. Es una especie de entreplanta abierta con más de cien mesas. Todas están preparadas con manteles blancos y muchas copas.Todas están vacías menos una, en la que está Francis. No va a venir nadie, le dijo. Veo a mi madre a lo lejos, a la sombra de un árbol. Le digo que se acerque para hacer una foto de grupo, pero se limita a saludar con la mano sin cruzar la calle.
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Se supone que estoy en casa de Sonia. Es una casa enorme y destartalada tipo años 70. Está en la cocina preparando la cena. Dice que ha tenido una gran idea. Le digo que ya sé cuál, que lo soñé esa misma noche. Vas a incluir poemas en tu novela, le digo. Eso es, dice y se ríe. La veo muy feliz. Sobre la mesa del salon hay una libreta negra que, se supone, regalé a Míchel. Al pasar las paginas, algunas estan escritas, en otras hay fotos de revistas pegadas y en otras hasta se ven películas. Me alegra que le hayas dado buen uso, le digo. Dice que no es nada y que no me fije en su letra, que es muy fea. Nos reímos. Cuando salgo al jardín veo a mi madre en una silla de playa. Parece tranquila y feliz. De repente, de debajo de la manguera salen unas serpientes sin cuerpo, solo las cabezas, y se le acercan. Las espanto con las manos a pesar del asco que me dan.

cuadro de barro

viernes, 29 agosto 2025. Ami ha organizado una fiesta en honor a su hermano. Estamos en un patio con balcón corrido de madera en el primer piso. Cada cual ha hecho algo conmemorativo. Un tipo con pelo largo me enseña un retrato en tonos marrones que parece estar hecho con barro. ¿A que lo he clavado? No sé cómo decirle que no se parece en nada a Cumpián, que ha pintado a Jim Morrison. Pon tu fima también, me dice sonriendo de oreja a oreja. Sorprendentemente, veo pasar a Paco que lo mira y sonríe. ¿Cómo negarme? Lo firmo con tinta amarilla. 

ola de arena

jueves, 28 agosto 2025. Paseo por una playa de arena muy fina y muy blanca con Salud y Elisa. Aparece una ola de arena que no acaba de caer. Remuevo con el pie. Elisa dice que tenga cuidado. Le digo a Salud que estoy segura de que debajo hay piedras negras. Aparecen. No podemos llevarnos ninguna porque la ola de arena cae. Huimos.

gorra vs chistera

miércoles, 27 agosto 2025. Le cuento a Alberto que Inglada se compró una chistera y cuando llegó a casa no le quedaba. De repente aparece Inglada con una gorra de capitán de la marina, tan grande, que le tapa los ojos y hasta la nariz.

bolso de red

martes, 26 agosto 2025. Paseo con Carmen por una calle de tiendas turísticas. Me fijo en que nos siguen dos chicas. Le digo a Carmen que tenga cuidado con el bolso, que vienen a por nosotras. Yo llevo el bolso de red. Temo que lo corten con unas tijeras y se lleven lo que llevo dentro. Hago un repaso y pienso que no llevo nada de valor. Sigo mirando suvenires tan tranquila.

ganga

lunes, 25 agosto 2025. Espero al C1 para ir a casa de mis padres. Mí hermana se va a Londres y tengo que sustituirla. El C1 para, pero no abre las puertas. Una chica con un carrito rojo y yo las golpeamos para que nos deje entrar. Arranca y se va. Cruzo el puente a toda velocidad. Recibo un mensaje de mi hermana. Me envía fotos con su amiga mostrando los billetes de avión con pegatinas de corazones. Dice que ya no hay prisa, que vaya por la tarde.
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No se bien donde estoy, si es el pasillo de una casa, un bar, un tren o un barco. Una chica me dice que adivine cuánto le ha costado la ropa que lleva (un chándal pijamero color granate muy feo). Antes de que me dé tiempo a responder dice, ¡un euro cada pieza! Pienso que para lo feo que es me parece caro, pero la felicito. Su marido la mira orgulloso. Salgo a una terraza donde señores mayores muy elegantes toman el aperitivo al sol. Entre ellos está Jacinto. Me enseña un libro que le presté y está leyendo. Me hace un gesto de que esta muy gastado. Le digo que lo he prestado mucho, que incluso una vez me devolvieron lleno de arena.

balby

domingo, 24 agosto 2025. Estoy junto a un castillo hinchable con tobogán. Baja con mucho estilo una chica rubia muy guapa. Es Balbina del Rosario. Al llegar abajo me saluda efusivamente. Me sorprende que me reconozca porque solo nos vimos una vez hace muchos años en uno de sus conciertos, cuando se llamaba Balby. Le digo que está guapísima, tan delgada y elegante, que la encuentro incluso más joven. De repente dice que tiene que irse porque ahí llega su pasado. Desaparece a toda velocidad y aparece la antigua Balby con un vestido de leopardo rodando a trompicones por el tobogán.

móvil

sábado, 23 agosto 2025. Intento llamar por teléfono, pero solo salen anuncios.

perro de fibra óptica

viernes, 22 agosto 2025. Estoy en una clase que se parece mucho a la que fue mi clase de 1°BUP. Los pupitres están desordenados y faltan algunas sillas. Me siento en el suelo, pero acabo tumbándome porque me duele mucho la espalda. Un chico se tumba a mi lado y dice que hagamos ejercicio, que él de joven sabía hacer el puntal y el clavo. Yo también, le digo muy contenta e intento hacerlo pero no tengo fuerza para levantar las piernas. Nos reímos. Animo a que las demás hagan ejercicio, todas lo hacen menos una chica con gafas, muy seria, sentada al fondo de la clase (me recuerda a mí de joven). Voy a una clase que hay al lado. Parece una cocina. Veo a mi prima Elisa llorando. Tres chicas la consuelan. Le pregunto qué le pasa, pero niega con la cabeza. De repente la cocina tiene barandilla y da al puerto. Llegan dos coches grandes y brillantes. Salen dos señoras mayores con dos hijas y cada hija con dos niñas mellizas. Cada una trae un perro. Uno de los perros parece una lámpara de fibra óptica. De repente empezamos a movernos como si estuviéramos dentro de un barco y tengo que agarrarme a la barandilla para no caer.

destino bilbao

jueves, 21 agosto 2025. Se supone que estoy en Bilbao. Voy por la calle, delante de mí van Jonás y unos amigos. Se supone que vamos a un festival de poesía. De repente estoy en un camión que conduce Tesán. No te vas a creer lo que acabo de ver, le digo, una chica en patinete pintando un colgante que lleva al cuello. Tesán frena, me bajo del camión y le digo que Google se ha equivocado, que estamos en una calle sin salida que da a un río. Tesán da la vuelta y desaparece. Para separar el borde de la calle del río hay una maceta con una planta que da flores de tres colores (tipo limpiatubos, en rojo, rosa y azul). Le pregunto a un tipo que está vendiendo bocadillos cómo se llama la planta. Es extranjero, dice un nombre muy raro y se va. Alguien que pasa por allí me dice que la planta se llama Lavandera. Pienso que eso es un ave, pero no le digo nada. De repente estoy en un bar muy pequeño con tres señoras que no conozco (se supone que son familia de Alberto). Alberto ha ido a recoger un abrigo a una tintorería y lo veo venir a lo lejos. Dos de las señoras pelean por pagar. Les digo que pago yo, que para eso soy la que ha ido a leer poemas. La tercera señora, al oírlo, dice que entonces pedirá también la merienda. La camarera le dice que hasta las seis no sirven meriendas. Son las seis y cuarto, dice la señora gorrona. Alberto llega, pero en vez de un abrigo trae una capa en una funda. De repente voy con mi abuela y Tesán por una especie de castillo en ruinas. El vigilante los para, dice que no han pagado las entradas y tiene que detenerlos. Yo tengo prisa por volver a Bilbao y le pregunto si la estación de autobús o de tren están cerca. Me da unas explicaciones muy complicadas. Antes de irme le digo que no los detenga, que son mi abuela y un amigo y yo pago lo que deban. El vigilante se ríe y los suelta. Salgo corriendo. Me pregunta porque tengo tanta prisa y le digo, sin parar de correr, que me han dado un premio y llego tarde a recogerlo. Bajo las escaleras a toda velocidad (se van estrechando y volviendo oscuras; pienso que acabaré en el sótano y no llegaré nunca a Bilbao). Salgo por fin a una calle empedrada. Es de noche. Llego a una plaza. Veo una chica que también corre y le preguntó si sabe dónde está la estación. Dice que viene de allí pero no recuerda el camino. Sin venir a cuento dice que escribe poemas. Dudo si decirle que yo también. Nos sentamos sobre unas jardineras sin flores y le enseño un cómic que he hecho pegando folios doblados a una cartulina. La chica no sabe abrir el libro y lo rompe (pienso que si no sabe abrir un libro menos va a saber escribir). De repente tenemos delante una mesa con cervezas enormes. Allí están Alberto, Tesán y Fernando. Aparece Begoña y recompone lo que la chica ha roto. Me legro muchísimo de verla, aunque ella hace su trabajo y desaparece. La chica me pregunta a qué edad conocí la música de Los planetas. Le digo que muy mayor, con diecinueve, por lo menos. Me dice que es imposible porque el grupo todavía no existía. Voy a cumplir sesenta y un años, le digo y paso de ella. En ese momento aparece Jota y le dice algo al oído a Tesán. Tesán dice que Jota invita. Le enseñó a Fernando una Moleskine con dibujos y textos (parecidos a los que hace Manuel del Barrio y que estuve viendo ayer). Fernando está muy raro porque no lleva barba. Me fijo en que Alberto lleva puesta la capa y unos colmillos de plástico tipo Drácula. Cuanto más me fijo en cada uno más raros me parecen. Dudo si serán dobles. Pienso que ya no llegamos a tiempo a Bilbao y siento una tristeza enorme.

