piso 13

jueves, 18 diciembre 2014. Antonio y yo caminamos junto a un río. Según avanzamos, nos alejamos hacia arriba hasta llegar a una terraza de un piso 13. Desde allí vemos el fondo del río, transparente. Hay un tipo sentado en el fondo. Es Panero, dice Antonio. Gritamos su nombre, le hacemos señas levantando los brazos. Temo que caigamos al vacío. Le pido a Antonio que no se acerque tanto a la barandilla (es muy baja y los barrotes están separados). Antonio dice que no le da miedo, echa todo el cuerpo hacia adelante para gritarle a Panero. Me agarro a sus piernas para hacer de contrapeso. No sé si podré aguantar mucho.

sofisticación

domingo, 7 diciembre 2014. Estoy delante de un escaparate lleno de muñecos que se mueven por luz solar. Son realmente sofisticados. Le cuento a alguien que pobre de aquel que se compró los primeros que salieron (una flor que se balanceaba, por ejemplo). Uno de esos muñecos me mira, atraviesa el cristal sin esfuerzo y me coloca en la mano un anillo. Es uno de los anillos de mi madre.

servilletas

sábado, 6 diciembre 2014. Parece una fiesta. Los invitados hacen un corro en una sala de baile, reciben a Federico del Barrio, lo homenajean por algo. Todos agitan unos pañuelos blancos muy grandes que más bien parecen servilletas como si estuvieran en una plaza de toros. Algunos se las dan para que las firme. Alguien me empuja para que le tienda la mía, pero me pego a la pared para observar la escena.

despiste

viernes, 5 diciembre 2014. Al ir a secarme el pelo, noto que lo tengo mucho más largo y abundante. No comprendo qué ha pasado. Desde la ventana del cuarto de baño de la casa de mi abuela veo una terraza donde los vecinos dan una fiesta. Nunca he visto ahí, antes, una casa. Pienso en que si, tal vez, nunca me he fijado, también puede ser que siempre haya tenido el pelo abundante y no me he dado cuenta hasta ese momento.

el año de la cabra se acerca

jueves, 4 diciembre 2014. Blanco me dice al oído que quiere una colcha verde. Como esa, aclara. Toco el borde de la colcha y le digo que raspa un poco. Mientras tanto, Silvia busca algo que quiere enseñarnos. Seguro que nos va a regalar unos calendarios chinos, le digo a Blanco. Silvia trae dos libros con fotos en blanco y negro. Preciosos. ¿Y los calendarios?, le pregunto.

indios

sábado, 29 noviembre 2014. Alejandro se rapa la cabeza y se tumba en el suelo. Ahora seremos indios, dice. Le pide a Sora que nos haga una foto junto. Y que salga también Bach, le dice. Bach está sonando de fondo. Sora responde que está harta de que todo el mundo le pida cosas imposibles.

a tiro de piedra

estabas allí
a tiro de piedra

no sé si llegaste a reconocerme
no sé si llegamos a hablar,
pero yo estaba segura de que eras tú
y con eso era más que suficiente

(lunes, 24 noviembre 2014)

arde un seto

sábado, 22 noviembre 2014. Arde un seto. Alguien dice que hay que huir, que se acerca el fin del mundo. Al fondo se ve un cielo encendido y naves que se acercan. No sé cómo he llegado a una habitación donde todos mis libros están en el suelo, intento salvar algunos. Recuerdo que en la cartera llevo una lista de las cosas que debería salvar en una ocasión así. La lista no está. Voy metiendo objetos al azar en una bolsa de tela. Por la ventana se ven llamas muy altas.
+
Alguien me dice que me esperan al final de la calle. Veo a Juano, lleva abrigo a pesar del calor. Me da un cuadro enorme envuelto en papel de embalar. A pesar del tamaño pesa muy poco. Le doy a cambio un paquete que llevaba para él. Es una bufanda roja y un libro. Cuando se pone la bufanda, es verde. Junto a un contenedor hay juguetes y trastos viejos. También negativos de fotos. Disimuladamente los voy guardando en una bolsa para llevármelos. Juano dice que su padre ha preparado una fiesta porque ahora trabajan juntos. La fiesta gira en torno a una chica muy joven y muy guapa. Hay cientos de camareros que revoloteen a su alrededor con enormes bandejas. No sé que hago allí, no sé cómo escabullirme.

llamada

martes, 11 noviembre 2014. Paseo marítimo. Suena un teléfono. Hablo, como si llevara un teléfono en la mano. Alguien dice "Ahora se pone". Una voz muy alegre me cuenta cosas. Sigo caminando sin saber quién me habla. Sobre la arena hay un escenario donde hacen fotos a una actriz. La chica se sube el vestido, enseña el pecho, se ríe. De repente pienso que la voz que me habla es de Isabelmaría. Los fotógrafos se van. Es de noche.

cinco dedos, un lápiz

miércoles, 5 noviembre 2014. El poeta Parreño se sienta a mi lado sin decir nada. Tengo un lápiz en la mano. Toma mis dedos y juega con ellos. Juega con el lápiz como si fuera un dedo más.

mi nombre

lunes, 3 noviembre 2014. Una chica, a la que se supone conozco mucho, se acerca con su hija en los brazos. Se llama como tú, dice. Me alegro mucho, la abrazo, beso a la niña y a la madre, las zarandeo de alegría. Está tan feliz que no me atrevo a decirle que no tengo ni la menos idea de quién es.

deseo cumplido

sábado, 1 noviembre 2014. Miro a la calle desde arriba. Hay un camión. Un coche intenta aparcar sobre el camión. Avanza muy despacio. Le digo mentalmente que pare. Por otra parte, deseo que caiga para ver qué ocurre. El coche cae hacia delante en vertical y se empotra en la cabina del camión. Deseo que el conductor salga ileso. Pienso que eso es imposible. Deseo que sólo se haya hecho una pequeña brecha en la frente. Salen tres personas. Sólo una lleva una pequeña brecha en la frente.

sentido contrario

jueves, 30 octubre 2014. Sora y yo vamos en taxi. Se supone que hemos quedado en recoger a Juan Cabezas. Lo vemos a lo lejos tomando un café en la terraza de su casa. El taxista da una vuelta y pasa de largo. Vamos en sentido contrario, todas las calles están en obras, hay muchísimo tráfico. El coche que va delante del nuestro da dos vueltas en el aire, caer en la calzada y continua su camino. Pienso en si será una maniobra nueva para adelantar.
+
Jurdi me explica la nueva táctica que ha inventado para conquistar mujeres y vivir a su costa. Me da mucha pena que hable así. Lo dejo desayunando en el comedor de la casa de mi abuela. Yo voy hasta la habitación del fondo y me tumbo a los pies de la cama a mirar la pared que miraba de niña para buscar caras dibujadas por la humedad.

sopa

miércoles, 22 octubre 2014. Mi padre ha usado una camiseta amarilla que claramente no es suya para usarla como trapo para hacer bricolaje. También ha volcado una lata de cola sobre la mesa que yo acababa de barnizar. Me voy a la cocina por no pelear con él. Hago sopa con unas bolitas verdes que vienen en racimo. No sé qué son, pero hago sopa de todos modos con tal de no pelear con nadie.

ver, oír, callar

martes, 21 octubre 2014. Chivite conduce un coche con volante a la derecha. Voy en el asiento de atrás. Me fijo en que lleva un jersey de mezcla rojo y negro. Se supone que lo he tricotado yo. No le digo nada. Se supone a ha venido a verme y ya se marcha. Pasamos de largo por mi calle. No le digo nada.

los días sin sombras

viernes, 10 octubre 2014. He comprado algunas cosas y a la hora de pagar no llevo suficientes monedas. Las que le voy poniendo sobre el mostrador resultan ser fichas plástico, botones o antiguas pesetas. Mientras meto las cosas en la bolsa de Beckett se me rompe.
+
Llego a lo que parece un cine. Mientras espero a que empiece la película los asientos se van convirtiendo en camas. Sólo hay chicas, charlan. Me levanto para irme. Una me pregunta si me acuerdo de ella. No. Otra pregunta por mi familia (al hacerlo tengo la visión del jardín de la casa de mi abuela en una reunión de verano). No sé cómo acabo explicándole que los días blancos me entristecen. ¿Los días nublados? No, los días blancos, los días sin sombras.

el adolescente menguante y la niña huevo

jueves, 8 octubre 2014. Camino con un adolescente por la calle. Al cruzarnos con sus amigos quita mi mano de su hombro. Le digo que no se avergüence, que podría ser su madre. Nos reímos. Al cruzar, un banco de listones de madera nos impide llegar a la acera. Le propongo que nos sentemos sobre el respaldo y alcemos el cuerpo. Él lo hace sin esfuerzo y yo rompo dos listones. Se forma un corro de transeúntes. Alguien dice que hay que llamar a la policía. Ahí hay uno, dicen, pero cuando se acerca es un cura vestido para dar misa. Le explico que la culpa es sólo mía. El adolescente, mientras tanto, ha ido menguando y no es más que un pequeño niño de barro o plastilina en la palma de mi mano.
+
Parece una fiesta. Una chica debe conseguir pétalos para un concurso y golpea un ramo contra una mesa enorme de madera. Mientras una niña bebe a escondidas vino y cerveza, y se abanica con un fajo de billetes. Quiero irme de allí. Me despido de todos uno a uno, eligiendo a quién dejaré para el final. La niña es ahora un muñeco con forma de huevo en su caja. Según cambia de expresión, la etiqueta de caja cambia también y describe lo que la niña huevo siente. "Sonrisa enorme, duerme", leo y dejo la caja sobre una silla.

ladrillos

martes, 7 octubre 2014. Salgo a la calle a través de una tapia encalada. No la salto ni paso por una puerta, la atravieso. Afuera veo a Juan apilando ladrillos de barro aún sin cocer. Los coloca pegados al muro, como si ordenara libros en una estantería. Le pregunto si puedo ayudarle. No dice nada. Cojo ladrillos por mi cuenta e intento colocarlos al lado de los suyos, pero los ladrillos atraviesan mis manos como yo atravesé la tapia.