sick of myself

miércoles, 20 agosto 2025. Alguien me dice que tengo algo en la cara. Me la toco y noto, sin tener que mirarme al espejo, que unas rayas azules me la recorren. (Vi esa película ayer).

vuelo

martes, 19 agosto 2025. Tengo que coger un avión y llego tarde (es el mismo avión que en otros sueños, una especie de habitación metálica con varios asientos en el centro como si fuera un cine). Otra chica también llega tarde, lleva una sillita de bebé pero el bebé es una sandía. Mientras la registran, bajo corriendo las escaleras (son escaleras de obra, como en un edificio normal) y me siento en primera fila. Delante hay unas cortinas rojo oscuro muy gastadas (parece una sala cutre de teatro alternativo). Salen auxiliares de vuelo para dar instrucciones, lo hacen con desgana. Un chico habla en inglés (no se le entiende nada), su compañera se supone que debería ir traduciendo, pero lo repite en inglés aunque cambia algunas palabras y hace gestos de "no le hagan caso que este no sabe lo que dice".

cejas de tinta

lunes, 18 agosto 2025. Mi madre me cuenta que mi hermana está obsesionada con operarse el pecho porque tiene demasiado. Cuando un día vea que tu madre lo tiene mejor puesto que ella le va a dar algo, dice como si hablara de otra persona. Me lo cuenta tumbada en la cama mientras se pinta las cejas con un pincel mojado en un líquido muy negro. ¿Te pintas sin mirar? Me sé mis cejas de memoria, dice.

con cáscara

domingo, 17 agosto 2025. La casa está desordenada, llena de cosas tanto buenas como inservibles (tapones de botella, restos de papel, fotos y pedazos de fotos, relojes y plumas en sus estuches, etc). También hay mucha gente (personas que conozco y otras que no). Me pongo a ordenar haciendo varios montones, separo las cosas que son de plástico de las de papel para reciclar en distintos contenedores. Las cosas que sirven las voy colocando sobre una de las sillas del comedor. Alberto dice que me dé prisa, que tenemos que irnos. No quiero irme dejando la casa así. Todos empiezan a bajar de cuatro en cuatro en el ascensor, se ríen, hablan muy fuerte. Javi se acerca a despedirse, me abraza. Ahí va un beso de huevo con cáscara, dice y me da un beso en el cuello que en realidad es una pedorreta de las que se le dan en la barriga a los bebés. Le pregunto cómo sería un beso de huevo sin cáscara. Repite la pedorreta al otro lado del cuello. Todos se van, me quedo ordenando, hay también ropa y paraguas rotos. Cuando voy a cerrar la cancela de la terraza veo pasar una sombra. Llega Alberto, le digo que hay alguien en la terraza, pero cuando nos asomamos no hay nadie. Justo antes de irnos me vuelvo a mirar, y veo dos sombras.

suegra

sábado, 16 agosto 2025. Estoy cuidando del hijo de Pablo. Su abuela (suegra de Pablo) me dice que tengo que irme porque es la hora de comer (Mario tiene en el sueño unos cinco años). Mario corre a su cuarto para traerme un libro. Te lo regalo, dice. Me hace muchísima ilusión. Cuando nos despedimos me fijo (y me extraña) en que su abuela y él tienen la misma nariz que Pablo.

salto

viernes, 15 agosto 2025. Estoy en casa de una chica que se parece mucho a la protagonista de Oh Hell. Me acaba de cortar el pelo. No ha quedado muy bien pero no le digo nada. Dice que es mejor que salga por la ventana. Me asomo, son unos diez metros. Le digo que quizá sea mejor salir por la ventana del lavadero, como la otra vez, que está más cerca del suelo. Me subo a unas secadoras que hay junto a la ventana, me asomo, habrá dos metros hasta la calle. Veo a Alberto esperándome apoyado en el coche. Antes de saltar me quito las sandalias porque creo que cayendo descalza me haré menos daño. Cuando estoy en la acera me despido con la mano y voy hacia el coche, pero ya no está. Doy varias vueltas a la manzana. Nada.

en blanco y negro

jueves, 14 agosto 2025. Me asomo a una barandilla. Veo una grada de piedra (parecida a la de un teatro romano). Veo al padre de Joan y a Joan a su lado, pero es casi un niño y en blanco y negro. Mira mamá, ha venido mi amigo Masip desde el pasado para que vea cómo era de niño, le digo a mi madre que se alegra muchísimo (hasta da palmas de alegría).

luna

miércoles, 13 agosto 2025. Llaman a la puerta de la casa de mis padres, abro y la gata aprovecha para escaparse. La llamo varias veces, me asomo a la escalera (que es distinta, tiene barrotes), nada. Bajo a la calle y la busco. Hay un puesto de feria donde venden coco cortado, turrón y altramuces. También puedes llevar tu mascota para que otra persona la adopte. Una chica me tiene unos impresos, dice que puedo dejar a la gata allí y que otra familia la acogerá. De repente me doy cuenta de que llevo a la gata en brazos. La aprieto contra mi cuerpo y corro hacia casa, feliz de haberla encontrado.
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Voy con Sonia y Mesa Toré por un parque desangelado, de vuelta a casa. Le digo a Mesa que en el homenaje a Manuel Alcántara leí un poema suyo. Eres buena, me dice.
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Alberto y yo vamos por el paseo marítimo sentados en una especie de sillón con motor. Veo a Francis mirando el mar. Pasamos por su lado sin detenernos. Me vuelvo a mirarlo y le hago un gesto como diciéndole: ya te contaré.

gallur

martes, 12 agosto 2025. Estoy esperando para cruzar Muelle Heredia. Se acercan tres chicos. Pienso que acaban de llegar en patera. Me preguntan dónde pueden ir a comer. Uno de ellos dice, calle Bolsa. Le digo que allí todo es muy caro; hacia el este todo muy caro, hacia el oeste más barato. Aparece un coche pequeño amarillo, hace un trompo para entrar en el puerto y los tres chicos salen corriendo. De repente estoy en una habitación anexa a la iglesia de la Victoria. Una de las profesoras pregunta a tres chicas de dónde son. De Zaragoza. Les dice que digan nombres de calles de su ciudad. Dicen nombres muy raros, parecen nombres que yo les pondría a unas cabras. Se lo digo: ¿En vuestra ciudad ponéis a las calles nombres de cabras? Todas ríen como si hubiera contado un chiste. La profesora quiere recordar el nombre de una sierra. Guadarrama, le digo. Me mira con admiración. Le digo que no tiene importancia, que yo todo lo aprendí hasta los siete años, después nada. Vuelve a preguntar a las chicas por pueblos de su tierra, pero no saben ninguno. Gallur, respondo. Todas se miran y cuchichean.

edredones

lunes, 11 agosto 2025. Estoy preparando el desayuno. Llaman a la puerta. Pienso que siempre miro por la mirilla con el ojo derecho y esta vez voy a hacerlo con el izquierdo. No veo nada. Abro. Mi hermana y mi prima Cristina son niñas. Están acostadas en el descansillo sobre edredones y sábanas revueltas. Hablan de sus cosas. Les pregunto si han llamado. Dicen que no saben, que igual le han dado al timbre por error. Vuelvo a lo mío. Al meter la taza en el microondas, choca y se derrama. La taza es ovalada. No sé de dónde ha salido. Busco mi taza favorita pero no doy con ella. Me paro a pensar: ¿cuál es mi taza favorita?