pulsera

viernes, 3 octubre 2014. ¿Por qué llevas esa pulsera?, me pregunta una chica. Me fijo entonces en que llevo una pulsera que no había visto antes. Le cuento que me la regalaron para que al mirarla recordara que no debo beber alcohol. Pero no es fácil que te vendan alcohol ni cigarrillos, dice. Me fijo en que la chica es muy joven y cree que yo soy de su edad. La chica se pone a recoger ropa de un enorme tendedero plegable. Al fondo construyen el esqueleto de un armario. La ayudo. Un chico, carpeta en mano, nos pregunta si iremos a la excursión o nos quedaremos en la hora de estudio. No sé de qué habla, pero por lo que veo a mi alrededor deduzco que estamos en una cárcel o un reformatorio. Nos quedamos, dice la chica. Recogemos la ropa del tendedero y la metemos en cestos. Después los que construían el armario hacen una coreografía.

cortinas

lunes, 29 septiembre 2014. Acompaño a mi madre por la calle, pero no puedo seguir su ritmo, las piernas se me doblan, me duelen las rodillas, se me cae todo lo que llevo entre los brazos (carpetas, papeles). Me encuentro a mi prima Elisa con sus hijos. No sé de qué me habla, pierdo a mi madre de vista. Entro en una casa que parece abandonada a buscarla. Alguien me pregunta si busco el coche que me han robado. ¿Me han robado el coche? Me indican que entre en una habitación donde hay más de cincuenta niñas. Parecen refugiadas de guerra. Una me dice que son polacas, que están esperando que alguien las lleve a casa. Me han robado el coche, le digo. Me señala un pasillo. Las puertas son cortinas. Cada vez que me acerco a abrir alguna alguien desde detrás me agarra las manos y los brazos.

quesito

jueves, 25 septiembre 2014. Salgo de la casa de la abuela de Odila (y que ya no existe) comiéndome un quesito. En los escalones de la puerta hay varios hombres armados. Llevan turbantes. Mientras me alejo de ellos me como el quesito de manera que lo vean, como si ese quesito fuera mi salvoconducto.

cierra los ojos, ¿qué ves?

a ratos eras un niño
y cruzabas la calle
y yo te seguía con la mirada
como si así pudiera protegerte
de la velocidad

a ratos eras un hombre
y me amabas
y yo te seguía con las manos
como si así pudiera protegerte
del dolor

(domingo, 21 septiembre 2014)

no hacemos nada más que hacer

sábado, 20 septiembre 2014. Playa. La han cubierto de piedras. No una playa de piedras, una playa con piedras que alguien ha colocado sobre la arena. David leo se sienta a mi lado y apoya la cabeza en mis piernas. Le digo que me ha encantado cómo termina uno de sus poemas: "No hacemos nada más que hacer". Le pregunto si vale la pena vivir. ¡Vivir, siempre! Dice y se queda dormido.

pasta flora

martes, 16 septiembre 2014. Entro en la casa de mis padres. Miro el buzón, hay dos Pasta Flora y ninguna carta. Al entrar, la casa se convierte en la de mi abuela. Todo está oscuro y en silencio. Alguien llega. Me escondo en el cuarto de baño. La bañera está llena de pelos largos como si hubiesen esquilado a Chewbacca.

la habitación de los sensatos

lunes. 15 septiembre 2014. Varios vecinos llegan a casa y se dividen en dos grupos. Cada grupo se encierra en una habitación. En la que me toca hay varios niños que empiezan a tocarlo todo. Deseo que estemos en otra casa y así ocurre. Ahora todos estamos en una habitación con poca luz y los niños saltan sobre el sofá. Mayores y niños saltan, incluso un bebé desaparece por uno de los agujeros que han hecho en el forro de la tapicería. Rompen los cojines y todo se llena de plumas. Me asomo a la habitación de los sensatos, discuten en voz baja cómo arreglar la puerta del ascensor, que tiene un leve arañazo.

con todas mis fuerzas

sábado, 13 septiembre 2014. Camino junto a un niño por una calle mal iluminada. Caminamos detrás de alguien que nos guía. El niño cae por un agujero enorme que hay en acera. Al intentar agarrarlo caigo con él. Intento gritar para que los que caminaban delante nos ayuden, pero en el agujero no hay oxígeno y, mientras seguimos cayendo y llevo la boca abierta y grito con todas mis fuerzas, no sale ningún sonido. Mientras caigo pienso que va a ser una manera muy fea de morir.

manchas de café

lunes, 8 septiembre 2014. Estoy en un bar de carretera con un grupo de poetas. Tenemos una lectura en unos minutos. Un chico dice que ha escrito un poema en una servilleta de papel, que le diga qué tal está. Retuerce la servilleta hasta convertirla en una flor. La abro, sólo hay manchas de café. Aparece Luciano de la mano de un niño. Lo oigo hablar con Pepe sobre la salud de su padre. Todos se van a la lectura. Alberto y yo salimos con retraso, los perdemos de vista. Me doy cuenta de que voy descalza y llevo un vestido que nunca he visto. La lectura ha comenzado. Busco al chico para devolverle la servilleta, ya sin forma, pero no está. Me toca leer. He olvidado los poemas en el bar. Saco unas cuartillas en blanco e improviso unos poemas. El último es una canción, digo al público. La canto en francés. Mientras canto, pienso que me he vuelto loca, que es imposible que yo esté haciendo todo eso.

tres tirantes y una melé

viernes, 5 septiembre 2014. Vivo frente a la casa de Sora, entre los dos edificios hay una plaza pequeña. Llega, le hago señas, se acerca. Estaré toda la tarde escribiendo, le digo y señalo una mesa y una silla muy pequeñas que hay junto a mi ventana. ¡Siete años!, dice muy contenta. Imagino que se refiere a un aniversario. Llega Daniel con un grupo de amigos, celebran algo, hacen una melé y se dan puñetazos. No sé bien si están de broma o van en serio. Bajo a ayudarlo, pero ya no hay nadie. En el portal me cruzo con Sora. Lleva un vestido a cuadros con cancán, le pregunto si se lo ha hecho ella. ¿Llevas tres tirantes?, me pregunta. Parece que vayamos disfrazadas de los años 50. Al llegar a casa veo que me dejé las llaves puestas en la puerta. Daniel está sentado en la cocina jugando con harina y agua. Le doy un trozo de tarta de manzana y le acaricio la cabeza. Me cuenta que en la pelea le han cambiado su ropa por la de otro. Me hace gracia mirarlo comer porque parece un niño pequeño con barba.

tarta

jueves, 4 septiembre 2014. Una ciudad entera hace cola para que les den un trozo de tarta. Alguien me empuja y entro en la cola. Todos llevan su trozo en la mano. También regalan revistas y nubes de caramelo. A mí nadie me ha dado nada.

espigas

miércoles, 3 septiembre 2014. Sobre la mesa hay espigas. Tienen vida propia, se mueven, se entrelazan, se hacen una bola, se estiran, aparecen otras espigas más pequeñas. Pienso que se aman. Las envidio.

g

martes, 2 septiembre 2014. Alguien ha robado la letra G. Doy vueltas en la cama intentando dormir. Se que no podré hacerlo hasta que componga algunas palabras, pero sin la G no puedo hacerlo.

caer

lunes, 1 septiembre 2014. Parece que estamos en China y hemos ido a visitar la muralla. Al fondo de se ven unos montes rojos iluminados por el sol. Quiero que nos hagamos una foto. Salvatore pierde pie y cae al vacío. Lo veo caer a cámara lenta. ¡Te quiero!, le grito mientras cae. Veo que cae a cuatro patas, como lo haría un gato. Me hace una seña con la mano y se levanta. A los pocos segundos aparece intacto. Lo abrazo.

tres gatos

jueves, 21 agosto 2014. Helena tenía tres gatos y los había enseñado a abrazar. A la hora de despedirse me abrazaba. Después les hacía una leve seña a los gatos. Los tres se acercaban y me rodeaban con sus patas. Enrique bajaba mi maleta porque pesaba mucho y decía que la escalera no tenía luz. Yo, en el último momento, recordaba que le había comprado a Carmen un pañuelo azul. Abría la maleta en la acera y lo buscaba. Carmen, desde el balcón, le gritaba a Enrique que el color de su barra de labios era el 26.

media lechuga

miércoles, 20 agosto 2014. Al parecer tenemos que escapar a México. Sospecho de un amigo que lo ha preparado todo para colarnos en un barco. Le digo a Alberto que huyamos esa misma noche. Meto lo imprescindible en la mochila verde que llevaba a las excursiones del colegio. Lo imprescindible: un bol con agua y media lechuga, ropa interior. Alberto se enfada porque no he metido jerseys. ¡Allí es invierno!, grita. Al gritar se convierte en mi madre. Le digo que jerseys podemos comprar en cualquier sitio, pero que tenemos que irnos inmediatamente. Mi madre vuelca agua en el suelo y dice que no podemos irnos hasta que limpiemos bien toda la casa. Le grito que cuando nos pillen y nos encierren pediré que nos pongan lejos y que no volveré a acercarme a ella. Me pongo la mochila y me largo. Alberto decide escapar por la ventana, pero es un piso alto. Veo como se desliza por la pared hasta llegar al suelo. Parece que se ha hecho daño en un pie. Intento la misma jugada, pero me da miedo y me descuelgo hasta el piso de debajo. Así, piso a piso, voy bajando la fachada hasta llegar a la calle. Alberto se hace fotos delante del camión del amigo que iba a ayudarnos a escapar. Los amigos van a tomar algo, parece que estén de celebración. No veo a Alberto con ellos y pienso que quizá haya ido a robar el camión para huir. Corro hacia el garaje donde está guardado y encuentro a Alberto a punto de marcharse, pero no puede salir porque delante del garaje hay un enorme socavón. Ya sé, le digo, hay que atar esas cinchas rojas. Hago una especie de puente colgante, le pongo unas tablas y el camión pasa, al fin, por encima. Alberto me abre la puerta para que suba.

ataúdes blancos

viernes, 15 agosto 2014. Voy con Cristina por la calle, habla por el móvil. Me lo pasa, quiere que le diga algo a alguien, pero yo llevo una croqueta enorme en la boca que no me deja articular palabra. Llegamos a un puerto donde la gente mira al mar desde arriba, apoyados en una baranda oxidada. Una chica nos da un plano y subimos también a mirar. En el mar flotan, ordenadamente, cientos de ataúdes blancos.