neopreno

domingo, 10 agosto 2025. Estoy de visita en casa de una chica a la que no conozco. De repente me dice que su hermana acaba de llamarla, tiene que contarle algo muy personal y tengo que irme. Ponte los zapatos y te acompaño, dice. Le digo que puedo irme sola, pero ella insiste. Le digo que solo me acompañe la mitad del camino. A su lado está Oeste que intenta varias veces acercarse a mi mochila. Supongo que quiere meterme de regalo un mechero que le dije que es muy bonito.
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Estoy en la cola de un puesto de helados hecho de madera. Alguien se pone detrás, muy pegado a mí. Me vuelvo y es un chico muy alto, miro hacia arriba y es Paco. Me mira muy serio, me saluda fríamente. Soy yo. Lo sé, responde. Le digo que me alegro muchísimo de verlo. Dice que también, pero actúa mecánicamente. Le digo que justo hace un momento acabo de saludar a José Miguel y a Laura. Miro a ver si están todavía en la playa. Paco entra al patio de un bar. Se sienta en una mesa con una pareja mayor (imagino que son sus suegros). A su lado hay una sillita de bebé. Me dice que la ropa que lleva la ha hecho su hijo (es una especie de vestido muy ancho de lino verde militar; me extraña porque hace un momento llevaba un traje corto de neopreno). Dice que también hace bordados. Miro la sillita y es de bebé de pocos meses, no creo que pueda sostener ni el biberón, mucho menos una aguja, pero no digo nada.
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Estoy en un hotel caótico. Comparto habitación con una señora mayor mal teñida. Está viendo la tele a un volumen exagerado. Cojo la mochila y salgo a buscar un lugar tranquilo. Cuando bajo al patio, una chica aparece con un cuenco de sopa. Se le va cayendo por el camino, se tambalea como si caminara por una pasarela. Me dice que no salga, que el cielo va a explotar. Miro al cielo y está de un color rarísimo y una forma abombada. Le pregunto al dueño del hotel si puedo ir al monte a leer. Dice qe no me lo recomienda, que en los días explosivos todo el mundo va al bar a emborracharse. Es que yo quiero leer y la señora pone la tele muy fuerte. Tenías una habitación para ti sola, pero me pediste que te cambiara. Vuelvo al hotel. Me fijo en que voy vestida de rosa pálido. En el suelo encuentro una tira de tela de cuadros madrás muy bonita en tonos pastel. Al ponérmela veo que los dobladillos están solo hilvanados. Mientras espero el ascensor llega una pareja mayor. Él va de blanco de la cabeza a los pies (incluidos pelo y cara)Pienso que parece un personaje de David Lynch. Al entrar en el ascensor, solo entra ella. Le pregunto a qué piso va. Dice que al 8 pero le da al 2. Bajamos. Frente al ascensor hay una taquilla de cine antiguo. Un chico desde dentro grita: ¡ha llegado la abuela! Y sobre la ventanilla se enciende un luminoso rojo donde puede leerse LA ABUELA. Pienso que ese hotel es una locura. Al ir hacia mi habitación, noto el sueño del pasillo blando. Parece que caminara sobre un colchón de agua. Delante de cada habitación hay un agujero con agua. Pienso que quizá hayan inundado la planta de abajo para conseguir ese efecto. Al llegar donde se supone que estaba mi habitación, pasan del número 13 al 15. Le pregunto al dueño qué ha pasado. Como decías que había mucho ruido la he eliminado, si quieres puedes quedarte con la mía, dice. Siento una tristeza enorme, quiero irme a casa, pero estoy tan cansada que acepto quedarme con su habitación. Sígueme, dice.

solo

sábado, 9 agosto 2025. Levanto a mi padre de la cama. De repente vamos andando por la calle. Va muy diligente hasta el punto de que lo suelto del brazo y camina solo. ¡Mira mamá, papá vuelve a caminar solo! No te confíes, dice mi madre.

bricolaje

viernes, 8 agosto 2025. Estoy en casa, pero tiene la distribución de la casa de mi abuela, incluso la terraza se parece al patio. Salgo y a la izquierda dos señoras barren. Me preguntan qué es eso tan bonito que hay junto a la ventana del baño. Eso tan bonito es un engendro de bricolaje que, se supone, hicimos entre Alberto y yo para matar el tiempo. Una tabla de aglomerado a la que fuimos pegando piezas rotas de plástico y mármol.

castores

jueves, 7 agosto 2025. Estoy en un bar. Veo a Alberto y Salvatore en otra mesa. Cojo mi vaso y voy con ellos. El camarero pregunta si quiero tomar algo y yo pongo mi vaso sobre la mesa. El camarero se va y apaga la luz. Alberto cuenta que una amiga ha estado de viaje, que el hotel era muy barato, que compartía habitación con una familia con un montón de niños, y lo peor era que los niños tenían cada uno como mascotas castores que se pasaban la noche haciendo ruido. Lo cuenta muerto de risa (yo no le veo ninguna gracia). Pienso que nunca lo había visto reírse tanto de algo.

erizo

miércoles, 6 agosto 2025. Alberto y yo llegamos a un centro comercial. A un lado del pasillo hay una cubeta grande y cuadrada de plástico transparente de la que salta un erizo. Cuándo está a nuestros pies se hace una bola, lo cojo con cuidado y lo devuelvo a su sitio. En la cubeta hay bolas de papel virutas de madera. El erizo vuelve a saltar. Alberto intenta cogerlo pero se pincha. El erizo se me sube a la pierna como si quisiera venirse a casa conmigo.
+
Mi padre está metido en la cama. Mira el reloj aunque sé que no puede ver la hora. Están tardando mucho, dice. Es que no he llamado a Urgencias, se reirían de nosotros por llamarlos para una tontería.

música

martes, 5 agosto 2025. Perkins me está esperando tumbado sobre el césped. Me tumbo junto a él. Le cuento que han convertido en música un libro mío, que ha quedado precioso. Miramos el cielo, lo recorren dos estelas paralelas de nubes.

revolución

lunes, 4 agosto 2025. Entro en una tienda (pero entro desde dentro). Paso por delante del mostrador de mármol, donde un tipo coloca lonchas de jamón como si fuera pescado fresco. Pienso que, ya que estoy allí, podría comprar para la fiesta de feria que quiero hacer en casa de mis padres. Una chica me llama desde otra puerta que hay junto a la que da a la calle. Quiere enseñarme algo. Entro. Pasillos y una gran habitación destartalada a modo de almacén. Me recuerda a las imprentas clandestinas. Sobre la mesa hay papeles amontonados y cajas de cartón abiertas. Me enseña un catálogo sin encuadernar con fotos de políticos, entre ellos Alberto Garzón. ¿Qué fue de él?, pregunto. Me manda callar. Me enseña otro catálogo con fotos de pueblos. Eso es Teba, le digo, mi suegro era de allí. ¿Sabías que Teba fue el único pueblo que apoyó la Revolución de Asturias en el 34?, le digo. Me saca del brazo de la habitación, me acompaña hasta la calle. No vuelvas, dice.

medio corte

domingo, 3 agosto 2025. Alguien me dice que le gusta mi corte de pelo. Le digo que de la mitad hacia la nuca me lo han hecho en una peluquería y de la mitad hacia adelante en otra.

mascota azul

sábado, 2 agosto 2025. Estoy con un grupo de personas que no conozco. Aparecen Maribel, Purranki y Ash. Purranki lleva una mascota con correa. La mascota es una bayeta azul de 25x25 cm. Se mueve alegremente cuando la acaricio. No te extraña nada, dice Maribel muy contenta. Ash lleva una pecera con asa en la tapa a modo de maleta. Dentro hay pequeñas bayetas de colores de no más de 5x5 cm. No comprendo que la que supuestamente es su madre pueda vivir fuera del agua, pero no digo nada.

teba

viernes, 1 agosto 2025. Llegamos a una calle de casas matas bajando unos escalones de piedra. De la que hay frente a la que se supone que es la nuestra, salen Sr. Chinarro y dos tipos con cara de no haber dormido. ¿De trasnoche?, le digo. Dice que no, que se acostaron pronto porque hoy tienen dos conciertos, uno en Fuengirola y otro en Tebas, que si llega a saber que íbamos a vernos me hubiera guardado un par de entradas. Le digo que no se preocupe, que estoy muy cansada. Cuando se van le digo a Alberto si se ha fijado en que ha dicho Tebas en vez de Teba, que todo el mundo lo dice mal.

azotea

jueves, 31 julio 2025. Estoy en un hostal. Se supone que he ido a un congreso sobre un poeta (no recuerdo el nombre). Me estoy cepillando los dientes cuando entra una chica cargada de maletas (no recordaba que tenía que compartir habitación. Mis cosas están todavía sobre la cama, las aparto hacia el lado derecho y me arrepiento de momento porque yo suelo dormir en el izquierdo. La chica dice que está muy emocionada, pero que el poeta en cuestión tampoco le emociona. En algo hay que entretenerse, le digo y me enjuago la boca. La chica quiere fumar, le digo que tenemos terraza y azotea. me pregunta si a Alberto no le importará que fume. Le digo que está en la habitación de al lado y no creo que le llegue el humo. La terraza está llena de trastos y macetas. Tiene una escalera muy precaria. La chica intenta subir pero tiene una tela metálica que lo impide. A pesar de que la chica es muy agradable, pienso que hubiese preferido que me tocara Sonia de compañera de habitación.

concierto

martes, 29 julio 2025. Llego con mis padres a una plaza donde un tipo va a empezar a cantar. Me siento en el suelo. No lo conozco, pero me sé todas las canciones. Cuando el concierto acaba, bajo las escaleras de un local (ya no estamos en la plaza) y el tipo me sigue. Quiero que me pregunte cómo es que me sabía las letras, pero me adelanta escaleras abajo y sigue su camino.

tacones

domingo, 27 julio 2025. Voy por Alcazabilla arriba con Alberto y Joan. Han puesto bares a la izquierda. Uno de ellos tiene un columpio de madera en vez de sillas. Joan se sienta, una chica de otra mesa le dice que el columpio es solo para niños. No le hacemos caso. El camarero trae unos rollitos negros brillantes (me recuerdan a las babosas que quedaban sobre la arena cuando bajaba la marea). De repente, Alberto dice que va a pasar el autobús y tenemos que irnos. Allí quedan las tapas sin probar. Me alegro porque me pareció que se movían.
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Voy por las calles de un pueblo que no conozco. Están en fiestas, oigo el murmullo de la multitud a lo lejos. Llevo tacones muy altos (los que llevé a la boda de Tony) y la falda beige estampada que también tiene muchos años. Como solo he abrochado los primeros botones, al andar, deja ver las piernas (parecen largas y preciosas). Las calles están vacías y mal asfaltadas, es de noche, pero me siento tan guapa que avanzo segura y feliz. A ratos hasta me permito correr (no doy ni un traspiés). Llego a un descampado con una cancha de fútbol de tierra, muy precaria. Nadie. Sigo el murmullo, pero todo está vacío. Tampoco me importa, me siento bien andando sin llegar a ninguna parte.