letras para todos

jueves, 14 agosto 2014. Al llegar a casa veo en la calle a un montón de gente alrededor del portero automático. Un técnico les dice que se calmen, que hay letras para todos. Los vecinos le van diciendo qué letra quieren que aparezca como distintivo en su botón. Veo que algunos han elegido el logo de "I love..." y después la inicial de su mujer o sus hijos. Pienso que cuando me toque elegir a mí no sabré qué poner. ¿Algo que me guste o algo que los amigos distingan cuando vengan a visitarme?

careta de poker

domingo, 10 agosto 2014. Micah P Hinson vive en un ático frente a mi casa. Yo pongo sus discos para que los oiga, para que sepa que me gusta. Alguien me cuenta que su madre fue actriz y después enfermera. Una tarde me hace señas para que vaya a su casa, presenta a sus amigos y dice que jugaremos al poker. Antes de echar las cartas todos se ponen la misma careta. Me van a ganar seguro, pienso.

billar

no nos habíamos vuelto a ver
desde niños

tu casa era un bar
con una mesa de billar al fondo

al verme dejabas de jugar
me abrazabas
yo hundía las manos en tu pelo rizado

me parecía de lana

(martes 4 de agosto, 2014)

cantos redondeados

viernes, 1 agosto 2014. Van llegando distintos grupos de estudiantes y debo presentarlos, pero no recuerdo ningún nombre. Parece una ciudad diseñada para ellos (los bares son silenciosos y tienes salas de estudio). Entro en un sótano con dos mesas de cantos redondeados. Llega un estudiante, dice que siempre quiso tener una mesa de cantos redondeados. Yo también, le digo. Todo es frío. Empiezan a morir estudiantes en situaciones extrañas. Por ejemplo, el más joven se tira desde un primer piso sobre una bandeja con espuma blanca en llamas. Nadie dice ni hace nada. Después tengo que guiarlos para hacer un trabajo, se me van perdiendo por el camino. Consigo hacer una especie de caravana con ellos y les voy diciendo que recuerden el sistema métrico decimal.

de la mano

tus padres
me llevaban de la mano
por el pasillo de una casa

la casa parecía deshabitada

y yo sabía que
tus padres
estaban muertos

y yo me dejaba llevar

(martes, 29 julio 2014)

caballos rotos

domingo, 27 julio 2014. Sala de espera de un aeropuerto. Aunque la entrada tiene cajas como las de un supermercado. En el suelo, junto a una de ellas, hay caballos muy pequeños. No me queda claro si son de verdad o de juguete. Me acerco para verlos mejor. La gente, al ver que me levanto, cree que ya se puede entrar en el avión y corren hacia esa caja. Pisotean a los caballos que quedan hechos pedazos en el suelo.

ese falso asombro

viernes, 25 julio 2014. En el altar de una iglesia hay un cura hablando. Habla sentado. a cada lado hay una persona disfrazada de muñeca hinchable. Disimulo mi risa. Es muy gracioso ver sus caras de asombro mientras el cura habla.

de cuestas empinadas

lunes, 21 julio 2014. Camino por la calle. De repente se forma una cola en una acera para subir una rampa estrecha muy empinada. Voy detrás de una madre con un carrito de bebé. Al llegar arriba hay que bajar una escalera aún más empinada con escalones muy estrechos. Pienso que la madre no podrá bajar con el carrito, pero lo hace. Dejo pasar a varias personas. Intento dar la vuelta, pero pienso que bajar la rampa será aún peor. Esto suele pasarme siempre en los sueños, le cuento a una chica.

ascensor

domingo, 20 julio 2014. Entro en un ascensor. Al cerrarse la puerta comienza a inflarse hasta aplastarme contra la pared del fondo. Intento no moverme porque pienso que si explota el ascensor caerá al vacío. La puerta-globo desaparece y el ascensor comienza a bajar. No se para en ningún piso, sigue bajando. Ya no se ven puertas, sólo ladrillos. Apoyo las manos sobre la pared de ladrillos para intentan pararlo. Lo paro. Intento hacerlo subir gateando en vertical sobre la pared de ladrillos. Me duelen mucho las manos. 

bolso verde

domingo, 13 julio 2014. Camino hacia la casa de mi abuela, elijo el camino más largo para poder pensar. Pienso en el futuro, elaboro conversaciones mentalmente. Al llegar, la casa se ha convertido en un bar. El pasillo y el patio están llenos de gente apiñada bebiendo y comiendo enormes platos de lo que parece comida alemana. Le pregunto a una chica si ha visto mi bolso verde (yo no tengo ningún bolso verde). La chica dice que está en la ventana. Consigo entrar en el dormitorio, pero la ventana está cegada con varias capaz de mosquiteras metálicas. Al volverme, veo que el dormitorio es sólo un cuarto en ruinas. En el suelo hay cientos de juguetes rotos, míos y de mis primas. Intento salvar algunas cosas, recortables, figuritas de animales, recuerdos de viajes. Pienso que en realidad nada de eso es mío, sólo se parece, así que lo dejo en el suelo, entre los escombros y salgo. La gente se ha ido. Le pregunto a mi hermana si ha visto mi bolso verde. Está ahí, señala a ninguna parte. 

trimestres

sábado, 12 julio 2014. Estoy en una clase donde todos toman apuntes. La chica de mi izquierda según va escribiendo, lo escrito, se vuelve letra impresa. Yo no tengo papel ni bolígrafo. Le pregunto si me prestará después sus apuntes. Afirma con la cabeza sin dejar de escribir. De repente estoy sentada en el escalón de casa, mi madre dice que he sacado sobresalientes en todas las asignaturas. Imposible, falté a los primeros dos trimestres. En todas, repite. Imposible, ni siquiera llegué a examinarme, respondo.

luciano y los cactus

viernes, 11 julio 2014. Luciano me cuenta que cuando le preguntan por mí no sabe qué decir y por eso ha venido a verme. Mientras me habla, jugamos tumbados en el suelo con unos cactus muy pequeños de goma. Esto es para siempre, dice. No sé si se refiere a nosotros o a los cactus que se quedan pegados a nuestros dedos.
+
Llego a una papelería. Una señora con trenzas rubia corre entre las libretas, me ofrece varias con cuadrícula. Le hablo en inglés, le pido páginas blancas de la marca Canson o Guarro. ¿Guaro?, repite ella. Le digo que sí. Cada vez que me enseña una libreta y le digo que no con la cabeza, la parte en varios trozos sin dificultad.

cinturones

jueves, 10 julio 2014. Estoy con un grupo ruidoso. Llevan guitarras, cantan. Comienza lo que parece una ronda de preguntas. Yo deseo que me pregunten cualquier cosa para poder decir que no soy rociera (porque sospecho que el grupo lo es). Aparece Daniel con su mujer y su hermana. No le enseñéis los cinturones que hemos comprado para que no sufra, les dice. Me los enseñan de todos modos. Unos cinturones transparentes de plástico de colores. No entiendo cómo puede pensar que podría sufrir por eso. ¡Oh, qué bonitos!, digo exagerando para no dejarlo en mal lugar.

descalza

miércoles, 9 julio 2014. Salgo de casa. Al cabo de un rato me doy cuenta de que voy descalza. Llego hasta el comienzo del paseo marítimo. Parece que ha llovido porque hay charcos y una explanada de piedras casi cubierta de agua. Me pongo a correr. Pienso que pensaba que me costaría más correr descalza, pero avanzo con facilidad entre la gente.

universidad okupa para genios

lunes, 30 junio 2104. Al parecer me he matriculado en la "Universidad Okupa para Genios". En mi clase sólo hay hombres. Es el primer día, el tutor no ha llegado y salgo a curiosear otras clases. En una unas chicas hacen danza teatro con una nevera muy vieja. En un patio hay clases de cocina vegana. Un chico me pregunta qué he elegido. Matemáticas espaciales, respondo. Cuando quiero volver no doy con el camino de vuelta. Una chica dice que si mi móvil tuviera acceso a mapas ya habría encontrado el camino. El chico que está con ella, y me suena mucho de algo, se ofrece a llevarme. Cuando caminamos todos nos miran. Nos paramos delante de un monte nevado que hay al fondo de una calle. La calle desemboca en el mar. Decide bañarse en el agua helada. Unos tipos se acercan extrañados y me pregunta qué hago con él. No entiendo nada. Cuchichean. Es Beckham, les oigo decir. Ahora caigo. Cuando Beckham sale del agua le advierto que lo han reconocido. Señala con el dedo la puerta de la "Uniersidad Okupa para Genios" y desaparece. Al llegar a la puerta, una profesora me dice: Llevamos buscándote más de una semana.

diez muñecos

domingo, 29 junio 2014. Estoy en un centro comercial, los techos son muy altos y eso hace que aún lo parezca más. Hay cabinas con ofertas. En una dice que te gradúan la vista y te hacen las gafas gratis, y sólo por entrar a mirar modelos regalan un racimo de diez muñecos que van unidos con hilos. Una dependienta me empuja para que entre. Me da los muñecos, en la cabina hay sólo cuatro gafas que no me gustan. Le digo que no me interesan, me despido. La chica me agarra del pelo e insiste en que me haga unas gafas. Al negarme e intentar huir, me quita los muñecos que me regaló. ¡No entréis, es un timo!, les grito a los demás clientes.

cabeza amarilla

jueves, 26 junio 2014. Una chica me lleva por unas calles (que ya conozco de otros sueños) hasta un patio donde hay una fuente hecha con piedras. Me dice que mire la fuente. De entre dos piedras empieza a salir muy despacio la cabeza de una serpiente amarilla. Se va a cercando a mi cara. Intento moverme pero no puedo.

la postura del elefante

miércoles, 25 junio 2014. Al parecer he leído en algún sitio una postura para hacer estiramientos, pero sólo se puede hacer usando una barandilla desde el lado de fuera. Lo intento en la terraza de la casa de mis padres, pero cuando he terminado miro hacia el vacío y temo caer. Llamo a Alberto que, al parecer, está durmiendo la siesta en el estudio de mi padre. Le digo que me ayude a volver a la terraza. Me mira extrañado. Estaba haciendo la postura del elefante, le explico.

basura

lunes, 23 junio 2014. Camino con un grupo de personas, no sé quiénes son. Un tipo bien vestido se acerca y nos dice que saquemos una enorme bolsa de basura de un contenedor subterráneo. Obedecemos sin rechistar. Le pregunto si quiere que separe los tapones de las botellas. Sí. El hombre pregunta si alguien lleva crema de manos. Nadie responde. Un tipo me dice: Seguro que tú llevas. Me hago la loca. El tipo insiste mientras el hombre bien vestido come algunos restos de basura.