botines de goma

sábado, 26 julio 2025. Mi madre dice que la gata está preñada. La miro y tiene la barriga floja, pero nada más porque nunca sale de casa. Mi madre dice que la niña de la vecina juega con la gata y, como tiene un perro, quizá haya traído "algo" en los dedos y al tocarla, ya sabes. No sé si habla en serio. No creo que la gata esté preñada, le digo. Tú hermana también lo está, dice.
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Bajo por Fernando el Católico. A la altura de Gordón, un coche aparca, calcula mal y queda sobre dos coches. La chica que conduce le dice a su madre que baje inmediatamente y entré en la tienda a comprar algo. Después la chica baja el coche a la calzada. me sorprende lo rápida que ha sido. Veo a su madre muy despistada y entro a ayudarla. Me doy cuenta de que voy descalza. Salgo y entro en una zapatería que hay justo al lado. Hay botines de goma con botones colgados en ristras como si fuesen ajos. Pregunto si tienen el 38. Solo lo que hay colgado. Me pruebo un 36 y me queda enorme. Pienso que las tallas están mal y me llevo unos rojos. Pienso que son del estilo de mi prima Cristina. Cristina aparece en la tienda. Mira, los he comprado por solo cuatro euros, le digo. Le encantan. Se los regalo.
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Vamos por la calle. De repente todo se vuelve sombra. Miramos hacia arriba y vemos que es un árbol que da distintos frutos. Aguacates, ciruelas, uvas, cebollas, incluso algunas que no conocemos. Alberto prueba una fruta morada. Dice que está muy buena. Las cebollas tienen forma de pera. Me pregunto si serán dulces. Alberto se sienta en un sofá bajo el árbol. Qué suerte tener esto dentro de casa, dice. Miro a mi alrededor y, efectivamente, estamos en casa.

morir en rusia

viernes, 25 julio 2025. Estamos en la terraza de un bar. Me extraña que Alberto se haya pedido una Coca-Cola. Escribe algo en un papel y se lo pega a la copa. Deja el dinero sobre la mesa y se levanta. Solo le ha dado dos sorbos. Ya sabía yo que no te gustaba, le digo. Se echa a llorar, dice que no es eso, que sus problemas para tragar han ido a más. Pero tiene solución, puedes operarte. Con todo lo que tú tienes..., dice. No te preocupes por nada, todo irá bien, le digo y lo abrazo. De repente vamos por la autovía. Al pasar por Benalmadena en vez de verse la estupa se ve la Catedral de San Basilio. Que horteras son los rusos, le digo. También hay unos bloques pintados de rojo y azul muy feos. Al apartar la vista de la carretera, el coche se le va hacia el quitamiedos y Alberto tiene que dar un volantazo. Pienso que esa sería otra solución, caer rodando con el coche y que dijeran: murieron en Rusia.

de la mano

jueves, 24 julio 2025. Estoy en lo que parece una fiesta. Veo pasar a lo lejos a José Miguel (un niño que me gustaba de niña y al que no veo desde hace más de treinta años). Unas niñas, entre ellas su hermana Eva, quieren ayudarme a alcanzarlo. Me cogen de la mano y corremos a la calle, pero no está. Creo que se ha ido por allí, dice una. Es muy difícil avanzar porque las calles son de adoquines muy gastados.

michelin

martes, 22 julio 2025. He quedado con Salva en la esquina de Michelin. Veo a Emilio. Imagino que Salva lo ha avisado. Emilio va con un bañador tipo nadador muy pequeño y esta comiendose un bocadillo. Cuando llega Salva no lo reconozco porque se ha afeitado la barba y la cabeza. No entiendo nada. Lo único que tengo claro es que no pienso ir a comer con estos dos con esas pintas.

naranjas y cubiertos oxidados

lunes, 21 julio 2025. Entro en un supermercado muy oscuro. Busco naranjas para llevarle a Juan. Solo quedan algunas aplastadas en el fondo de un cajón. Una chica me dice que no sabe qué pasa con la fruta, que sospecha que los dueños se la quedan y dejan la podrida para los clientes. Me consigue unas naranjas y las meto en una bolsa muy bonita. Juan vive en una habitación dentro del supermercado. Llamo a la puerta con el típico toc-toctoctoc-toc para que se ría y responda, como Roger Rabbit, toc-toc. Pero un tipo se me adelanta y hace toc-toc. Juan abre. Ya no sé si debo entrar porque a quien ha abierto es al tipo. El tipo entra. Juan parece no verme. Entro. Es una habitación con una cama enorme, casi no caben más muebles (una cama y una mesilla de noche con muchos libros). A pesar de todo me gusta la habitación, tiene una ventana a la izquierda y buena luz. Pienso que no se necesita mucho más para vivir. No sé donde dejarle las naranjas.
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Estoy en la cocina de la casa de mis padres preparando la cena. Voy y vengo para poner la mesa. El resto de la familia está sentada alrededor, charlando. Nadie se ofrece a ayudarme. Al buscar los cubiertos, no doy con ellos, los han cambiado por cubiertos de cartón que no sirven par nada. Los llevo y distribuyo de todos modos. Al ponerlos en la mesa se convierten en cubierto de metal oxidado. Mi padre se queja. También dice que no paro, que me siente a la mesa. Mi hermana me ha cambiado el sitio y me ha colocado de espaldas a la tele. No me importa, no pensaba verla de todos modos. Todos protestan de todo. La comida en los platos también parece oxidada.

sinsorga

domingo, 20 julio 2025. Entro en una tienda donde vender piedras y barras de labios. Hay varias chicas jóvenes sentadas en un banco bajo que recorre el perímetro de la tienda. Están probándose distintos colores con purpurina. La dueña me pregunta si he visto la serie Sexo en Nueva York. Le digo que la vi hace poco porque siempre voy con retraso, del tirón, y que no me gustó nada. Después me pregunta qué me parece Harrison Como decís en tu tierra, es un sinsorga. Se ríe. Pone una silla alta a modo de mesa y sirve lo que parecen canapés. Me fijo en que quien come con ella es Eduardo. Me acerco sin que ella me vea, le hago señas, le digo que no coma, que son pastelitos de piedras venenosas. La tienda se ha convertido en un bar oscuro. Estoy en una mesa larga con Alberto y Andrés. Cuando por fin viene el camarero y vamos a pedir algo, Andrés dice que acaban de decirle que hay una mesa libre en un bar de su barrio. Alberto le responde que propuso ese bar hace un rato y (Andrés) le dijo que no le gustaba. Nos levantamos, nos ponemos nuestros sombreros vaqueros y salimos. Cruzamos la plaza de la Merced (que es como antiguamente, con adoquines y tráfico). Es de noche, ha llovido y los adoquines brillan. Pienso que debemos de tener una pinta extraña. Me parece reconocer a Caína. Me vuelvo, me quito el sombrero y lo agito en el aire para saludarla. Pienso que si se viniera con nosotros se le ocurrirían un montón de cosas divertidas y lo pasaríamos mejor. Llegamos al bar. El bar no es más que una sala con las paredes color crema, desconchadas, y un tablao al fondo. La luz es mala (un par de fluorescentes en el techo). Javi entra muy animado, dice que bailemos. Se ha dejado el flequillo largo, lo mueve a soplidos mientras baila (me recuerda a un personaje de las leliculas de Rocío Durcal). Me gusta verlo feliz. Veo a Inma con una mini Inma a la espalda, como si fuera una mochila. Está muy delgada. Le pregunto si se está cuidando, que si sigue sin comer pronto su "mini yo" será más grande que ella. Me da igual, dice. Vale, pero si te mueres ven a contarme cómo es el otro lado, le digo.

sillas de tijera

sábado, 19 julio 2025. Estoy en casa de mis padres. Me despido hasta el próximo día. Mi tía le pregunta a mi hermana si me lo ha dicho. Mi hermana dice que no. Al parecer, me dijo que dormía tres noches fuera pero ahora serán más. Le digo que ya había hecho planes, que así nunca puedo organizarme ni descansar. Salgo de la habitación conteniendo mi rabia. En el suelo del salón hay varias sillas de tijeras tiradas que no dejan pasar. Voy plegándolas y ordenándolas contra la pared. También cojines planos, de sillas de terraza (que no sé de dónde han salido). Los amontono sobre una butaca. De repente estoy en la calle. Al mirar la hora veo que al reloj  de pulsera (no suelo llevar) se le ha caído la tapa trasera. Al ir a recogerla del suelo (está entre unos adoquines), Antonio la pisa. Se supone que solo está jugando, pero me enfado de verdad. Cuando la cojo se trata de una lámina de papel plateada. Antonio habla con una chica, le cuenta cómo nos conocimos. ¿Te acuerdas de que siempre me ha gustado el mismo tipo de hombre?, le digo. No sabe de qué le hablo. ¿No te acuerdas de que Araceli me dijo que no distinguía a mis amigos porque todos se parecían? No se acuerda. Al ver que no podemos seguir con ese tema le digo que da igual, que ya no tengo tipo de hombre, que a partir de ahora jamás me verá con ninguno.

zapatos feos

miércoles, 16 julio 2025. Llego a una zapatería que están desmantelando. Hay un cajón lleno de pares sueltos. Todos parecen usados. Le pregunto a una dependienta si tiene alguno del 38. No me hace caso, sigue hablando con otra clienta que le cuenta con acento argentino cómo le va a su hija. La dependienta con muy mala cara, al ver que no me voy, me responde un no rotundo. Miro el cajón de zapatos, hay manoletinas con el empeine alto, muy feas. Las manoletinas hacen pies de Minnie Mouse, recuerdo que decía Mario. En realidad no quiero esos zapatos tan feos, no sé qué hago allí.

americana

martes, 15 julio 2025. Estoy en una cancha de baloncesto donde va a empezar una lectura de poemas. La chica que está a mi lado explica lo que va a leer. Le digo que no hace falta, que se entiende muy bien todo. Lo explica de todas maneras. El público se aburre, hablan, otros se van. De repente estoy llegando al portal de la casa de mis padres con mi hermana y mi sobrino Abel. Sale un vecino, lo saludo. Le digo a mi hermana que debería saludar a los vecinos, ser más amable, que después no se queje de no encontrar pareja, que lo ideal sería alguien del edificio, que ya sabe como son los pisos. Me veo reflejada en el cristal de la puerta. Llevo un vestido por la rodilla y unos leotardos burdeos que me hacen las piernas torcidas. Me cojo del brazo de Abel (lleva una americana amarilla) y nos vamos. Por el camino pienso que, él con esa americana y yo con los leotardos burdeos, debemos de parecer dos payasos. Llegamos a una cafetería. Al entrar pienso que ya he estado ahí y me alegro mucho de volver. No la recordaba tan bonita, le digo. El suelo es de baldosas exagonales blancas, unidas por las esquinas con baldosines rojos. Han pintado las patas de las sillas de turquesa pálido. Para pasar a la parte de la cristalera le pido permiso a una niña está en un taburete alto. ¿Puedo mover el taburete un poco para pasar? La niña tiene la boca llena y niega con la cabeza. Tiene los ojos muy grandes, es preciosa. No te preocupes, paso por detrás de la columna, le digo.

cajón

domingo, 13 julio 2025. Una chica me dice que llame a alguien (no recuerdo el nombre) porque están muy preocupados por él, que ya tenía que haber llegado, que seguro que a mí me hace caso. Llamo, le dejo un mensaje en el contestador. Al rato alguien me dice que no me preocupe, que está en el fútbol. Parece que la chica se queda conforme. Miro la hora, es muy tarde y tengo que hacer la maleta. Abro el cajón de la ropa interior, pero está desordenado y no reconozco ninguna prenda. Lo vacío sobre la cama (el cajón es pequeño, me sorprende la cantidad de ropa que sale). Hay varios camisones enormes (según los doblo se hacen de talla pequeña), bragas también enormes sin estrenar (todavía llevan la etiqueta), pendientes de diseños raros (que jamás me pondría). No sé qué hacer ni qué meter en la maleta porque no podré ponerme nada. De vez en cuando corro a la cocina a mirar en el reloj qué hora es, cuánto tiempo me queda.

receta

sábado, 12 julio 2025. Estoy en una farmacia. Dos chicas insisten en que no puedo dejar el tratamiento porque puedo quedarme ciega. Les digo que he olvidado la receta, que puedo pasar un día sin gotas. De ninguna manera, llévatelas de todas formas, dicen y me dan una caja de madera llena de damasquillos.

luz de postal

viernes, 11 julio 2025. Vamos por la autovía. Hay un coche haciendo maniobras extrañas. De repente frena y una chico joven muy delgado se baja tranquilamente, como si fuera a fumarse un cigarrillo. Algunos coches lo esquivan, otros chocan entre sí. Le digo a Alberto que pare en el arcén hasta que todo vuelva a la normalidad. Más que en lo que está ocurriendo, pienso en la luz tan brillante y maravillosa bajo la que sucede todo.

ducha imposible

miércoles, 9 junio 2025. Estoy en una habitación de hotel, es enorme, el cuarto de baño sin pared ni puerta. Tengo que darme prisa porque debo dejar la habitación. Cada vez que intento ducharme aparece alguien: Juano con una novia (se asoman por la ventana, se ríen, intentan entrar, me hacen bromas), les digo que tengo prisa y que no hagan el tonto; Juan y su hija (se sientan en uno de los sofás y leen revistas), no les digo nada; tres chicas (una de ellas les enseña cómo llevarse cosas del hotel sin que nadie lo note), tú no eres una influencer, eres una ladrona, le digo me voy. Doy una vuelta a la manzana a ver si se van todos. Detrás del hotel veo un perro boca arriba con la barriga abierta. Me da pena y asco. Cuando intento volver al hotel no está, toda esa zona de ha convertido en un decorado. Pienso en dónde estarán mis cosas. En un rincón veo un montón de sandalias con tiras, pero son de goma. Me las pruebo, pienso en si sería capaz de llevarlas (no me gusta ir con los pies desnudos). De repente estoy en una terraza de una especie de venta (aunque se supone que es mi casa). Recibo a algunos amigos que han venido a celebrar un homenaje a Cumpián. Cuan veo que llega Jacinto me acerco y lo abrazo. Poneos cómodos que ahora vuelvo, les digo y cruzo una explanada por donde pasan coches que parecen de juguete. Una chica me da un resguardo y dice que vaya a por sus maletas. Pienso que quizá también encuentre la mía, la que dejé en el hotel. Llego a una cola, entramos por unos pasillos muy largos (tienen las paredes de baldosas blancas, parece un psiquiátrico). Junto a mí va un actor que se supone es argentino. ¿No te han llamado nunca el Ewan McGregor argentino?, le pregunto. Como me pone mala cara le digo que a lo mejor no es argentino, es uruguayo. Me pone peor cara todavía. Me dice, soy gallego soy de Toledo, Cantabria. No estoy segura de si allí hay una región que se llame así o bien se está riendo de mí. Una chica con carpetas se le acerca (pienso que es su secretaria), él se queja de que por ser famoso la gente se cree que es idiota (la chica lo consuela). Sigo por el pasillo feo, pero no da a una sala para recoger maletas sino a un vagón de tren donde la gente va apilada en literas (una madre le da de comer un yogur enorme a su hija). Desde una de las ventanillas veo al actor Ernesto Alterio en el andén, en una hamaca (pesa como 200 kilos), pienso que ha tenido que engordar para un personaje. Quiero preguntarle cómo va a hacer para adelgazar, pero el tren se pone en marcha. Junto a la señora con su hija reconozco a una amiga de mi hermana (me alegra ver a alguien conocido). Le pregunto si ella también ha perdido su maleta. Dice que no, que las envían a casa. Miro por la ventanilla, no reconozco las calles. ¿Tú no te mudaste? Piensa un poco y responde que da igual, que confía en que la maleta llegará a su destino. Pienso que, como se ha mudado cerca de casa de mis padres, mi maleta lleva el mismo camino que la suya.

un borracho

martes, 8 julio 2025. Mi madre dice que hay que hacer la compra. Mi hermana no le hace caso. Mi madre se encierra en el ascensor, dice que no entra en casa hasta que no vea la lista hecha. Le digo a mi hermana que me diga qué hace falta. Va nombrando cosas que ve el frigorífico. Le digo que me diga lo que falta, no lo que ya hay. No hay manera. Hago yo una lista por mi cuenta con cosas básicas y le digo a mi madre que ya puede entrar. De repente estamos en casa de mi abuela. Hay un montón de ropa en la calle, la pongo sobre un muro, la voy doblando y hago una pila con ella. Mi tía sale del jardín y me hace señas. Me cuesta mantener la pila sin que se me caiga. Cuando llego señala a la acera de enfrente. Veo a mi prima Elisa en pijama y bata queriendo dar de comer a un gato. ¡Alex, Alex!, le grita. Un hombre muy borracho baja la calle cantando. Elisa lo ve, cruza y viene corriendo hacia casa. Le hago señas a mi hermana para que vuelva, pero se deja agarrar por el hombre y los veo que bailan. El hombre empieza a manosearla. Ella se deja. No sé si le gusta o lo hace porque le da pena. Sigo diciéndole que vuelva. No voy a por ella porque todavía llevo la pila de ropa y temo que se me caiga. Mi tía sale a rescatarla, los separa como puede, entramos en casa y por fin nos sentamos en el salón, a salvo. Mi hermana nos cuenta que se siente muy orgullosa de que el hombre la eligiera a ella.

cookies

lunes, 7 julio 2025. Estamos en una habitación de hotel. Cada uno duerme donde puede. Yo duermo pegada a Enrique porque me duele la espalda y el calor me hace bien. Carmen dice que algo le sentó mal en la cena y ha vomitado. Recuerdo que el camarero preguntó si alguien tenía alguna alergia. Miro el suelo, nos dejamos la ventana abierta, ha llovido y hay un charco enorme de agua. Una chica con mala pinta me dice que ahora le toca a ella (supongo que se refiere a dormir junto a Enrique). De repente estamos los tres en un ascensor. Ella me mira con odio.
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Mi padre conduce un autobús. Da vueltas al rededor del patio de una especie de claustro. Intenta no chocar con nada, pero roza paredes y columnas. En el bus solo vamos mi prima Elisa (de niña) y yo. Agarro a Elisa por el cuello del jersey y la ayudo a bajar (hay que bajar en marcha). En una hora te recogemos, dice mi padre. Decido bajarme en marcha y quedarme con ella para que no esté sola. Aparece Alberto. Entra en un supermercado muy mal iluminado y sale sin nada. Dice que no encuentra las cookies. Una cajera le dice que están al fondo junto a los huevos. Pues ya que vas trae también huevos, le digo. Vuelve sin nada. Entro y encuentro las cookies a la primera, pero de repente el supermercado se convierte en una habitación bastante oscura. Hay un hombre muy siniestro. Busco la salida, empujó las paredes hacia un lado y se pliegan como si fueran cortinas, pero detrás hay otra pared. De repente estoy otra vez en el claustro con Elisa, le acaricio la cabeza. Alguien dice que tenía que haber sido mi hermana y no mi prima.
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Me encuentro a Marcos. No me reconoce. No te has acordado de vestirte de verde, hoy es el día de la granizada.