maratón man

domingo, 22 junio 2014. Chivite ha venido a participar en un maratón. Lo veo correr desde arriba, como si yo planeara sobre los ficus centenarios de la alameda.

pronóstico

sábado, 21 junio 2014. Entro en un salón de actos donde Jonás va a proyectar su nueva película. Una señora en silla de ruedas me dice que a su lado hay un sitio libre. Cuando me acerco, me dice que tengo dos bultos en el cuello y que posiblemente muera muy pronto.

la visita

jueves, 19 junio 2014. Estoy de visita en casa de unos familiares en Birmingham y me dicen que vendrán a verme unos parientes y vecinos. De repente la calle se llena de gente, sobre todo hay familias indias venidas desde muy lejos. Al mirar por la ventana del piso superior, la calle está llena de saris de colores.

mi casa era un saloon

miércoles, 18 junio 2014. Alberto dice que sale un momento. En ese instante se agolpan a la puerta de casa un montón de vecinos que empujan la puerta. Gritan que quieren ver el mundial. Intento contenerlos, pero sola no puedo y la puerta se ha convertido en una de esas hojas abatibles de las cantinas del oeste. Consiguen entrar, revuelven la casa, incluso veo cómo se meten cosas en los bolsillos. Enciendo la tele y  al fin se tranquilizan: miran extasiados un partido de fútbol.

la hora de los elefantes

martes, 17 junio 2014. He quedado con Elvira Lozano. Me ha explicado cómo reconocer su casa: Hace esquina y está rodeada por una empalizada de cañas muy oscuras. La calle está desierta, es mediodía y hace mucho calor. Lo que desde fuera parecía un chalecito con jardín, por dentro es una inmensa explanada con enormes mansiones coloniales. De repente aparece una cría de elefante a toda velocidad, me empuja. Veo a lo lejos que viene toda una manada. Corro hacia la casa-mansión de Elvira. Entramos y cerramos la puerta con un enorme cerrojo. Todas las tardes lo mismo, es la hora de los elefantes, dice Elvira sofocada. Me fijo en lo que hay a nuestro alrededor. La casa no es más que un minúsculo cuarto de aseo con un váter y un lavabo. Aquí tengo todo lo que necesito, dice abriendo el grifo.
+
Se supone que vengo de una manifestación y soy la encargada de hacer desaparecer las pancartas porque están registrando las casas. Mi padre dice que, antes que nada, borremos las inscripciones. Despega las letras con facilidad y por arte de magia las pancartas se vuelven de tela estampada. Ahora incluso puedes dejarlas tranquilamente sobre la mesa, dice mi padre.

azafata de bus

lunes, 16 junio 2014. Voy en un autobús de madera donde todo el mundo se comporta como en un avión. Incluso hay azafatas. Cuando llegamos a la última parada todos se atropellan a la salida, incluso se han dejado bolsos y portátiles en los asientos. Una azafata sonríe, nos desea buena estancia, espera volver a vernos, dice. Siento vergüenza ajena.

sevillana de poetas

domingo, 15 junio 2014. Hay visita en casa de mis padres. Para zafarme, salgo a a terraza a recoger ropa tendida (la terraza no es la de su casa sino la de la mía). Mi padre supervisa mis movimientos. Date prisa, ha que tender otra lavadora, dice. Ahora voy. No, ya, si la ropa pierde calor habrá que lavarla otra vez, insiste. En la cocina hay una lavadora antigua, de turbina. Imposible sacar la ropa, está ardiendo. Alguien tiene la radio puesta, una sevillana sube por el patio de luces. La letra de la sevillana está dedicada a Inma Luna y Ana Pérez Cañamares. Quiero llamarlas enseguida para que pongan la radio, pero mi padre, desde la puerta, me advierte: Si la ropa pierde el calor habrá que lavarla otra vez.

pop casino

lunes, 9 junio 2014. Estoy en la casa de mis padres y todo está a oscuras. Llaman a la puerta, por la mirilla no se ve nada, pero reconozco la voz de "Sr. Chinarro". Cuando está a punto de meterse en el ascensor para irse, abro. Llevas una batamanta, dice. Ojalá, es una bata puesta del revés, le digo. Dice que estaba haciendo tiempo y ha decidido subir a verme, se sienta y pone la tele. Después paso a por ti, dice de repente y se va. No sé cómo he llegado al patio de la casa de mi abuela. Una de las chicas de "Paulina en la playa" explica que se ha montado un grupo por su cuenta. Canta una canción sobre Boris Vian. La letra dice que Vian nació la noche de San Juan. Pienso que lo confunde con Sábato, pero no digo nada. Se forma un corro de gente. Al verme en un espejo que hay en la pared, veo que me estoy comiendo una pera enorme con forma de zapatilla de deporte blanca con pequeños logos de colores. Le busco la etiqueta por si fuera una pera "Beltrán" para llamar a Carmen y contárselo. Recuerdo que "Sr. Chinarro" iba a venir a buscarme. Intento enviarle un sms diciéndole que no estoy en casa, pero en la pantalla del móvil a parece el dibujo de una mesa de juego y, cada vez que pulso una tecla, el móvil emite sonido de monedas, campanas estridentes y una voz mecánica grita: "¡Pop casino! ¡A vuelto a perder!

queso de leche de buey

domingo, 8 junio 2014. Tiendo ropa. Más bien eran cosas de tela, monederos, pequeñas bolsas para guardar hierbas aromáticas. Cosas así, difíciles de prender. La cocina era un caos. Platos sucios y comida, sobre todo quesos que se derretían. Alguien llega de visita, me asomo, es Juano. Pregunta si eso que se derrite en un plato es queso de leche de buey. Lo dice encantado y con asombro. Le digo que sí, y después busco la etiqueta para comprobarlo mientras pienso: ¿Desde cuando los bueyes dan leche?

noruega

caminábamos muy juntos
aunque no hacía frío

decías que podías llevarme
a la espalda
si me cansaba

me pareció raro verte
con una camisa de cuadros
tanto, que pensé que no eras tú

al pasar por un puesto de pescado
sonaba mosquita en la radio

yo intentaba explicarles la canción, con gestos
porque no sabía una palabra de noruego

tú seguías caminando hacia el coche
y te reías

(jueves, 5 junio 2014)

la ridiculez

lunes, 2 junio 2014. Camino con Alberto por unas calles sin asfaltar. Una chica regordeta camina a su lado, me mira mal, me empuja, se sube a un muro de piedra, salta, pierde la falda y corre con su culo gordo y redondo a esconderse. Pienso que no sabe lo ridícula que resulta. Entro en una casa llena de escombros donde todo está hecho pedazos. En una habitación han amontonado todos los muebles, algunos muy antiguos. Quisiera rescatar algo de allí, pero temo que si cojo algo el montón se desmorone.

taller

sábado, 31 mayo 2014. En cada cuarto que entro hay un montón de ropa desordenada sobre una cama. En cada armario que abro hay una vaso con un líquido naranja. Pienso que son vitaminas efervescentes que alguien ha ido olvidando tomar.
+
Estoy en un taller de costura. Todas llevamos un pañuelo que envuelve nuestras cabezas. Aun así podemos ver. Nos hace hacer el patrón de una falda. Mientras yo sigo afinando las piezas en papel, la chica que está a mi lado ya ha terminado su falda. Preciosa, con una tela estampada con casitas.

almohada

viernes, 30 mayo 2014. Dibujo con el dedo fórmulas de física sobre una almohada.

un baile

miércoles, 28 mayo 2014. Un chico se acerca a una chica que va por la calle y le pregunta si esa noche habrá baile. La chica no sabe. Pueden venir estos amigos, dice el chico y señala a tres soldados. La calle es ahora un terraplén y todos caen. Yo caigo detrás de ellos. En una explanada, esperamos sentados bajo una carpa mosquitera. Un avión aterriza justo antes de aplastarnos. En el morro, en vez de hélice lleva una diana.

turbante

jueves, 29 mayo 2014. Alguien, en una librería, proyecta fotos de una chica bellísima con un turbante naranja. De repente, como en un dejà vu, sé que la chica iba en coche y yo iba con ella. Me fijo en la librería, sólo tiene libros en japonés. Junto al mostrador hay una barandilla que da a una playa donde orcas y focas se atacan.

a rosca

domingo, 25 mayo 2014. Durante todo el sueño me persigue un tipo alto y desgarbado que parece estar hecho de goma. En algún momento consigo despistarlo, en otro hasta lo encierro en una especie de calabozo. Pero finalmente me atrapa y paga a algunos amigos para que me descuarticen. Me quitan las piernas y los brazos con facilidad, como si me desatornillaran.

fiesta

sábado, 24 mayo 2014. Hay dos puertas, debo elegir una. La que elijo es falsa. La otra da a un garaje sucio y desordenado. Bajo la mesa hay un agujero que lleva a mi casa, dice Íñigo (el de Eurovisión). Llegamos por el agujero a un jardín donde parece celebrarse una boda. Algunos conocidos, parecen felices, beben en copas estrechas y muy largas. Hace sol. A pesar de la luz y la felicidad quiero irme. Le digo a Íñigo que si me saca de allí le regalo mi colgante de la piedra de Port Bou.

jardín verde

jueves, 22 mayo 2014. Un hombre pinta de verde el jardín de la casa de mi abuela. Lleva una camiseta de Alberto y eso me da un miedo enorme.

sobres acolchados y un bidé

miércoles, 21 mayo 2014. Un tipo me cuenta que va a poner una tienda de vestidos de novia. Los vestidos son unos pingajos de punto que nadie se pondría ni para ir a la playa. Me da pena, me ofrezco a ayudarle. Lleva estos sobres y estas perchas a mi nueva tienda, dice.
+
Llego a un dormitorio donde mi familia está sentada como en una sala de espera. Se supone que es el dormitorio de Andrés. Mira, tu ropero de niña, dice mi madre. No se parece en nada. Andrés me coloca delante y me mide. No es, pero no discuto. Digo que sí, que ha quedado muy bien. No quiero estar allí. Voy al baño, digo. El baño es un patio sin techo con las paredes encaladas. Donde debía haber un bidé hay un hueco mal tapado. Salgo de allí muy triste. Mi madre, complaciente, pregunta: ¿Te gusta cómo lo estamos dejando? Hemos hecho todo lo que nos dijiste para mejorarlo.