salto

domingo, 6 julio 2025. Alberto y yo volvemos en casa.  Cuando vamos a cruzar el cauce seco del río, no hay puente. El cauce no es cómo es en realidad, es mucho más hondo, da vértigo. Alberto dice que podríamos saltar cogiendo impulso. Lo miro como preguntándole si esta seguro. Él  responde que sí  con la mirada. Me agarro de su mano, damos unos pasos hacia atrás, corremos y saltamos.

vecino

sábado, 5 julio 2025. Se supone que estoy en casa de mis padres (no se parece a nada). La puerta está abierta y se ve la casa del vecino (también tiene la puerta abierta). Alguien dice, lo ha hecho. Cuando miro veo que el vecino se ha ahorcado (solo le veo los pies en el aire). También veo a un bebé colgado, atado de los pies con la cabeza hacia abajo. Mis padres se acercan a la puerta, les digo que no miren y cierro. Llamo a la policía, les cuento lo que ha pasado, me dicen que eso es imposible, que esas cosas ya no pasan.

toritos

sábado, 28 junio 2025. Pasamos por unos pasillos que se parecen al que fue mi colegio. Un grupo de catequesis toma refrescos en una de las clases. Alberto asoma la cabeza y dice que tomemos algo. Me asomo, no me gusta nada el ambiente. Ni loca, le digo y me voy. Subo unas escaleras, llevo un abrigo hasta los pies (no sé de dónde ha salido) y debo recogerlo para no pisarlo. Al llegar arriba pasamos por el jardín de la Victoria. Una señora muy arreglada (lleva incluso un collar de perlas) vende pescado. ¿Son toritos?, pregunto. Son. Hacía mucho que no los veía, ¿a cuánto está el kilo? Depende. Una señora llega y pide dos kilos. Se forma una cola detrás de mí. La señora de las perlas no nos hace caso y se pone a hablar con otras. Es usted una maleducada, le digo y me voy. Laura dice que ojalá ella fuera capaz de ser así, que ella se hubiese quedado allí todo el tiempo sin decirle nada. Llegamos a un coche destartalado. Laura es ahora Puri, nos despedimos. Un niño pequeño (hijo de Puri, se supone), me ofrece una goma de borrar del gato Doraemon. No gracias, ya no colecciono nada, le digo. Al llegar a casa (se parece a nuestra antigua casa) dejo la mochila en el suelo. Suena el timbre. Le digo a Alberto que no haga ruido, que no quiero que nadie sepa que hemos vuelto. Suena el móvil, lo busco en la mochila. Es Andrés, dice que quedemos para comer. Le digo que estoy en la cama, muy cansada, que mejor otro día. Te estoy oyendo, estoy en el descansillo, acabo de llamar a la puerta, dice.

cuentas

miércoles, 26 junio 2025. Voy con Salud por calles encaladas. Salud ve unas ramas que salen de un muro y tira. Como si la planta fuera una tragaperras, comienzan a caer cuentas de collar. Pongo las manos en forma de cuenco para que no se pierdan calle abajo.

residencia

lunes, 23 junio 2025. Acompaño a dos chicas por la calle. Llegamos a una residencia donde la más joven y alta se va a quedar. Le enseñamos las instalaciones. En una de las habitaciones está Diego Medina. Está sentado en el suelo junto a la mesita de noche. Escribe compulsivamente en hojas sueltas. Tiene abierta una caja de bombones y una botella de algún licor. Le propongo que venga con nosotras. Niega con la cabeza. Miro a las chicas a ver qué opinan. Temo que vuelva a morirse, les digo. Se encogen de hombros. Decido dejarlo solo, pero le digo que volveré en un rato por si necesita algo. Por allí también anda Nacho Escuín (parece que es el organizador). Nos abrazamos, nos alegramos mucho de vernos. Le presento a las dos chicas. Una de ellas dice que le envió caramelos. En la pared hay un póster con distintas clases de dulces, ella señala los que le envió (dónuts con glaseado rosa y virutas de colores). Esta es tonta, pienso. Ya en el bar, las dos chicas hablan en la barra. Les digo que voy a ver cómo sigue Diego, que ya que voy, me den sus bragas para que las lave. Se las quitan y las ponen en un barreño de plástico que llevo en la mano.

galgos

domingo, 22 junio 2025. Entro a un servicio público. Hay dos sillones grandes. Una chica sale y le pido que me vigile el bolso (un Kelly que no parece mío). El váter es muy alto, tiene varios asientos uno encima del otro y un tenedor adosado a un lado. Orino como puedo intentando no rozarme con nada, pero es difícil. Al salir, veo a Alberto en un bar. Entro y me siento a su lado para contarle lo del tenedor. No lo entiende. Se lo dibujo en una servilleta de papel. Dice que seguramente Salva sepa para qué sirve. Le digo (en serio) que podría ser un método de limpieza de la época de Napoleón. De repente estamos fuera del bar, en una plaza amplia y vacía con adoquines color albero. Dos galgos se acercan, parecen muy cariñosos, les acaricio las cabezas, cierran los ojos. Dos señoras se acercan, dicen que los perros se llaman Tristán y (no recuerdo el nombre; macho y hembra). Yo soy de gatos, dice una de ellas y se aleja. La otra la sigue. Temo que los abandonen y tengamos que adoptarlos. Yo también soy de gatos, pienso.

hotel y colonoscopia

sábado, 21 junio 2025. Estoy con francis en el hall de un hotel. Se supone que se ha quedado allí por trabajo unos días. Al dejar la llave, la recepcionista le pasa la factura. Él dice que ya pagó su empresa. La chica mira papeles y él me dice que nos vayamos. Le pregunto si no va a esperar a su encuentre los papeles. Seguimos andando. De repente se hace de noche. Le pregunto dónde va a dormir. No lo sabe. Le digo que puede quedarse en casa. Dice que prefiere irse a cualquier otro sitio. Lo dice muy serio. No sé si está enfadado conmigo o con la recepcionista.
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Discutimos por algo. Alberto dice que da igual y sale de la habitación. Le digo que así no se arreglan las cosas, que eso es como esconder cajas bajo la cama. Me doy cuenta de que hace rato que se ha ido.
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Purranki está en la barra de un bar. Me acerco y, sin llegar a saludar siquiera, le digo que cuando te hacen una colonoscopia deberían aprovechar para empastarte o quitarte a una muela, que así aprovecharían la anestesia. Nos reímos a carcajadas cómo si fuera el chiste más gracioso del mundo.

pañales baratos y váter celeste

viernes, 20 junio 2025. Salgo de la casa de mis padres y el ascensor tarda mucho. Al ir a bajar por la escalera, hay un frigorífico que entorpece el paso. Vuelvo al ascensor. Se abren las puertas y una chica está vendiendo pañales para adultos. El ascensor es enorme, la gente se agolpa a comprarlos porque, dicen, son mucho más baratos que en la farmacia. Vuelvo a la escalera e intento meterme por un hueco pequeño que queda entre la pared y el frigorífico. Nada. Vuelvo al ascensor. La chica me da una bolsa sin preguntar. Le digo que ahora vuelvo, que no llevo dinero encima. Salgo del ascensor, vuelvo a intentarlo por las escaleras para escapar. Nada.
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Voy en autobús, como siempre al fondo. Veo a Mariángeles. No me reconoce a pesar de estar a mi lado. En el centro del bus hay alguien que lleva un váter celeste enorme. Le digo a Mariángeles, de broma, que como es el único asiento libre, voy a sentarme en él. Vuelve la cara avergonzada.

eslsp

miércoles, 18 junio 2025. Hay un festival en una plaza yo estoy casa de mi abuela oigo desde allí la música me acerco cinco bailarines y por alguna pista, ya sea la música o algo que lleven en su ropa, hay que adivinar qué letra es cada uno y formar una palabra. Esas Son Las Spice Girls, pienso y me vuelvo a casa.

trabajo

martes, 17 junio 2025. Tengo una entrevista de trabajo. La prueba consiste en meter en un tubo una crema pastelera rosa. Mientras lo hago me preguntan por qué sería buena para ese puesto. Porque no tengo que tratar con humanos, respondo. La chica se ríe (aunque yo lo he dicho en serio). Y se me da muy bien, ¿ves? De repente estoy en una bici estática (no sé si es otra prueba, ahora de resistencia). Otra chica me pasa libros y marcapáginas que ordeno por tamaño mientras pedaleo. Los dejo sobre una cama (la habitación se parece a mi dormitorio) y pienso que guardaré los marcapáginas para Francis y Blanco, y uno con forma de lima de las uñas para mí. No son para ti, me dice la chica como si me leyera el pensamiento, son para enviar a nuestros clientes. De repente estoy en el que fue mi cuarto en casa de mis padres. Todo está manga por hombro. Para dormir coloco dos sillas enfrentadas. Mariángeles entra por la ventana. Dice que al llegar a casa su cama estaba ocupada y que si puede dormir conmigo. ¿Tienes una cama para mí? Le señalo la mía. ¡No puede ser!, dice asombrada.

bandera

lunes, 16 junio 2025. Vamos en el coche con Juan y una niña pequeña. Entre los dos asientos delanteros hay una bandera palestina. Lleváis la bandera del revés, les digo. La niña y yo nos bajamos en una plaza llena de gente. Juan dice que me lleve la bandera por si los para la policía. Solo hemos dado dos pasos y la niña me dice que no puede andar, que les duelen los pies. Me fijo en que lleva zapatos de tacón. Corro al coche (que ya está en marcha) para que se cambie de zapatos. Les hago señas con los brazos para que paren. El me saludan desde lejos. Creen que me estoy despidiendo.

hojas amarillas

domingo, 15 junio 2025. Estoy en la que fue mi casa en cale Salitre. Me asomo a la cristalera y veo a Francis, Cocó y Víctor. Francis se para justo debajo. Los tres miran hacia arriba y saludan. Justo detrás les crece un árbol frondoso de hojas amarillas.
+
Es de noche. Alberto y una chica muy gorda se abrazan sobre un muro. Alberto le dice a la chica que yo había dicho que cuando llevaba el pelo con canas le quedaba muy bien. La chica me da las gracias. Les digo que sigan a lo suyo. Se ríen. Le pego a Alberto con una zapatilla de cuadros (que no sé de dónde ha salido). Se ríen más fuerte. Me alejo llorando.
+
Alberto y yo salimos de calle Beatas hacia calle Granada. Hay muchos turistas y todos llevan niños. Pienso que me he dejado atrás al mío. Vuelvo sobre mis pasos, no lo veo, pienso que lo han secuestrado. Entro en un edificio muy antiguo a preguntar. Pienso que quizá el portero lo tenga escondido. El portero es Colombo. Cuando le cuento lo que ha pasado, se echa las manos a la cabeza. Pienso que es inocente. El pobre se lleva tal mal rato que le digo que el niño no era mío, que no hay niño.

dos kilos en dos horas

sábado, 14 junio 2025. Vamos en coche por calles muy estrechas. De repente me acuerdo de Farfán (compañero del instituto al que no veo desde hace años). Por la ventanilla, veo a un tipo ayudando a su padre a echar escombros en una cuba. Es Farfán. Le digo a Alberto que pare, bajo la ventanilla para decirle que me había acordado de él hacía unos segundos. Me mira muy serio, no me reconoce.
+
Llego a casa de Juan. El salón es enorme con un gran sofá en el centro. Todo está en penumbra. Lo veo muy quieto vestido de traje y corbata. No sé si sale o se ha vestido así para recibirme. Lo ves, me queda justo, dice. Nos sentamos en el sofá a ver la tele. Su hija trae un álbum de fotos para que vea a sus amigas. No creo que pueda vivir aquí, pienso.
+
Tengo que hacer unas copias de fotos, pero he olvidado el camino. Entro en una especie de centro comercial. Está a oscuras. Las tiendas están cerradas. En una primera planta se ve un gran letrero que anuncia con letrar enormes rojas: Pierda 2 kilos en 2 horas. Se ve a un tipo empujando un coche contra una pared (se supone que ese es el ejercicio que adelgaza). Me doy cuenta de que no tengo piernas (o no me funcionan) y voy reptando por el suelo. Intento llegar a un ascensor con una flecha que dice: Cafetería Estación. Mas que un ascensor parece un montacargas gigantesco. Al entrar, se convierte en un autobús. Me lleva junto al paseo marítimo. Reconozco a lo lejos el recinto ferial de Fuengirola, pero no llego a orientarme porque las calles y sus tiendas son distintas. De repente paso andando junto a la terraza de un bar. Una madre da de merendar a sus hijas. A una le da sandía. Me sorprende que la niña la coma entusiasmada porque en la mesa hay dulces y chucherías. La cara de su otra hija es una tortilla de patata (con ojos y boca). ¿Nacería así o será de tanto comer tortilla?, pienso. Sigo andando y ahora voy con un grupo de turistas. Una chica va explicando cada rincón por el que pasamos. Hay zonas del suelo que resbalan, se puede patinar sobre ellas. Le pregunto si son de hielo o de cristal. Me dice que son de (una palabra que no recuerdo). Dos chicas me piden que les haga una foto sentadas junto a esas baldosas transparentes.
+
Estoy en casa de mis padres, intento hacerme una foto poniendo el móvil sobre el taquillón. Tengo prisa porque debo enviarla a algún sitio. cada vez que le doy al disparados automático, aparece el gato de mi hermana y mete la cabeza en la foto.

clic

viernes, 13 junio 2025. Estamos con un grupo, entre ellos Nacho Escuín. Nos presenta a una chica, Raquel Lanseros (aunque no se parece en nada). Le digo que la conocemos de verla en la tele. De repente estamos en una habitación con otras dos chicas. Una de ellas dice que es actriz y hace un numerito parecido al que hacía Cecilia Roth en Arrebato. Cuando termina le aplaudo entusiasmada, le digo que no sé cómo ha hecho para que la luz tuviera la temperatura de los años 70. De repente nos dicen que tenemos que irnos. Me fijo en que es una habitación de hotel con cuatro camas. Alguien ha colocado un montón de tablones sobre mi bolsa de viaje y me cuesta mucho sacarla. Nadie me ayuda, ya están todos fuera. Cuando consigo salir me doy cuenta de que voy en pijama. Hay poetas haciendo cola para hacerse una foto. Hay que pasar por una taquilla donde apuntas tu nombre para que después puedan mandártela. Escribo mal mi nombre, tengo que repetirlos varias veces en distintos papeles (la cola sigue avanzando). Sobre el mostrador hay marcapáginas y unas cucharillas. Me fijo en que tienen precio y devuelvo los marcapáginas. Alberto ha cogido varios. Le digo que había que pagarlos y se encoge de hombros. Cuando llegamos ya están recogiendo. Le digo al fotógrafo que quedamos nosotros. Dice que posemos y, como si fuéramos dos niños a los que engañar, pone las manos delante de su cara (sin cámara) y dice "clic, ya está".

espumillón y uniforme

lunes, 9 junio 2025. Tengo que hacer la maleta porque se supone que volvemos a casa, pero estamos en el patio de la casa de mi abuela. Al abrir la puerta del lavadero, veo a mi madre haciendo la suya. Ha metido tantas cosas que no cierra. Le digo que podemos repartirlas en dos porque yo no llevo casi nada. Recuerda las medidas, me dice. Al abrir la mía para meter sus cosas aparecen adornos navideños de cuando era niña. Me entra una tristeza enorme al ver espumillón de colores y bolas doradas.
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Mi prima Cristina llega a casa muy contenta. Dice que por fin ha encontrado una tienda donde venden zapatos a su gusto. La tienda se llama Paréntesis. Le digo que no la conozco. Me dice que prefiere comprar allí que en las tiendas que compra mi hermana y sus amigas porque visten todas igual. Llevas un look ochentero que me gusta, le digo. Aparece Carlos, dice que se ha dejado algo entre mis cosas. Busco en una carpeta pero no encuentro nada. Ya vendré otro día, dice y se va. Aparece Antonio. Hace mucho que no nos vemos, dice. Me toma del hombro y nos asomamos  a la calle desde la terraza. La calle se mueve como si estuviéramos en un barco que se aleja del puerto. Le cuento que una vez un niño le pidió a mi abuelo (que iba con el uniforme de marino) chicle y otro le dijo "déjalos, que son ingleses", así, en plural. Nos sentamos. De repente, mi abuela está sentada entre nosotros y le cuenta a Antonio que en otra ocasión (yendo mi abuelo también de uniforme), lo tomaron por un músico de una banda y le preguntaron a qué hora era el concierto. Antonio ríe las dos anécdotas exageradamente.

flanes

domingo, 8 junio 2025. Subo una verja de tela metálica con enorme facilidad. Arriba está Isa. Dice que la acompañe a su casa, quiere enseñarme algo, pero no me apetece encontrarme con Javier. Como si me leyera el pensamiento me dice que Javier no está. Al llegar está su hija Paula, pero son dos paulas iguales que saludan a la vez. Cada una de las paulas lleva un plato con un flan. Los flanes vibran. Quiero irme de allí.

merluza, sumidero y zapatos de niña

sábado, 7 junio 2025. Estoy en un restaurante con Perkins y Fernando. Los camareros van y vienen pero no nos traen nada. De repente tengo delante la camisa de uno de ellos. ¿Os habéis fijado que están hechas a mano?, tienen hilos sueltos y hace muy bonito, les digo. De repente estamos en la misma mesa pero en una terraza en la calle, junto a unos árboles. Sobre el restaurante hay habitaciones y se ve una luz encendida. Le digo a Perkins que lo único que importa es la luz, que hace poco estuve en un sitio parecido, con ruido de coches, pero la luz era tan bonita que el resto no me importaba. Un camarero nos trae al fin algo de comer. Una fuente grande de lo que parece rúcula y dos cajas de helado. Lo deja para que nos lo sirvamos nosotros. Bajo la rúcula hay varias merluzas crudas. ¿Os sirvo helado?, pregunto. Al otro extremo de la mesa se ha sentado uno de los camareros y charla con una chica. Me fijo en Fernando y digo en alto: no llevas gafas, luego te has operado los ojos y mañana te vas de viaje, eso solo puede significar una cosa. Antes de seguir hablando, Fernando me dice al oído que no se lo diga a nadie, que se va a Argentina a rodar un documental sobre una chica a la que le desaparecieron a su familia.
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Estoy en la habitación de un hostal. La ventana está abierta pero no se puede cerrar. Desde mi ventana veo otras ventanas. En una de ellas a una chica con una melena muy larga. Está sentada al lado de su cama donde debería ir la mesilla de noche. Tengo prisa, debo ducharme, pero temo que me vean desde fuera. Me ducho con una toalla liada al cuerpo. La ducha sale directamente de la pared. Me coloco sobre un sumidero que hay en el centro de la habitación. Hay dos alfombras. Intento no mojarlas, pero cuando les cae agua sale de ellas mucha suciedad que arrastro hacia el sumidero con el pie. Por más agua que echo, más suciedad 
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Estoy en casa de mis padres. A mi lado está Marina (amiga de la familia). Me enseña unas sandalias que se ha comprado. Se quita una para la que vea bien. Son unas merceditas moradas con tira sobre el empeine adornadas con una línea de perlitas. Si no fuera por el medio tacón parecerían de bebé, pienso. Muy bonitas, pero no son sandalias, le digo. Me cuenta que se está quedando calva y se está pensando ir a Turquía. Le digo que yo empiezo a tener entradas y me pongo las gotas para el glaucoma en las sienes.