huidas

lunes, 19 mayo 2014. Corro de la mano de una chica extremadamente delgada que parece sacada de un anuncio de perfume. Al llegar a la calle donde está la casa de mi abuela, las calles desaparecen completamente, todo es negro. Sin dejar de sonreír para que la chica no note mi miedo, le digo alegremente: ¡Ahora correremos hacia abajo!
+
Alguien da una conferencia y hace preguntas al público. Temo que me pregunte. Se apagan las luces, dicen que nos escondamos bajo los asientos. Aparecen unos hombres que parecen de barro. Alguien dice que son zombis. No sé cómo llego a un carro de madera y me escondo bajo un montón de acelgas. Llego a una casa de campo e intento pasar la noche bajo unos setos del jardín.
+
Camino con unos amigos por una carretera de tierra. Nos cruzamos varias veces con turistas prisioneros escoltados por soldados armados con metralletas. Me extraña que no se fijen en nosotros, que también somos turistas. Una chica me pide disculpas por su país. Le digo que no se sienta responsable como yo no me siento del mío. Un tipo enorme nos dice que nos alineemos en la cuneta. Pienso que van a dispararnos. Nos dicen que digamos nuestros nombres. Un soldado nos graba. Digo mi nombre mirando a cámara y cuento una historia tras otra, pensando que así ganaré tiempo.

sueño premonitorio

alejandro medía dos metros
y vestía un pijama

el pijama era suave

alguien me decía que dijera algo
sobre mis poemas
y deseaba tener un pijama
y medir dos metros
y ser invisible

martes, 6 mayo 2014

de chocolate

lunes, 5 mayo 2014. Hago cola para entrar en un edificio. No hay ascensor, la barandilla de las escaleras está pringosa. Al llegar hay un patio en penumbra con unas gradas de piedra. Alguien me dice que busque un sitio para sentarme. Todo huele demasiado dulce. Un tipo aparece con una tarta enorme. Vaya, las guindas son de chocolate, digo. Aquí todo es de chocolate, dice mi compañero de mesa. Efectivamente, las piedras de las gradas, el suelo, la barandilla de antes. Hasta la hiedra que cubre las paredes, es de chocolate.

camas

domingo, 4 mayo 2014. Camino por calles que no conozco. Se va haciendo de noche. Le pregunto a dos chicas cómo se llega al centro, sin atreverme a decirles que no sé ni en qué ciudad estoy. Ahí la catedral, y ahí hacienda, me dicen. Yo lo veo todo oscuro y mal pintado. Las calles, el paisaje, parece un cuadro de El Greco. Estoy tan cansada que entro en una casa y me meto en la cama. Dejo la puerta entreabierta por si llegaran los dueños. Una chica entra, no me pregunta qué hago en su casa, deja sus cosas sobre la mesa y me cuenta cómo ha pasado el día. Me habla de sus cuatro hijas..
+
Abro los ojos y veo a una dependienta que me mira con curiosidad. Miro a mi alrededor. Al parecer he estado durmiendo en una cama de exposición de unos grandes almacenes.

leotardos

sábado, 3 mayo 2014. Un chico me habla de las maravillas de usar leotardos. Me habla muy despacio mientras caminamos bajo su paraguas.

mar de agua mineral

lunes, 28 abril 2014. Salgo de la que se supone es la casa de marcos. Más bien huyo porque no me parecía su casa, me parecía una trampa. Bajo por un camino de arena mojada. Temo que también se una trampa y se me hundan los pies como en arenas movedizas. Bajo a toda velocidad. Al llegar a la playa el mar no tiene color. Meto un dedo, lo pruebo, no sabe salado. Pienso que, quizá, al ser un mar de agua mineral pueda respirarse. Me lanzo al agua. Efectivamente puedo respirar. Dentro del mar han señalizado carriles porque todo el mundo ha decidido desplazarse por debajo el agua.

canas

sábado, 26 abril 2014. Consuelo a una señora muy vieja que va a mi lado en el autobús. Le acaricio la cabeza. Sus canas brillan al sol. Son preciosas.

ex libris

martes, 15 abril 2014. Una chica me enseña unas monedas muy pequeñas. Son del año 213, me dice señalándo la fecha inscrita. En un hueco en un muero de piedra hay más monedas y libros muy pequeños encuadernados en cuero. La hablo del libro de Ex libris de José Hernández. Lo cuento como si fuera un chiste. Se ríe muy fuerte. Aunque no la conozco de nada, me gusta hacerla reír.

gris perla

domingo, 13 abril 2014. Al llegar a la casa de mi abuela observo cierto revuelo. Hay gente cocinando en el pasillo, entorpeciendo el paso. Mi abuela dice que ya compró la lana gris perla para hacerme el jersey que le pedí. No recuerdo haberle pedido nada y no me gusta el color gris perla, pero no se lo digo. Una de mis tías protesta, dice que antes debería hacerle un jersey a ella y a sus hijas. Mi abuela, sin dejar de cocinar, dice señalando una silla: Ya los hice, están ahí.

mogotes, dos

sabes qué son los mogotes?
pues había dos
uno frente a otro
los separaba una calle

yo saludaba levantando los brazos
y tú te sorprendías muchísimo

no sé cómo cruzaste
estabas delante de mí, de repente

yo pensaba que nunca te había
estrechado la mano
dado dos besos
rozado siquiera
y tú cada vez más cerca
con unos pantalones blancos y anchos
que parecían prestados

dejé los brazos caídos
acerqué mi cabeza a la tuya,
pero eras tan alto
que acabé empinándome
para darte un beso en el cuello

y te reías
y tu piel estaba tan caliente
que pensé en bollos recién hechos
y en desayunos de hotel

sábado, 12 abril 2014

frío y más frío

martes, 8 abril 2014. Alberto está casado con mi hermana y comen en un extremo de la mesa. Al otro extremo comemos mis padres y yo. Los miro comer. En mi plato no hay nada. A veces hay un trozo grande de hielo. Alguien habla de una barca y ya estoy en una barca. Alguien me dice que reme, que reme más fuerte. De un golpe llegamos a la orilla, la barca entra en la playa unos 20 metros. Menos mal que no hay nadie tomando el sol, pienso. Y vuelvo a estar sentada a la mesa y Andrés dice que quiere llevarse hielo a su casa. Mi padre dice que no queda, pero al fondo de la habitación hay una nevera antigua, con la puerta abierta, llena de bloques de hielo.

sueños verticales (renovarse o morir)

soñé contigo
que no estabas
que yo estaba en un bar al que tú ibas
y donde habían entrevistado a tu hijo
(un hijo que no tienes)
y lo habían sacado en la tele mil veces
en un programa de zapping
porque resultaba muy gracioso
y yo no le veía maldita la gracia

el bar tenía el nombre de una planta
y el logo era verde
y yo buscaba la mesa
donde imaginaba que tú te sentabas cuando ibas
como cuando fui a la closerie des lilas
e intenté adivinar cuál era la mesa de beckett

y alguien me preguntaba por ti
y yo le decía que estabas en el sur
que éramos viajeros antípodas

y alguien metía la mano en mi plato
y la comida se volvía un líquido rojo
y ya no podía seguir comiendo

lunes, 7 abril 2014

un faro en el jardín

jueves, 27 marzo 2014. En la acera hay un minitaxi de latón que más bien parece una silla de ruedas. Mi abuela, mi madre y yo subimos. El resto de la familia nos espera a las puertas de un restaurante gallego. Antes de entrar nos piden que nos pongamos unos patucos de plástico sobre los zapatos. Bajamos una escalera estrecha y empinada que da a un chalet adosado. Tony nos recibe. Nos enseña el paisaje: un bosque salpicado de casas. Vosotros viviréis en la primera planta, dice. Pienso que quizá esté en un capítulo de una serie, donde tres amigos comparten casa. Pensar eso me relaja un poco porque no quisiera mudarme. Sobre la cama de Tony hay un móvil encendido. En la pantalla se ve un plano de la casa y marcados con colores dónde estamos cada uno en ese momento. Si me muevo, mi color se mueve en la pantalla. Pienso que es para controlarnos, porque al fin y al cabo es su casa. No sé qué hacer, no encuentro mi sitio. Los días aquí serán largos, pienso.

miedo escénico

miércoles, 26 marzo 2014. Un niño, muy parecido a Manuel, quiere enseñarme algo. Me lleva a unas casas muy viejas donde una mujer me abraza, llora. Cuánto tiempo ha pasado, dice. Se supone que es la casa donde viví de niña. Pienso que el niño se ha equivocado de casa o de persona, pero no le digo nada para no disgustarlo. Junto a la casa hay un anticuario. Manuel, que de repente es un hombre, pregunta si tienen bombos de lotería, de los que salen en la tele en Navidad, aclara. Necesita uno para un concierto que dará por la noche en ese mismo pueblo. La chica no le hace caso. Intento convencerla, me da una dirección donde quizá puedan prestarme uno. Manuel, que al parecer es un cantante muy famoso, quiere que actúe con él. No sé cantar. Sí sabes, te da vergüenza. Es verdad. Manuel dice que sólo tengo que estar a su lado en el escenario haciendo girar el bombo. Dice que sólo necesito ponerme un caftán blanco y peinarme cabeza abajo.

velocidad

domingo, 23 marzo 2014. Doblo toallas en el cuarto del baño, Alberto se asoma y comienza a contarme algo que parece muy divertido en voz baja. Lo interrumpo, le digo que no lo oigo, que empiece de nuevo. Se va. Lo sigo hasta el cuarto donde duerme la siesta y ya está tumbado. Lloro, le digo que sólo le pido que hable más algo. Al arroparlo encuentro bajo el edredón utensilios de cocina (tijeras, espumaderas, pinzas).
+
Conduzco a gran velocidad por una carretera con obstáculos que van a pareciendo de repente como en un videojuego (pequeñas rotondas con plantas, monolitos de piedra, líneas amarillas sobre líneas blancas). Hay dos coches parados en batería en mitad de la carretera, los conductores sacan las manos por las ventanillas e intentan pegarse. Volantazo y bajo por una rampa hasta un paseo marítimo. Parece que están rodando una escena de una película y me dicen que tengo que dar la vuelta. El coche se ha convertido en una moto enorme, pesa muchísimo. Le digo a Alberto (que va detrás) que se agarre fuerte. Subimos la rampa y hasta una escalera. Arriba hay una tienda de cosas de plástico para la casa de los años sesenta. Si quieres comprar algo es el momento, le digo a Alberto, porque no sé si sabré volver algún día a este lugar.

mascotas

jueves, 20 marzo 2014. Me asomo a una ventana que da a un patio de luces. veo que cada vecino tiene una jaula enorme. Están hechas con cañas mal atadas. En cada jaula hay un animal. Uno tiene una iguana con el rabo azul y las crestas amarillas, otro un picozapato. El vecino del último piso tiene una abubilla del tamaño de un doberman.

magdalenas y pulseras

martes, 18 marzo 2014. Me pruebo unos zapatos verdes planos. Después de mucho pensar, los dejo donde estaban. En la habitación contigua alguien reparte bolsas de magdalenas. Por 60 céntimos más os lleváis una pulsera, dice alguien. Todo el mundo quiere su pulsera, incluso mi madre. A mi lado, una chica saca un hilo a una esterilla de rafia para dejarla más corta. La ayudo para que termine antes.

adelante bonaparte

lunes, 17 marzo 2014. Llego a una especie de carpa donde el grupo "Standstill" toca. El cantante va en pijama y le queda pequeño. Me fijo en que es uno de los pijamas de Alberto. Me tumbo en el suelo boca arriba y canto las canciones. El suelo es de tierra. El cantante se acerca y me mira con curiosidad sin dejar de cantar. ¿Has visto como me sé todas las letras?, le digo.

sin salida

domingo, 16 marzo 2014. Bajo una cuesta empinadísima con curvas a toda velocidad. Voy en el asiento de atrás, no veo a quién conduce. Le digo que tenga cuidado, que pare, e quiero bajarme. A los lados hay precipicios, unos dan a rocas puntiagudas y otros al mar. Veo que nos precipitamos hacia una enorme puerta de metal pintada de blanco. "Sin salida", han escrito con mala letra en la puerta. Me bajo del coche y huyo. Consigo llegar a una calle en cuesta donde la gente en vez de caminar por las aceras se sube a unos esquíes colocados en una especie de cinta transportadora. Me subo a uno de ellos, pero los míos están del revés y se atascan. Detrás de mí llegan más esquiandantes, pienso que se formará un tapón por mi culpa.

día de botas

sábado, 15 marzo 2014. Oigo crujidos en la cocina de la casa de mis padres. Hay un cazo sin agua en el fuego. Pienso que a mi madre se le ha olvidado apagarlo y lo retiro antes de que lo vea. Mi hermana me pregunta si debe ponerse los zapatos azules. Hoy es día de botas, le digo. Mi madre pregunta si hay café. Le preparo uno después de buscar durante un rato la cafetera. Mi padre mira con pena un cuaderno de música. Nos hay notas escritas, hay algo parecido a un horario de colegio. Yo quería ser pintor, dice.

resistencia

martes, 11 marzo 2014. Pablo y yo llegamos a un piso. Sabemos que nos vigilan, debemos comportarnos como una pareja normal. Alguien llama a la puerta, "Resistencia", dice y Pablo abre. No me parece una buena contraseña, pero no digo nada. Hablan, les digo que bajen la voz. En un dormitorio duerme un viejo. Le pregunto si está de acuerdo en que los miembros de la resistencia tengan relaciones entre ellos. Dice que no, que lo evite y busque un buen escondite. Miro debajo de la cama, hay polvo. Barro el piso por si hubiera que tirarse al suelo. En otra habitación una chica dibuja con acuarelas. Parece completamente ida. Se acerca a la ventana, intenta lanzarse al vacío. Dice que está muy cansada de vivir siempre escondiéndose. Busco una ventana por la que podamos huir. Una da a un patio de luces. Pienso en si podríamos descolgarnos de tendedero en tendedero.

contra viento y cadenas

lunes, 10 marzo 2014. Camino contra el viento, casi no me deja avanzar. Aun así, no dejo de comer una chuchería de chocolate gomoso que se me pega a los dedos. Subo una cuesta con mucho trabajo. Al llegar a la que se supone es mi casa, el portero ha colocado la correspondencia y la publicidad alfombrando el suelo del portal. Intento no pisar. Al ascensor le han puesto una cadena y un candado. Un vecino protesta, le digo que no se preocupe, que yo tengo la llave. El vecino empieza a dar un mitin sobre la delincuencia. Mientras lo miro, me pregunto si era un compañero de los Boy Scouts, de cuando yo tenía quince años. Según habla se va pareciendo más. Espero un momento de silencio para preguntarle si es Jesús, pero no me da la oportunidad.

cojines piratas

sábado, 8 marzo 2014. Una chica de Simyo me llama para decirme que gasto muy poco móvil al mes y van a quitármelo. La chica incluso llora porque dice que si gasto tan poco a ella pueden echarla del trabajo. Me parece que finge. Le digo que no pienso gastar más. Como en un holograma flotante, veo la cara de furia de la chica.
+
Camino con Isabel por la calle, veo en un escaparate un cojín con su cara, dibujada estilo Opie. ¡Mira, eres tú!, le digo. Ella se ofende muchísimo de que la hayan usado de modelo sin su permiso. Eso es un fan que te admira mucho. Intentamos entrar en la tienda para saber quién es el diseñador, pero de repente se hace de noche y han cerrado la tienda.
+
Una sala grande con moqueta. Asientos ordenados en tres filas al fondo. Sobre la moqueta una palmera a la que han adosado un trípode con una cámara exageradamente grande. Para cruzar la sala, en vez de pasar por el espacio libre, que es mucho, paso entre la palmera y la cámara. Tiro la cámara, tiro incluso la palmera, que cae a los pies del público. Te recuerdo que es la tercera vez que te pasa, me dice Mesa Toré.

bufanda-pantalón

viernes, 7 marzo 2014. Voy por una carretera sin arcén, no sé dónde voy, sólo sé que no puedo volver. Estoy sentada junto a Francis, intenta convencerme de algo. Estamos sentados en la calle, junto a un edificio de más de 50 pisos. Al mi lado hay un teléfono. Descuelgo, Andrés intenta convencerme de algo. Le cuelgo. Estamos en una habitación con el techo muy bajo, sin cortinas, hace frío. La conversación es demasiado seria. Todos opinan sobre mi vida, sobre lo que debo o no debo hacer. Me extraña que Francis lleve un pantalón de campana. Habla de cuando estuvimos en La Habana. Estoy tan cansada que ni siquiera digo que miente. Hay una bufanda de lana muy larga, me la pongo sobre las piernas. Para cambiar de tema, pregunto a los que andan por allí qué tal me quedaría un pantalón así para. Parecería que estás grillada, dice Eduardo. Es lo que diría Alberto, pienso. Carmen me cuenta algo sobre un viaje. Aparece Alberto como recién levantado de la siesta. Le enseño la bufanda-pantalón. Es de grillada. Todos ríen.

empujón

miércoles, 5 marzo 2014. No sé dónde estamos, pero hay mucha gente y es hora de marcharse. Varias personas se acercan a nuestro coche. Pienso que algunos tendrán que quedarse fuera. Les digo que Blanco viene con nosotros, que decidan las plazas que quedan. Blanco no aparece. Me empujan dentro del coche, hacia los asientos traseros, y cierran la puerta. El coche comienza a bajar una cuesta. Intento conducir desde el asiento de atrás, por encima del asiento vacío del conductor, pero al no llegar a los pedales no puedo frenar. Tomo curvas y calles a toda velocidad, consigo salir a una calle vacía e intento rozar el coche con la fachada de una casa para frenarlo. Lo consigo. Paso al asiento delantero y decido volver a recoger a los amigos, pero no conozco el camino de vuelta.

de prestado

lunes, 3 marzo 2014. Parece que estamos de viaje y nos quedamos en casas (que no sé si nos prestan o las ocupamos). La primera tiene una puerta batiente que no llega al suelo ni al techo, dejando dos huecos por los que pueden vernos e incluso entrar. Intento cerrarla cuando me quedo sola, pero es imposible. Por la ventana veo caminar a un soldado vestido de negro con una espingarda. Él mismo parece una espingarda. Es sólo un dibujo de Federico del Barrio, me digo. Otro soldado (que parece japonés) se acerca a él. Una voz en off pregunta: ¿Qué va a pasar? Pienso que el soldado japonés disparará al dibujado. No: se deja resbalar por un la hierba seca y provoca que el dibujado se dispare a sí mismo. ahora estamos en otra casa. Mi madre intenta preparar algo de comida con lo que hay en el frigorífico. El frigorífico es un iglú en medio de la cocina. La puerta tiene un disparo, le digo a mi padre. Tiene dos puertas, responde él. Dentro sólo hay huevos de corcho tamaño sandía, y dentro de los huevos se supone que hay comida. Mi madre extiende sobre una manta en el suelo lo que ha preparado: caracoles vivos y un espinazo crudo. Hay que darse prisa, dice. Prefiero no comer, me fijo en las puertas de la casa, tienen forma de trapecios irregulares, las paredes están cubiertas de cartón y cinta aislante. Tengo la sensación de que debemos marcharnos de allí cuanto antes.

soñar dentro de un sueño

sábado, 1 marzo 2014. La casa está desordenada, ningún mueble en su sitio, incluso hay muebles que no reconozco. Sobre la cama hay un montón de ropa recién recogida del tendedero. me asomo cada cinco minutos desde la terraza para ver si llegan. Se supone que vienen a cenar cuatro amigos y todo está por hacer. Llaman, oigo que entran, salgo a saludar. Vienen más de cuatro, incluso compañeros de clase que no veo desde hace años y que han traído a alguien. Se van sentando ordenadamente en el pasillo, en sillas (que no sé de dónde han salido) pegadas a la pared, para dejar paso hacia la cocina. Me fijo en la luz del pasillo, es demasiado blanca. Me fijo en las paredes. Toda la casa está alicatada de baldosas muy blancas. No comprendo nada. Me despierto (dentro de un sueño) y le cuento a Alberto que he tenido una enorme pesadilla donde ocurría todo lo del sueño anterior. Miro a mi alrededor, hay muebles que no he visto nunca. Dudo si en realidad ha ocurrido.