rodillo de gomaespuma

miércoles, 4 junio 2025. Estoy con Sonia y Míchel en la Alcazaba, pasamos de un jardín a otro. Míchel dice que tiene que cortarse el pelo. En uno de los jardines hay una peluquería al aire libre.Le digo que podíamos aprovechar para cortárnoslo nosotras también.  Sonia encuentra una butaca libre y se sienta. Dice que busquemos otra más barata fuera, y si la encontramos la avisemos. De repente voy con la silla entre los coches. Aparece un camión enorme. Como no puedo esquivarlo, hago como en la playa cuando viene una ola grande, dejó que me pase por encima. Lo noto sobre mí como un rodillo de goma espuma. Cuando pasa sigo mi camino. Veo a Míchel que baja la calle. Dice que he encontrado una peluquería estupenda y que va a recoger a Sonia.

un sueño cursi

martes, 3 junio 2025. Estoy en la cama, en el dormitorio de la vecina de mi abuela. La habitación da al jardín y entra una luz preciosa. Pienso que es una pena que nadie más pueda disfrutar de ese momento. De repente aparece Marcos entre las sábanas. Me alegro mucho de no estar sola ante tanta belleza. Nos dormimos completamente felices.

lo peor

domingo, 1 junio 2025. No recuerdo cómo empieza el sueño, pero supuestamente hemos llegado a casa de Miki Nadal (nos ha llevado él). Hablo con su madre y su abuela. Son encantadoras. Me piden que convenza a su hijo de que coma menos, que adelgace, porque el médico le ha dicho que si sigue así puede pasar lo peor. Nadal a ratos es él y a ratos mi amigo Jorge. Nada más llegar se sienta a comer un postre enorme de chocolate. la madre y la abuela me hacen una seña para que le diga algo él creo que se da cuenta se levanta y desaparece. La abuela me dice, sé dónde se ha escondido pero no puedes decirle nunca que te lo he dicho. Me lleva a una especie de garaje donde hay una puerta pequeña que da a un cuarto supuestamente secreto. Ahí se escondía de joven para hacer música y se creía que no lo oíamos, dice la abuela. Cuándo vemos que va a salir nos escondemos, me agacho y cierro los ojos. Al abrirlos estoy cruzando un puente de Londres. Hay una estatua metálica enorme, con un hueco debajo, donde la gente entra para hacerse fotos. Oigo disparos, le digo a dos personas que están conmigo que no se muevan, que nos quedemos ahí hasta que pase el tiroteo.

nada va bien

jueves, 29 mayo 2025. Estoy en casa de mis padres. Todo está muy revuelto. Me dicen que coma, pero yo estoy pendiente de mi padre porque se ha levantado solo y va a toda velocidad hacia la puerta como si quisiera escapar. Mi padre se da la vuelta, señala uno de los cuadros y se burla del pintor con palabras ininteligibles. Nadie parece darse cuenta de que se ha vuelto loco. Lo dejo en su sillón y ve voy a la cocina. Me siento en el suelo, escondo la cabeza entre las manos y me echo a llorar. Mi hermana me pregunta en tono de azafata si todo va bien. Nada va bien, le digo.
+
La casa está llena de gente que no conozco. Llegan gritos desde la calle. Salimos a mirar desde la terraza. Pandillas de hooligans rompen botellas y vas destrozando todo a su paso. Según miramos la terraza va bajando hasta ponerse al nivel de la calle. Les digo a todos que entren en casa. Cuando creo que todos están dentro cierro la reja, pero siempre aparece alguien más. Tengo que volver a quitar el candado, etc. Dentro de casa, una señora muy mayor dice que tiene unos pechos preciosos. Se saca uno. Su hijo se avergüenza. También tiene dos bebés que andan por la casa en pañales. Un chico intenta dormir en el suelo, dentro de un saco. Alberto come unas gambas enormes que parecen de plástico en la mesa donde está la señora. La señora se levanta y trae una jarra de margaritas que parece agua sucia. Todos se acercan a beber como si fuera no pasara nada.

frasco

martes, 27 mayo 2025. Alberto está en la terraza de un bar (el bar es la iglesia de Fuente Olletas). Yo paso con prisa, lo saludo, le enseño un frasco muy feo y sucio. Le digo que voy a fregarlo y pintarlo por dentro para convertirlo en jarrón. Él hace un gesto de "mejor tíralo". Sigo mi camino hasta la que fue nuestra primera casa en calle Salitre. Al llegar a la esquina noto que hay guardias civiles por el barrio. Uno de ellos muy cerca de la puerta de casa. Pienso que no me dejará entrar con el frasco. Lo escondo. Pienso que, si me preguntara , le diría que lo acabo de bajar para reciclar. Entro en el portal a toda prisa. Un vecino me saluda. Dice que hace mucho que no me veía. Al notar mi cara de "no sé quién eres", me dice que fue quien me hizo la copia de la llave del portal. Quiero subir cuanto antes a casa, pero no recuerdo el piso ni la puerta. Entro en el ascensor a toda prisa antes de que suba alguien más. Le doy al tres. Una vez arriba me dejó llevar por la intuición y voy a la derecha. ¿Es esta la puerta B?, pregunto a dos chicas que están desayunando. Al parecer llevan un rato esperándome. El piso no tiene nada que ver con cómo era mi casa (ahora parece un hotel decorado tipo Ikea). No sé qué hacer, si sentarme o marcharme.

dos bodas

domingo, 25 mayo 2025. Somos los testigos de una boda (no sé de quién). Llevamos un calendario hecho por nosotros, donde en cada casilla hemos puesto un acontecimiento gracioso. Cuando entramos en la iglesia está atiborrada. Raquel se nos acerca muy sonriente y nos dice que ya no hace falta que hagamos de testigos, que lo hará Jairo (no sabemos quién es). Dudo si decirle que me parece muy mal habernos hecho ir para nada. Se lo digo suavemente. ¡Es que ha venido Jairo!, nos dice con una sonrisa enorme.
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Elisa se casa. Toda la familia está en casa de mis padres. No encontramos la camiseta que Elisa quiere llevar. Mi madre dice que fue a comprarla con ella y la metió en una bolsa. Busco dentro de su armario, pero solo encuentro los puños cortados. me los pongo y salgo. Para relajar el ambiente les digo que puede casarse solo con la falda y los puños. Todos ríen. Empieza a llover muy fuerte, nos asomamos. Algunos vecinos tienen caballos en sus terrazas. Se lo digo a mi padre muy asombrada. Dice que él no puede verlos, que ya casi no ve. Salgo a dar un paseo. Me encuentro a Luisa Etxenike (lleva una maleta enorme). Me miro los pies, voy en zapatillas. Para que no se dé cuenta le hablo de tonterías para distraerla (de que no me gustan los lunares en la ropa, o que mis zapatos favoritos para estar en casa son las alpargatas porque es como si estuviera siempre de vacaciones). Le cuento que me las pongo en chancleta, doblando el talón hacia adentro. Le pregunto cómo se dice eso en euskera. Dice dos palabras, la segunda, "etxaniz". Le pregunto qué significa porque he observado que la ponen al final de muchas frases. Antes de que me conteste ya hemos dado una vuelta a la manzana. Subimos a casa de mis padres (que no se parece a la casa de mis padres). En el ascensor hay una caja con huesos. No pienso subir con eso ahí, dice Luisa. Es mi prima, no pasa nada, le digo (no sé si me refiero a que es mi prima muerta o los huesos que le dimos para estudiar la carrera). Al llegar arriba, la casa es un enorme salón de actos con butacas numeradas. Todos están en sus asientos. Elisa no ha llegado. Salgo de nuevo a buscarla. La veo a lo lejos por la calle (ya es de noche). De repente alguien me atrapa con un cazamariposas y me mete en una jaula enorme donde hay mayores y niños. Elisa se asoma y pregunta si alguien sabe dónde revelan fotos, que acaba de casarse y no puede esperar a mañana para ver las fotos. Cierran la puerta y se queda dentro. Le explicamos al carcelero toda la historia, pero no nos cree, hace un gesto con la mano como diciendo que estamos borrachas. Elisa consigue escapar. Dos niñas lo intentan también. El carcelero les dice que si se portan bien la próxima vez las llevará al fútbol para que vean jugar al Granada, las niñas se ponen muy contentas y vuelven a la jaula.