playa barnizada

viernes, 28 febrero 2014. Camino con una niña. Tengo la sensación de tener que entretenerla durante unas horas. Vamos por una especie de cueva artificial en forma de tubo con ventanas que dan al mar. Las rocas de la orilla parecen ciudades. Mira qué bonito, le digo. La niña vuelve la cabeza hacia el paisaje, pero con los ojos cerrados. Al fondo de la cueva hay una playa enorme. La luz es más marrón que rojiza por culpa de los cristales ahumados de las ventanas. Da pena. Vamos a coger piedras, le digo a la niña. La niña me mira con gesto socarrón. Al ir a coger una piedra me doy cuenta de que están incrustadas en cemento y después barnizadas. ¡Qué triste todo!, exclamo. La niña cruza los brazos y me mira con desprecio.

amigas al cubo

jueves, 27 febrero 2014. Al fondo de la calle, delante de lo que parece la entrada a un hotel, hay un cubo blanco de mármol que a veces brilla y otras vece nos. Begoña y yo caminamos hacia él mientras hablamos. Tengo la sensación de que si llegamos al cubo tendré que despedirme y cualquiera sabe cuándo volveremos a vernos. Intento caminar cada vez más lento sin que ella se dé cuenta.

un paso atrás

sábado, 22 febrero 2014. Estoy con Camilo en la barra de un bar. Una chica llega y se coloca entre nosotros, bebe de su vaso. En la pared hay un espejo grande inclinado hacia delante. Doy un paso atrás y le voy dando instrucciones a Camilo, a través del espejo, de lo que debe decirle a la chica para no espantarla.
+
Hemos viajado hasta una ciudad donde se juega la final de un partido de fútbol. En el sueño consta que nos ha costado mucho conseguir las entradas y una plaza en el autobús. La ciudad está llena de aficionados con camisetas. Alberto y yo llegamos con un grupo y entramos a un bar. El camarero habla en francés. El bar es de madera oscura, nos sirve unas jarras de cerveza de dos litros. Por la ventana veo entrar a los aficionados al campo. Doy aviso, pero el grupo prefiere quedarse en el bar. Llegaremos a tiempo para la segunda parte, dice alguien. No comprendo nada. Mientras todos beben yo miro por la ventana y escucho la celebración de los goles.
+
Entro en mi antigua habitación en la casa de mis padres. Todos los recuerdos que guardaba en un armario están desperdigados por el suelo, hay que tener cuidado para no pisarlos. Pienso en que me costará mucho ordenarlos. Aparece Juan, se ofrece a ayudarme. Entre los dos terminaremos en cinco minutos, dice remangándose. Cojo una escoba y barro todos los recuerdos, sobre todo juguetes de niña, y los meto en una bolsa de basura.

bárbara in pink

viernes, 21 febrero 2014. Juan Luis no ha dejado su casa. Es una casa enorme en mitad de una urbanización con colinas y curvas. Cuando salgo al jardín veo que también nos ha dejado al perro, un perro pequeño muy peludo. Alberto dice que no lo deje entrar en casa. En una de las habitaciones hay una mesa enorme y otra mesa más pequeña. En la mesa grande está Cumpián, corrigiendo unos poemas. Los poemas van pegados con fixo en las esquinas de una páginas de cartulina negra. ¿Son tuyos?, le pregunto. ¿Tú me crees capaz de maquetar algo así?, responde. Llega Bárbara con una vestido rosa en una percha, sube a la mesa pequeña y ensaya para nosotros su última performance. El vestido lleva plumas sobre el pecho y van cayendo según declama. Lleva el pelo largo y rizado tipo afro. Está preciosa. Un policía aparece por la cristalera y nos observa usando las manos como si fueran prismáticos. Dice que tendremos que pagar una multa y meter los contenedores en el jardín. Lo atendemos amablemente. Cuando se va rompemos la multa y Bárbara vuelve a su ensayo. Total, la casa no es nuestra.

rebaño cuadrado

domingo, 16 febrero 2014. Conducen a unos niños como si fueran un rebaño. Van muy pegados unos a otros, los azuzan, dejan atrás una nube de polvo. El rebaño forma un cuadrado casi perfecto. Pienso en el niño que va en el centro, completamente rodeado.

biblioteca noruega

miércoles, 12 febrero 2014. Entramos en una biblioteca, aunque en vez de libros hay cojines por el suelo y gente que lee revistas. Alberto se acerca al mostrador, el chico niega con la cabeza a todo lo que Alberto le pregunta. A ti no te gustan los libros, ¿verdad?, dice Alberto. Toda la sala se ríe. Dos chicas se acercan a nosotros para felicitarnos como si aquello fuera el mejor chiste de la historia. La chicas son noruegas (se parecen a las de la película que vimos anoche), me extraña entenderlas. Les cuento que estudié francés hasta los quince años y después pusieron inglés en el colegio. Todo lo que decimos les hace mucha gracia.

ducha y granizo

martes, 11 febrero 2014. Salgo de una habitación en pijama, con toda mi ropa apretada y arrugada contra el pecho. No reconozco la casa, tiene techos altos y me resulta fría y desordenada. Entro en lo que se supone es un cuarto de baño, aunque hay sillas de salón de actos, una mesa de madera grande sobre una tarima y, detrás, una pizarra. Junto a la tarima hay un plato de ducha sin mampara ni cortina. Me ducho a pesar del frío. me ducho muy rápido para irme de allí lo antes posible. Entra Gallero, saluda con la mano como si nada y se acomoda detrás de la mesa, como si fuera a comenzar una clase. Le pregunto si tiene alguna toalla. No tiene. Me visto con el cuerpo aún mojado.
+
Mi madre me pregunta por teléfono si iré a la fiesta. No sé de qué fiesta habla. Le digo que acabo de despertarme, que no encuentro mi ropa, que empiecen sin mí. Han llegado unos libros para ti, dice. Escúchalos, dice. Oigo cierta música a través del teléfono. Tengo, de repente, delante una ventana y veo el patio de la casa de mi abuela cubierto de granizo.

abrigos de piel

sábado, 8 febrero 2014. Mi suegra quiere ir a la fiesta de nochevieja que da el Rey. Dice, incluso, que ya hablado con ellos, que abajo hay un coche esperándonos. No sé a qué se refiere al decir ellos, pero no pregunto. Abre el armario del pasillo y dice que le saque un abrigo. Este no, este tampoco, va diciéndome según le voy enseñando. Quiero el de visón, dice. De repente el armario está lleno de abrigos de piel, por más que le enseño abrigos no le gusta ninguno. Recuerdo que el de visón se lo llevó mi cuñada. Los abrigos que no quiere van amontonándose en el suelo. Miro el reloj, son las doce y diez. Ya se habrán comido las uvas, pienso. Me da pena empezar así el año, pero no le digo nada y sigo enseñándole abrigos.

bar picante

viernes, 7 febrero 2014. Omar quiere enseñarme un bar donde ponen comida muy picante. Dentro hay una laberinto hecho con paneles de cartón pluma. Cada panel lleva un nombre. Son taquillas, me explica, pero las cosas de cada uno están en el suelo. Veo una pulsera plateada muy tosca. Dice que es la taquilla de niño (no recuerdo el nombre). Vende pulseras. Al ir a probármela se convierte en una moneda del tamaño de la palma de mi mano. Al fondo hay pequeños altares. Una señora va poniendo un sujetador en cada uno. Son sujetadores muy vistosos, de blonda fucsia o de leopardo. Lo miro todo en silencio. A las puertas del bar, dos hombres disfrazados piden hacerse fotos con todo el que sale. Intento escabullirme.

zapato de claqué

jueves, 6 febrero 2014. Estamos en una especie de trinchera. Pablo ha perdido una bota y alguien le presta un zapato que parece de claqué. Se pone encime una bolsa de plástico, imagino, para que no se le ensucie. Dice que mejor me quede en retaguardia, porque nunca se sabe. Asomo la cabeza por encima del montón de tierra y veo que la trinchera está acristalada como si fuera una terraza, con ventanas de aluminio. Me llama la atención que los cristales estén tan limpios, incluso me veo reflejada. Me asombra la melena rizada que me llega hasta los hombros. No me reconozco. ¿Tanto tiempo llevamos aquí?, pienso.

cenizas

lunes, 3 febrero 2014. Tres hombres muy zafios caminan detrás de mí. Doy vueltas absurdas para comprobar si me siguen. Me siguen. Uno me pregunta qué llevo en el bolso. El bolso es una cartera de mano plana amarilla. Para tratar de disuadirlos le digo que llevo las cenizas de mi marido. Ni por esas.

narices verdes

domingo, 2 febrero 2014. Alberto y yo asistimos a un congreso. A la entrada nos dan una identificación y nos dicen que busquemos un sitio en las gradas. Las gradas tienen cojines de colores, para subir hay que pisarlos. Nada más sentarnos, dicen por megafonía que comienza la media hora de bar. Me extraña que usen términos tan coloquiales. En el bar, una chica reparte narices de payaso verdes y nos obliga a que nos las pongamos. Dice que es la única manera de evitar el contagio de gripe. Un chico nos entrega un cubo del tamaño de un dado, dice que ahí están todas las ponencias y han conseguido que aparezcan todos. ¿Quienes son todos?, ¿todos los médicos?, pregunto. No, todos los seres humanos tengan o no que ver con la medicina, incluso hemos incluido a Miley Cyrus, dice orgulloso.

perro zombi

viernes, 31 enero 2014. Estoy en una cornisa, aparece un perro, me ataca. Hago equilibrios para no caer. Una pareja, que no sé cómo ha llegado allí, dice que salte. Hay más de veinte metros. Me quito la chaqueta, me defiendo con ella, enreda al perro y caen. Has tenido suerte, dice la pareja, han caído en la terraza donde todavía vive alguien. La pareja y yo estamos en el portal, intentando entrar para recuperar mi chaqueta, aunque ellos creen que quien me preocupa es el perro. Dos mujeres nos abren, nos hablan del dueño de la casa, un anciano muy raro, dicen. Del portal sale una especie de foso con agua. Un chico atlético muy joven dice que nademos hasta la casa. Va desnudo. Lo seguimos. Llevo las botas Ugg y me cuesta nadar. La casa es impresionante, nada que ver con lo que podíamos intuir desde la cornisa. La terraza es un jardín enorme que recuerda a algunas películas francesas. El dueño de la casa es el joven desnudo, no un anciano. La ropa se nos seca muy rápido, incluso las botas. Cuando empiezo a sentirme a gusto recuerdo para qué estamos allí. Veo un montón de tierra con una cruz. Pienso que el chico desnudo ha enterrado al perro e imagino que la chaqueta está también bajo el montón de tierra. La tierra es oscura y fresca, me gusta mirarla. Decido olvidarme de recuperar nada y disfrutar de la visita. El chico nos enseña la casa a través de las ventanas, no nos invita a entrar. En la cocina está todo desordenado, llena de platos Duralex de los años 70 y cajas de cubiertos desparejados. El chico, como si pudiera leerme el pensamiento, dice: amontonado, no desordenado. De repente, el perro empieza a salir del montón de tierra. ¡Está vivo!, grito. Todos se ponen muy contentos, incluso me felicitan. El perro tiene muchas heridas y se arrastra por la terraza hacia nosotros. Pienso que quizá sería mejor sacrificarlo para que no sufriera, pero, ante la alegría general, no digo nada. Se hace tarde. Bajamos una escalera muy empinada, que en realidad es una pared con ladrillos sobresalientes. El chico desnudo se tira de cabeza. La pareja y yo nos lo pensamos porque ya hace frío y está muy alto. Propongo bordear el foso haciendo equilibrios sobre el muro. Demasiado estrecho, dicen. El chico ya debe de haber llegado al portal. La pareja espera a que me decida. Yo sigo pensando en que, si me tiro al agua, las botas no se secarán tan rápido esta vez.

jugando con naranjas

martes, 28 enero 2014. No sé si es una explanada delante el mar que parece una sala de exposiciones, o una sala que parece la playa. Juano ha expuesto fotografías impresas en trozos de lona, objetos de la basura que ha transformado en esculturas y cuadernos de dibujo. Hay algunas libretas Rubio donde ha dibujado sobre las planas de letras. En un dibujo aparecemos nosotros jugando con naranjas. Me habla muy despacio, me enseña los dibujos lentamente. Dice que ha perdido un pendiente. ¿Desde cuándo llevas pendiente?, le digo. Lo buscamos entre la lonas, el suelo está cubierto de guijarros de playa y juguetes diminutos. Dice que el pendiente era una espiral rosada de hueso. ¿Rosada?, pienso con sorna. Y como si pudiera saber lo que estoy pensando se enfada muchísimo.
+
Hay montones de calcetines húmedos sobre una mesa enorme de cocina. Mi padre antes de pasármelos los moja en un barreño. Estaban casi secos, le digo. Como son blancos, hay que lavarlos dos veces, dice. No digo nada, pero todos los calcetines son negros. Hay que poner la mesa, dice. Le advierto que mi madre ha salido y puede tardar. Me encerraré a limpiar el reloj de los leones y no comeremos hasta las seis de la tarde, dice en tono de venganza. No sé qué es el reloj de los leones, pero puedo imaginarlo. Las pinzas de la ropa tienen ahora el tamaño de una hormiga y no hay quien cuelgue nada. Por la ventana, bajo el tendedero hay cientos de niños en sus pupitres. Salvatore se acerca como si fuera su profesor, les anuncia que pronto empezará el concierto de mis dos hermanos. Un concierto de rock que nunca olvidarán, dice. Todos los niños levantan los puños, jalean. No tengo hermanos ni sé de qué habla Salvatore, pero también levanto el puño y grito, ¡Wa, yeah!

bicis y tornillos

lunes, 27 enero 2014. Voy con un pelotón de ciclistas. Subimos hacia la casa de mi abuela, pero al llegar es una especie de rancho con rejas y celadores. Uno de los celadores es Juan. Parece no reconocerme, así que intento escapar por mi cuenta. Desatornillo unas chapas que hay en la pared e intento salir por una especie de gatera. Cuando estoy a punto de escapar, pienso que quizá le echen la culpa a Juan de haberme dejado ir. atornillo la chapa y vuelvo a mi barracón.

cóctel del fin del mundo

sábado, 25 enero 2014. Nos servimos unos cócteles y caminamos hacia una fiesta, se supone. Alberto se nos adelanta. Blanco y yo tenemos que sortear el camino que comienza a ponerse feo. Blanco salta un pequeño escalón, pero cuando me toca a mí es un precipicio de más de veinte metros. Veo caer casas enteras y del cielo caen bolas de fuego, preciosas, pero que interrumpen el camino. Parece el fin del mundo, le digo a Blanco. Por eso Alberto ya está en la fiesta responde él.

gato de lana

viernes, 24 enero 2914. Estoy de visita en casa de Ángeles. La casa tiene dos pisos, parece un gran almacén. Desde el piso de arriba se puede ver el de abajo a través de una barandilla de obra. Subo. Encuentro un jersey, que se supone es mío, entre otras prendas. Alguien ha recortado el dibujo del pecho. El dibujo era un gato. Mi jersey tiene un agujero del tamaño de un gato, el gato ha cobrado vida y se pasea por la habitación. Le pregunto a Dani por qué me ha roto el jersey. No entiendes nada de moda, dice.
+
Pregunto a unas niñas si saben dónde vive "La pitonisa Begoña". Señalan el piso de arriba y se ríen. Para llegar a su casa debo pasar por una escala de cuerdas. La puerta es una cortina de cuentas de colores que temo se rompan. Sólo tienes que dejarte caer, oigo que dice desde dentro. Me balanceo y entro. Está en ropa interior comiendo pipas, parece una niña. La abrazo. ¿Cómo hemos llegado a esto?, le pregunto. Colgué la respuesta en Facebook, me dice, pero como tú no tienes...

candelabro de mermelada

lunes, 20 enero 2014. Al entrar en la cocina veo un candelabro dibujado sobre la encimera. Está dibujado con mermelada de naranjas amargas.
+
Al bajar del bus me encuentro a mi madre. Sale del supermecado. Mi madre comienza a perder rigidez y forma. La tomo en brazos y se va volviendo cada vez más pequeña, como si se desinflara. Corro a casa, el ascensor no sube porque lo han llamado de varios pisos a la vez. Le digo que, por favor, aguante. Le digo que la quiero, muchas veces.

botón perdido y mechas californianas

sábado, 11 enero 2014. Llevo la chaqueta negra a unos grandes almacenes. Les digo que quiero cambiarla por otra. Está usada, me dicen. En realidad vengo a donarla, respondo. Cuelgan la chaqueta en una percha y yo busco otra nueva para reemplazarla. No hay ninguna que me guste. Le digo a una vendedora que prefiero mi chaqueta vieja. Dice que cuesta 100 euros. Lo que me apena es pensar que me dejé un botón en unos de los bolsillos. Un botón de otro sueño que le dejé a Chivite en su bolso..
+
Antonio aparca al final de una calle con eucaliptos, parece un sitio tranquilo. Aun así, dice que no tardemos. Uberto y yo salimos del coche a toda prisa. Entramos en un estanco a comprar entradas para un parque temático. La mujer que atiende nos cuenta que es monja y de Valladolid, y que podemos elegir el sello de la entrada. El sello de Murcia, dice Uberto. ¡Viva Murcia!, respondo yo. ¿Tú ves bien que una monja lleve mechas californianas?, pregunto. Uberto se ríe. Al llegar al coche vemos que Antonio está escondido detrás de un eucalipto. Unos diez geos armados levantan el coche como si fuera un trono de semana santa y lo colocan en otra plaza. Desaparecen. Un coche oficial pasa a toda velocidad. Se ve que nuestro coche interrumpía el paso, dice Antonio como si fuera lo más normal del mundo. Subimos a un cochecito como los que se usan en los campos de golf. Conduce Antonio, se sube por las aceras, pisa parterres. Lo miro asombrada. Todo el mundo sabe que los coches alquilados hay que conducirlos como si fueras una mujer, dice.

ambulancia extraterrestre

viernes, 10 enero 2014. Camino hacia la casa de mi abuela. Un coche viene  hacia mí a toda velocidad por la acera. No sé cómo doy un salto y me agarro a dos escaleras de madera que hay apoyadas en un muro, camino con ellas como si fueran zancos. Unos pintores se asombran de mi equilibrio. Les pido disculpas por haberles quitado las escaleras (están encaramados al muro). Los pintores dicen que habría que denunciar al conductor. ¿Alguien recuerda la matrícula?, se preguntan. Era un coche pequeño con la palabra Ambulancia escrita en el capó, conducía un hombre negro, les digo. Si era un extraterrestre, entonces no hay nada que hacer, dice uno y los demás ríen la gracia. No sé qué responder, no me queda claro si llamar extraterrestre a un hombre negro es un comentario racista.

cama empotrada

jueves, 9 enero 2014. Manuel me enseña su casa. Es enorme. Si miro hacia arriba, a veces tiene techo, otras veces no. Con las paredes pasa lo mismo, a veces hay una cama empotrada, y otras una puerta que da a un museo. Mientras me habla de los inconvenientes de la casa no para de hacer cosas, incluso recibe a los visitantes del museo. Les voy a decir que bailen para hacer tiempo, dice. En un rincón de la casa hay unos veinte pares de zapatillas de deporte.
+
Juan me cuenta que sigue triste. Camina a mi lado, yo no sé aconsejarle. Mi abuela sabría qué decirte, le digo. Según caminamos se va volviendo más pequeño, hasta convertirse en un niño.

aeropuerto de hierba

sábado, 4 enero 2014. Camino con Juan por unas calles con andamios. Canta una canción. Le pregunto si la letra la ha escrito él. Me mira sorprendido de que yo lo dude. Llegamos a la pista de aterrizaje de un aeropuerto, pero la pista está cubierta de hierba. Juan se aleja hacia la puerta de salida de pasajeros (que parece una portería de fútbol). Intento alcanzarlo, pero me doy cuenta de que llevo unas zapatillas de suela blanda y se me salen al andar.

sheldon y los delfines

jueves, 2 enero 2014. Paseo por lo que parece un zoo. Es de noche y veo un ojo flotante brillar en una piscina. Reconozco la mirada del actor Jim Parsons. Me hace una seña, me pide que no haga ruido. Dice que está tratando de comunicarse con los delfines. Me lo dice con la mirada de su único ojo, una especie de canica del tamaño de una pelota de tenis, que refulge en el agua.